Yo estaba muy cabizbajo y taciturno sentado en la acera; lo único que recuerdo en ese momento fue ver pasar a muchas personas corriendo con palas, cubetas y herramientas para escombro, no eran sólo policías y paramédicos sino también personas que conozco, simples civiles; gente con el rostro en lágrimas, preocupaciones e impotencia de no poder hacer nada. Vi mucho humo y estaba muy confundido, una tierna chica se acercó a mí y creo que vio mi cara con lágrimas y mucho espanto, ella me abrazó y me dijo mientras acariciaba mi cabeza, que todo iba a estar bien.
Todo lo que pasó fue muy fugaz. Mi mamá estaba lavando, a un lado del departamento y por casualidad dejó abierta esa puerta, mi papá escuchaba en su computadora música estridente (de ese cantante argentino en coma, no recuerdo) estaba haciendo cosas casi rutinarias. Hubo algo raro en el ambiente, percibí el rápido aleteo de muchas aves, como si mi sangre fluyera más deprisa, cuando repentinamente todo empezó a sacudirse, e instintivamente salí primero del departamento, escuché como se caían cosas, bajé las escaleras y oí gritos ansiosos, los muebles y ventanas rechinaban e igual caían vasos, platos, cosas de cocina y los adornos de las salas de los vecinos; para mí fortuna el portón de los departamentos estaba abierto y salí lo más aprisa que pude, los vecinos también lo hacían, pero yo solo corrí y corrí sin mirar atrás, no me percaté qué tanto, hasta que llegué a una calle donde nada me era familiar, el lugar era extraño, con personas extrañas, olores extraños, y lo peor es que un edificio estaba colapsado. Me senté en la cornisa de la banqueta llorando, porque me había extraviado por el temblor y porqué había perdido a mi familia. Entré en un estado de shock sin saber qué hacer y mi mente quedó en blanco.
La chica me preguntó si sabía de dónde venía, la miré consternado. Ella me cargó entre sus brazos y caminó. Empecé a reconocer el lugar, los colores (un poco grisáceo y café por lo mismo del humo) olores, incluso a las personas; me bajé de sus brazos abruptamente y fui llorando hacía ese edificio donde vivíamos mi familia y yo, estaba totalmente destruido, y lloraba más y más. Conforme llegaba a las ruinas me subí a una biga mal puesta, rascaba y rascaba. La impotencia de no poder ayudar me invadió, quería ver que todo estuviera bien, olerlos nuevamente.
Insistí en mi búsqueda, la chica me gritó que no lo hiciera, hasta que me tomó de nuevo en sus brazos y lloramos juntos; creo que se conmovió más al verme hacer eso. Escuché que mi papá a lo lejos gritaba ¡Maty, Maty! Volteé mi cabeza rápidamente porque reconocí su voz grave, no pude contenerme, era mi papá y mi mamá que corrían y se tambaleaban con llanto de felicidad porque venían a recogerme. Veloz, me solté de los brazos de la chica e inmediato empecé a mover mi cola de izquierda a derecha de tanta felicidad y a ladrar en forma de reclamo y alegría, les lamí la cara de tanta emoción, para mí aquellos minutos fueron la eternidad.
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