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jueves, 20 de junio de 2019

ÉL Y ELLA

El creacionista del día. Ricardo Durán 






Érase una vez en una ciudad urbana
dos jóvenes inquietos, Romeo y Julieta de nuestros tiempos,
se enamoraron en la adolescencia
y con el paso del tiempo se separaron,
pero nunca dejaron de amarse
con los años la vida les regalo una oportunidad
ambos sin compromiso alguno.

Intentaron estar juntos,
 sus ganas de hacerlo bien, los llevo al fracaso,
 el amor seguía intacto y ellos intentando
 él pensó que era ella, que no quería
 y ella pensó que era él, que no quería,
 ambos culpándose, optaron por separarse
 el amor salió ileso y ellos con rumbos separados.

 La vida no quiso que se vieran por muchos años
 quiso que se amaran y sufrieran en silencio,
no quiso juntarlos, no quiso empeorarlo
 quiso mantener ese amor perfecto,
y cuando no sabían más el uno del otro,
 la vida los junto de vuelta,
 él aún estando solo y ella se volvió prohibida.

 Sus ganas y deseos fueron solo cartas con anhelos.

 Él: Me es grato volver a saber de ti
 te insistí y no desistí,
 mis cartas al destinatario sin falta
 y con el tiempo el remitente tiene una carta.

 Ella: Recibí tus cartas puntualmente cada semana
 y con cada letra al leerlas lloraba,
 ¿Cómo estás? ¿Qué te has hecho?
ahora puedo contestar, pero no los fines de semana.

 Él: Es un fuego que quema y emociona al leerte
 tanto tiempo sin saberte,
 no sé si quiero seguir leyendo la carta,
 no sé si será la misma emoción o este fuego me mata.

 Ella: No sé que decir, cada una de tus letras me deja sin palabras
 como aquella tarde que nunca más supe de ti,
 ¿Por qué te fuiste?, ¿Por qué no estuviste?
tantas cosas han pasado desde aquella tarde.

 Él: Querida mía, me alegra saber que te quito las palabras
 tú las quitaste desde aquella mañana en que te vi,
 ¿Ahora entiendes lo que sentí al verte?,
y no es que me fui, más bien no estuvimos.

  Ella: Yo esperaba más ti, como en la novela de Shakespeare
 donde Romeo hace lo imposible por Julieta,
 pero no vi eso en ti, no te sentí
 y esa fue la razón por la que huí.

Él: Juliet se dice en inglés, estos son tiempos modernos
 donde las personas están de muto acuerdo,
 yo Romeo, no me fui, al contrario, más me perdí
 en mis sueños contigo, pero nunca te vi, ni te sentí.

 Ella: No sé a quién culpar entonces
sólo sé que no quería perderte por segunda vez,
y al disiparse, pensé que sería para siempre
 por eso quise olvidarte y me refugie en otros amantes.

Él: Mejor no culpemos a nadie y recordemos el pasado
 yo no sé de tus historias y tú no sabes de las mías,
 ¿Recuerdas la vez que te robé nuestro primer beso?, dormías,
 pero después de tocar mis labios con los tuyos sonreías.

 Ella: Aún recuerdo ese instante, ambos veníamos de viaje
 era el momento que había soñado contigo,
fue perfecto, ese pequeño instante
 durará por siempre en mi recuerdo.

 Él: Has sido la única que ha podido llenar ese hueco,
 ese espacio tan vacío y tan hondo,
 desde aquel último momento
 me refugio en el jardín de la poesía.

 Ella: ¿Aún recuerdas nuestro segundo encuentro?
 ¡Yo sí! y sabes, fue como el primero,
 siempre las miradas y los besos más hermosos
 fueron a tu lado, yo lo llamo “Amor profundo”.

 Él: “Amor a primera vista”, como en la novela inglesa
 recuerdo perfectamente tu cuerpo perfecto,
 aquella tarde supe el significado de esa palabra
 desafortunadamente no hicimos lo adecuado.

 Ella: ¿Por qué viniste? ¿Por qué irrumpes en mi mundo?
 desde que sé de tu regreso,
 no dejo de pensarte, no dejo de extrañarte
 ¿Crees que esto es justo?

 Él: Tengo un dolor profundo que incrementa
 no es culpa tuya, digamos del destino,
 tengo un gozo al saber que aún me amas
 no lo dices, pero lo siento en tus palabras.

Ella: La vida no es la misma, han cambiado muchas cosas
 mis deseos y ganas de tenerte son las mismas,
 pero volteo al salón de mi castillo
 y hay alguien que me espera sentado en el sofá.

Él: Sabia de su existencia y eso aniquiló mis posibilidades
 de tenerte y estar juntos para siempre,
 me encantaría penetrar
 todas las noches... en tus sueños.

 Ella: No quiero hacerte daño, no es justo
 no quiero crear falsas expectativas,
 sigamos adelante con las epístolas
 y veamos que pasa más adelante.

 Él: ¿Por qué lo hiciste?

 Ella: ¡Por amor!

Él: ¿Aún le amas?

Ella: Creo que ya es un poco tarde para seguir leyendo.

 Él: Eres lo más bonito del mundo.

Ella: Tienes el don de mentir y sacarme todas las sonrisas.

 Él: No miento, eres lo más bonito de mi mundo.

Ella: Haces que mi ego suba hasta cielo.

Él: Es ahí junto a Dios, donde tiene que estar.

 Ella: Cada palabra tuya detiene mi vida y mi mundo.

 Él: Me encantaría que tu mundo y el mío, se detuvieran el mismo instante.

 Ella: Sería fascinante.

 Él: Le quitas muchos minutos al reloj.

Ella: Y tú al mío.

Él: Parece que escucho al reloj, -Tick, tack-,
 se detiene el tiempo,
 una manecilla no deja avanzar a la otra
 es profundamente eterno y doloroso.

 Ella: Parece que te escucho decir cada palabra
 y tu voz es la misma, idéntica,
 tal como la recordaba
 y me sigue poniendo muy nerviosa.

 Él: ¡Dios, señor, apiádate de mi!
 me confieso y confieso
 que mi único pecado es amarle
 no conozco su presente, pero conozco su pasado.

 Ella: Me dejas sin aliento, sin palabras
 no sé que decir,
 sabes perfectamente como mover cada fibra
 tienes la facilidad de robarme sonrisas todo el día.

 Él: Necesito tus abrazos,
 como mi ahogo necesita tu mirada.

 Ella: Provocas tantas cosas en mi,
 tienes la aptitud de hacerlo.

 Él: Te pienso, tanto, Tanto, TANTO,
 dormido como despierto.

 Ella: Y yo...y yo, créeme que no dejo de pensarte.

 Él: ¿Sabias que existe una canción,
 con el mismo nombre del cuento?

Ella: ¡No!, no sabia de su existencia.

 Él: Desde aquella época siempre pensé que era nuestra.

 Ella: Eres malo, nunca me dijiste nada.

 Él: Van doscientos veintisiete veces que toca
 y las de antes y las que faltan.

 Ella: Van mil cincuenta y tres caracteres
 que no dejo de llorar y de sonreír.

Él: Oh Juliette, mi querida Julie, cómo en el cuento
 me recordaste que es estar vivo
 con tan sólo un instante,
 penetraste en mi alma y aún navegas en mi sangre.

Ella: Estoy tan confundida,
 que en este instante saldría del castillo,
 correría a buscarte y amarte
 no te dejaría solo ni un instante.

Él: No sé si le lloro al pasado, por perderte hace tiempo
 no sé si te lloro, por no aprovechar nuestro momento,
 no sé si le lloro a la vida, por haberte perdido
 o no sé si le lloro al futuro incierto.

 Ella: Romeo, cariño mío, no sé que decirte
 me gustaría regresar el tiempo,
 regresarlo en ese preciso momento
 cuando ambos jugando inventamos ese beso.

 Él: ¿Cómo se hace para olvidarte? dímelo,
 ¿Cómo se hace para olvidar tus besos?,
 ¿Cómo se hace para olvidarte por completo?
 dímelo, te lo ruego y te lo exijo.

Ella: Tus palabras me llegan profundamente,
 es un fuego inmenso, que se mete abismalmente en mi,
 no sé que hacer con ello, sin poder externarlo
sólo se va consumiendo dentro de mi alma.

 Él: Tengo una gran necesidad de verte.

 Ella: ¿Estás soltero? Él: ¡Sí! Ella: Difícil de creerte.

 Él: ¡No te miento! Ella: ¡Te creo!

 Él: Tengo una necesidad de ti, tan grande como esta soledad,

Ella: ¿Qué puedo hacer para evitar que caigas en locura?

Él: Hacer de ésta demencia, una demencia coherente.


Ella: Hagamos que tu demencia sea como el mar
y mis ganas de tenerte sean como la arena,
que se fundan en una tranquilidad inmensa.

 Él: Sin excusas, ni pretextos pactemos una cita.

 Ella: Suena indecorosamente tentador.

 Él: ¿Qué haremos al respecto?

Ella: ¿Qué propones?

 Él: Encontrémonos en medio del camino.

 Ella: ¡Me encantaría!

Él: ¿Cuándo?

Ella: ¡Sabes que no puedo!

Él: Creo que lo mejor será que desaparezca.

Ella: No quiero que te vayas.

Él: No olvides que te amo.

 Ella: Nunca lo olvido y eres correspondido.

 Él: ¿Lo dejarías?

Ella: Tengo que dejar de leerte, no puedo parar de llorar y él esta por entrar.

Él: Princesa imperfecta, te amaré hasta el día de mi muerte,
 éste intento de poema, no ha sido más que un regalo para ti
 no soy el mejor escritor, ni el mejor poeta,
 pero espero que cada vez que la leas,
 te llegue a las entrañas y día a día necesites mi poesía.

Ella: Me despido amado mío, dejándote claro
 que has sido el amor de mi vida,
 que eres lo más importante y siempre lo serás,
 no sé que nos depare el destino,
 pero si es que nos junta, espero que sea para siempre.

 Él dejó de leer la carta de su amada
 salió al balcón y no paró de llorarle,
 fue tan profundo su dolor, que la luna salió a consolarle,
sabe que su presente es estar sin ella
 y que tiene que ser fuerte, para esperarla algún día.


 Ella guardó la carta entre sus cosas más preciadas,
 regreso a la cama, sin parar de llorar,
 con una tristeza muy grande
en ese instante entra su esposo y le pregunta:

 –¿Por qué lloras?-

Y ella le contesta con una ligera sonrisa:

 –Es que leía a Romeo y Julieta–.