Y me vuelvo a encontrar con la perpendiculridad de su mirada,
sobriedad que alimenta mi ego
abrupto sedimento humano,
reflejo caliente, de mis pasos a seguir.
La receta de su sexo
me come los nudillos de cada asimetría de mi cuerpo,
textura sofisticada que rostiza mis vellos.
Yo no se que haría sin la magia de las palabras
ni la versatilidad de mis dedos
cuando viajan por su mapa como tren perdido sin destino.
Que metamorfosis transformada
en el alimento que mantiene vivos a los muertos.
Que cosquilleo
que me deja presa sin escape
rodeada por tropas de guerra con las que habría que luchar.
Soy victima, desarmada y desnuda,
de carne empellejada y sutilmente pegajosa.
Y me vuelvo a encontrar con la perpendicularidad de su mirada,
mi juego y desvelo,
cigarro atómico cubierto en deseos,
misantropía de noche,
que como dioses
merecedores del tacto y pelaje ajeno
nuestro credo, denuncia y anuncia,
nuestra piel con tan solo afecto,
eres mi efecto
de tan sublime cuerpo
que se evapora con el paso de las horas,
y eventualmente
con el tiempo.
Vertientes del delirio en la taza de té.
22/Mayo/16