El acuoso reflejo golpea mis oídos,
la dorada volatilidad del espacio se cierne en las estrellas de mis pupilas,
los momentos son reducidos a segundos,
el cerebro es traspasado por las balas de mi imaginación,
ya no hay duda,
solo vacío,
me vacío, vuelo, caigo, sostengo aún, los quebrantados ánimos.
El amanecer es el final, mi final,
la oscuridad quedo detrás del despegue de miradas.
Ahora nada importa,
la brisa disfrazada de paz, retornara, resistirá,
con el único propósito de que tal vez yo no exista,
solo existo cuando la luz me envuelve.
El tiempo se acabo bajo las pieles rayadas del sol.