Cesar Romero ... un escritor que trabaja en la alquimia de las palabras.
Quiero hablar de la poesía por medio del poema. En cuanto a lo demás: la escritura debe ser nocturna, con la concentración precisa, en un espacio con música y bien iluminado. Uno va adquiriendo sus hábitos. Oí de alguien que uno debía encontrar su “lugar” en el mundo, ese lugar debe ser tu espacio para escribir.
I
A la alcoba,
Dentro de ella,
Hacia las líneas de sus hombros púberes
su espalda gatuna
su vientre,
a los cascabeles
de los iris melifluos
y esa risa que se aparta.
Despojado a mitad de la tarde
soy letargo
juguete que cayó de sus brazos.
II
Eva. Silencio de ópalo
niña grácil,
gesto de la ausencia
entre cejas arqueadas
y boca de caramelo
Al sueño me acerco tembloroso
y te encuentro suspendida.
Desciendes
a mis manos
donde te haces cenizas.
Fiebre.
III
Fiebre,
de palmo a palmo
nos colma
cuando la marea de esperma
despierta en un desliz
y descubrimos un vacio
que se resiste
a contenernos.
Fiebre,
al romper los nudillos
las gargantas
el pan.
Como esas abluciones
se derraman en la alcoba,
la marea baja,
la marea
que nos deja
a orillas del pudor.
Somos niños otra vez
al punto de nombrar
lo desconocido,
su volumen no se permea
es oscuro
nos aplasta
IV
Abrásame,
la oquedad del tiempo
agota su llama,
en sus cantaros
atiza la memoria,
su inimaginable tamaño
crece.
Temo un amanecer
en el que ambos
nos tornemos
irreconocibles.
V
Que nazca la mañana
de las flores,
que su capullo se cierre
al medio día
de parvadas
sin rumbo.
Cortaré cada botón abierto
lo destrozaré en mis manos.
Que me fulmine un sincope
cuando una ráfaga
haga levantar la hoja
y su palabra caiga
entre doblada,
con tu letra fugaz
facinerosa
desbordante.
Apretaré cada tallo con espinas
y se llenará
de una nueva flor.
Dulce del medio día,
bocado de amnesia.
Abrásame