El creacionista del día. Rodolfo Bertoni F.
Platicaba acerca de la muerte con mis amigos, el hecho de
que el ambiente fuera tenue con el ocaso, y los colores fueran anaranjados,
rojizos y púrpuras, daba al escenario algo más de nostalgia, sobre todo porque
la copa de vino que yo tenía era la cuarta y menguaba para otra ronda.
- – Así no puede ser, mira de todo lo que hablamos
es acerca de una antítesis de hechos irrefutables, el contraste, el villano y
el héroe, blanco y negro, amor y desapego, la vida y la muerte, todo es un
balance de cada cosa, y por lo que a mí respecta no existe nada más allá de la
muerte, por eso mejor hacer ahora lo que queramos, obviamente sin exagerar, simplemente
hacer las cosas, porque no sabemos con exactitud que vaya a pasar, y no sé si haya
vida después de la muerte.
Ahora entiendo como las imágenes de mis amigos se difuminaban
en color naranja, como si se perdieran entre los colores, empezaban a ser manchas,
como cuando ves el sol con los ojos cerrados se ve completamente blanco.
- – Amigos, sinceramente creo que ya no beberé más,
no los estoy viendo claro, este efecto dionisíaco me nubla hasta el
pensamiento.
Sigo recordando cómo sus palabras sonaron como la trompeta que
utilizaban en Charlie Brown – cuando era niño eso me daba miedo, los adultos
dan miedo, esa vida ajetreada – pero traté de calmarme y el eco de mis amigos
también se difuminaba en ese gran cuarto, donde sólo se escuchaban sonidos
rebotando por doquier, hasta que algo imperceptible se escuchó en mi oído, la
primera vez solo fue un ligero viento con un sonido. Hubo una segunda vez más
claro, escuchaba al oído mi nombre, y la tercera hizo que cayera despierto de
un brinco de mí cama, palpitándome el corazón a mil por hora y sudando frío en
ese momento, ese sonido aún susurraba mi nombre, diciendo: “ – Buh, te he
devuelto, no corras que ya te llegará a ti … (Tu nombre)”.