En un poblado apacible y pequeño, situado en la planicie de un valle fértil, se contempla la suave bruma del amanecer, que envuelve rostros en aquellas humedades cristalinas del alba. A lo lejos, en el camino que conduce a dicho lugar, se puede observar un punto rojo que se dirige en zigzag rumbo al jagüey, ubicado del otro lado del cerro.
Dentro de ese sitio; en un hogar revuelto se encuentra Magdalena, esposa engañada, que juró vengarse a muerte, de quien le robara el amor de Sacramento su esposo, a quien amaba de verdad; fue muy doloroso para ella haberlos encontrado en el solar de la parte trasera de su casa, en plena oscuridad, desnudos y tendidos sobre el zacate del almiar. Magdalena al descubrir el engaño, se dio cuenta que se trataba de su vecina Margarita, (señora casada con cinco hijos y un esposo que pasaba largas temporadas fuera del pueblo por motivos de trabajo) ambos salieron huyendo, cuando se percataron de la presencia de Magdalena; su esposo se fue de la casa con rumbo desconocido y la vecina se refugió en su hogar rodeándose de sus hijos.
Esa noche, Magdalena no pudo concebir el sueño, tenía una idea fija: vengarse de esa mujer que le robaba el cariño de su esposo.En las primeras horas del alba los molinos de los pueblos empiezan su labor. Magdalena miró a la vecina salir de su casa, abrazando una cubeta con maíz cocido, esta se dirigía al molino para transformarlo en masa y hacer tortillas para el desayuno de sus pequeños; sin dudarlo se dirigió tras Margarita, cuchillo en mano y al llegar al molino, las mujeres presentes se percataron de la furia de Magdalena, ellas gritando se apartaron del lugar. Margarita al verse acorralada, suelta el nixtamal y trata de huir, pero Magdalena lo impide, intentando hundirle la navaja en el cuello; ambas forcejean.
Magdalena falla y el cuchillo queda fuera de su alcance; sin pensarlo la tira en el suelo y tomando chile molido con todo y venas de un cazo cercano a ella, mete las dos manos por debajo del vestido de Margarita, bajándole el calzón frotándole el chile en medio de sus piernas y dentro de la vagina.
Entonces Magdalena exclama:
-Pa’ que te acuerdes de mí desgraciada-
Todas las ahí reunidas quedan estupefactas y escuchan los berridos de Margarita y la expresión de Magdalena:
-Pa que aprendan a no meterse con el marido de una- .
Si nos acercamos al punto rojo que se mueve en el camino, veremos que se trata de una mujer que se encorva, vociferando gritos de dolor, ella está roja y sudorosa; le cuesta mucho trabajo caminar, de sus piernas le escurre sudor rojizo y va por el camino retorciéndose en busca del anhelado jagüey.
Todas las ahí reunidas quedan estupefactas y escuchan los berridos de Margarita y la expresión de Magdalena:
-Pa que aprendan a no meterse con el marido de una- .
Si nos acercamos al punto rojo que se mueve en el camino, veremos que se trata de una mujer que se encorva, vociferando gritos de dolor, ella está roja y sudorosa; le cuesta mucho trabajo caminar, de sus piernas le escurre sudor rojizo y va por el camino retorciéndose en busca del anhelado jagüey.