"Tosiendo tu propia verborrea hablas contigo mismo estirado en la cama, enseñándole el trasero a tu dios. Dios es Ella y Ella es una mujer guapa. Especifiquemos; muy guapa. Te sonríe cada vez que le muestras las posaderas en un intento de caerle mejor.
Tu fisioterapeuta te baja los calzoncillos y también observa tu trasero mientras te masajea el solomillo y tú no puedes hacer otra cosa que sonreír por el agujero de la camilla. Sonreírle al diablo y decirle que aún quedan unos cuantos años para bajar por la escalinata con ‘La divina comedia’ en la sobaquera, se convierte en tu visita semanal a la médica privada."