( a quien le ajuste los términos de este poema bien o mal poco me va )
Miradas que observan obscenas la desnudez de los días.
El escritor impone juicio, placer e inutilidad,
en el vació incierto de las personas
es un profeta estratego,
inventa símbolos,
alegorías,
en las mascaras que transitan noche tras noche en la rutina.
Con la garganta llena de cinismo, y en palabra o lengua,
arroja el veneno que le carcome dentro
en el eterno blanco devenir del papel,
donde la vida traza una ligera linea,
para que la inutilidad de quien escribe,
no sea una parafernalia de pomposidad vana.
Al final, las glorias de su poca o mucha trayectoria
se las llevan los lectores y sus emociones,
porqué es ahí donde reside la autenticidad del alma de un creador.