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martes, 12 de agosto de 2014

AZUL GAVIOTA

El creacionista del día. Agatha Cervantes 







4 de Octubre 2014


Suspiros negros en la sala 5 me desvistieron sin querer a media película, nunca lo advertí. 

Llegué  enojadisima a la taquilla, pedí con carga negativa un boleto para ver una película donde actuaba mi actriz favorita, la dependienta me vio raro y con su falso tono de amabilidad escupió un " que disfrute su película". Arrastrando los pies subí la escalinata y me posicione en medio de la sala.  Mientras revisaba mi celular como el resto de los demás,  aún seguía preguntándome, porqué mi hermanastro era tan pesado conmigo. Mi padre se había vuelto a casar hace cinco meses;  al principio nos llevábamos demasiado bien , tenemos la misma edad, sin embargo de un tiempo para acá entre las comidas con mis amigas y los despistes con otros chavos se ha vuelto un hijo de puta. Entra a mi cuarto cuando me estoy bañando, lo desordena, usa mi desodorante - cosa que detesto - vacía mis perfumes quien carajo sabe donde, se come mis frituras favoritas, ¿como hace esto ultimo? no lo se, porque a pesar de que  tengo un escondite secreto,  eso no lo detiene. 

En tanto veía como transcurrían las escenas en la pantalla, me quede unos instantes dormida. La noche anterior quedé con mi amigo Carlos en ver un maratón de terror, él se durmió primero, pero con tal de llevarle la contra y quizá volver a verlo, estuve despierta y tomando colosales cantidades de café, con tal de que la cita se repitiera pero de día. 

Desperté y la gigantesca luz me cegó por un instante. Vi subir a un chavo que se sentó detrás mio,  le reste importancia, hasta que bostecé y en acto reflejo, brinco, golpe o manifestación del diablo, ese chavo empecinó su boca sobre mis labios haciendo que mi mente hirviera como si fuera un volcán. Quise abrir los ojos, pero sus labios eran demasiado suaves y su boca estaba impregnada a tabaco suave, podría morir de cáncer ahí mismo, no me importaba nada. Entre la loca travesía de dos bocas, las caricias prolongadas aparecieron y luego sus manos se afianzaron a mi cintura como si la vida se le fuera en ello. Ya que hubo terminado el romance estaba decidida a ver quien era el ladrón de los besos de cine, pero afilado en el arte de la rapidez  puso en mi cara su mano vivida para que no pudiera verlo, en tanto sostenía mi pierna izquierda con la otra , fue ahí que baje la mirada y  vi que en el dorso de la mano se dibujaba un tatuaje, el cual no pude adivinar porque mi cita relámpago inesperada, se hizo invisible cuando corrió a toda prisa a la salida. Quería correr yo también pero la pierna se me había dormido y era imposible alcanzarlo.

Mi sorpresa no acabo ahí, llegando a casa y ahogándome de enamoramiento con una sonrisa de idiota,  encontré mi hermanastro en la cocina tomándose una chela. Mi sonrisa se evaporó cuando acercándome a él, miré que se había hecho un tatuaje nuevo, una gaviota azul.

Ahora estoy en mi habitación preguntándome - ¿El es el chavo de los besos humeantes y la huida espectacular? - ¡No puede ser!- Y ahora que termino de escribir estas lineas, Andrés ha deslizado debajo de mi puerta un papel, con un corazón, signos de interrogación y una pregunta que tal vez  no quiero mirar.