Medusa
Pintura Contemporánea
http://www.galerias-arte.com/medusaDescripción: Ácrílico sobre lienzo 90x60 Diciembre 2011 |
No
se necesita suficiente destreza para apoyar una taza de café sobre una mesa de
pino y olvidarla humeando. De tales instrucciones se sirvió Henry para hacerlo.
Con un caramelo de limón cubría su paladar, y entre tanto desplazaba las
papilas gustativas para verificar la presencia del deleite. El café de
hoy no era casual, diariamente solía tomar tres o en ocasiones cuatro. Siendo
las tres de la tarde se vio coaccionado a preparar uno pese a la visita que lo
aguardaba.
—Entonces usted afirma que desconoce sobre el caso de la señorita
Diana.
— Claro, hombre—aseguró Henry—como es habitual ese viernes me encontraba
jugando a las bochas—seguidamente de la interrogación llevó su mano al pocillo,
y bebió un trago de café. Fileto clavó la mirada en Henry. Los policías suelen
buscar a los sospechoso a través de los ojos volviéndolos paranoicos hasta que
ellos al fin se delaten culpables.
El caso de la jovencita había alarmado
a toda la ciudad. En los vecindarios no dejaba de llamar la atención el caso
atroz. Más allá del hallazgo macabro, la policía ahora buscaba encontrar la
cabeza de la mujer. El victimario al parecer se llevó —continuó Fileto— Henry
no respondió sentía deseos de querer cortarle la lengua con una tijera para
que se callase de una vez. Pero no se quedaría viéndolo desangrar; luego, la condimentaría
para comérsela.
—¿Qué le pasa?
—Nada—respondió Henry—solamente me quedé pensando
el caso.
—Si usted sabe algo infórmenos.
—Por supuesto los mantendré al
tanto.
El policía se paro dirigiéndose hacia la puerta, y Henry lo siguió por
detrás. —Disculpe las molestias— No, por favor. No es ninguna molestia—Dijo
Henry jubilosamente y cerró la puerta.
Para
los hombres que saben asesinar no significa un misterio que a una mujer la
encuentren decapitada y sin cabeza. Esa labor es para hombres prodigiosos, casi
médicos. Hombres que realizan cortaduras con sumo cuidado sin dejar
rastros. ¿De qué vale mi trabajo—pensaba Henry—matar a alguien; dejar a una
familia entera de luto y compromiso a policías e investigadores? Es verdad soy
un hombre sin moral o ética como quieran nombrarlo, pero al menos la cabeza de
esta muchacha me es útil. Ya la he colgado a un costado del atril, y mañana la
pintaré sobre el lienzo. Es una medusa perfecta.
Pasaron
varias décadas y Henry no volvería a prender más un cigarro después de que le
detectaron cáncer de pulmón. Al morir la casa fue hipotecada, y en uno de los cuartos, entre libros, y
pinturas la medusa fue hallada. Henry vivió libre, la única
cadena perpetua fue su cáncer.