que ríen, sin sonreír,
que observan y aunque miren verdad,
parpadean mentiras.
Ojitos que provocan suspiros
a uno que otro tapatío,
algunos se quieren quedar, queriendo,
en la cortina brumosa de las pestañas,
que coronan como rayos de sol obscuro,
aquellos ojos moros, que a veces tienen miedo,
y lloran anhelando el consuelo,
de un muchacho de su tierra,
de un hombre de Toledo.
Ahora busca con la mirada a quien amar
donde pueda reflejar,de pupilas de mar, a pupilas de bronce, el enamoramiento, a medio beso,
a orillas de un Alcázar.