El creacionista del día. Alma Carbajal G.
Cerraste el ataúd de una aflicción desesperada,
cercenaste la alegría
y no importo manchar aún mas tu conciencia.
Hace un año, tras la campanada fúnebre,
todos los recuerdos a tu lado,
dejaron una herida
de tono ceniza.
Mi dolor no era tu dolor,
tu amor,
no era más que la agonía de un sentimiento,
siempre a expectativa
siempre muriendo.
Hoy hace un desdibujado día 333,
y tu voz,
tu alma,
tu alegoría sucia de la vida
junto con todo recuerdo,
van perdiendo tonalidad en mi memoria.
Hoy tras 333 pensamientos,
ya no te recuerdo.
C
sábado, 29 de diciembre de 2018
DÍA 333
Etiquetas:
Alma Carbajal G,
Creacionistas,
El Creacionista,
El Creacionista 2018,
Escritores,
Escritores de México,
Guadalajara. Jal.,
Poesía,
poética,
Puebla
martes, 25 de diciembre de 2018
DEVENIR NADA
El creacionista del día. Carlos Ryuten
La muerte es la circunstancia
más importante de la existencia humana (claro está, después del nacimiento), y,
por lo tanto, se vuelve en el primer misterio que el hombre ha tratado de
descifrar a través de los tiempos, tal vez sea por una natural predisposición a
intentar dominar cada aspecto de la existencia, incluido lo único que
condiciona originalmente la nulidad de la vida.
La vacuidad que significa la
muerte, ha tratado de ser “rellenada” de manera insistente en los sistemas
culturales de gran parte del globo terráqueo y a lo largo de la historia. Esto
no es sorprendente si tomamos en cuenta que el cerebro, normalmente, trata de
rellenar los vacíos lógicos que encuentra, lo que nos permite pensar en la
posibilidad de “acceder” -por decirlo de alguna manera- a la nada.
Sin embargo, también debemos
tener presente que el sentido racional que se ha intentado dar como respuesta
al misterio de la muerte, cae por su propio peso, dado que no existe una
evidencia a favor o en contra tanto de la nada, como de una vida extramundana,
lo que significa, necesariamente, que solo podemos tener una actitud escéptica
ante dicha aseveración, por lo cual, filosofar, es decir, pensar, discutir,
teorizar, reflexionar, cuestionar e interpretar la muerte, se vuelve un
ejercicio sumamente importante, pues ello nos significaría pensar en nuestra
situación límite y reflexionar sobre nuestra vida, lo que de ella esperamos y cómo
es que construimos nuestra existencia particular.
Cierto es que, cuando pensamos
en el sentido límite de nuestra existencia, nos topamos con una barrera auto
impuesta, es decir, nuevamente consideramos nuestra vida como un fracaso por no
"llegar a ser" aquello que el horizonte del deseo nos prometía. Sin
embargo, la vida, al carecer de un fin determinado, y al ser horizonte de
libertad, muestra cuan insignificante puede ser nuestra vida si no intentamos
darle un sentido de significación. Este sentido solo puede darse con la auto
interrogación, no para descubrir quién soy, más bien, para saber que no lo
puedo todo. La muerte es el acontecimiento más concreto, pues nos devuelve a la
paz de la nada, pero para entender está paz, primero se debe sufrir, por ello dirá
bellamente Zambrano: "la filosofía es la preparación para la muerte, y el
filósofo, el hombre maduro para ella”.
Mientras que las
civilizaciones antiguas manifestaban un profundo respeto por el “más allá”,
realizando rituales, ofrendas y un profundo concepto de fe en la vida
ultraterrena. Si observamos las civilizaciones más importantes de la
antigüedad, comprenderemos un estrecho vínculo dado entre la muerte, como una
recompensa por una vida bien conllevada, incluso, en la religión hindú se
manifiesta el dharma (vida correcta), como condición de ascenso en el ciclo del
samsara, es decir, que la persona en su próxima vida podría “renacer” en una
casta superior. También estaba, por supuesto, la consideración contraria, pues
si la persona no había llevado una vida cabal, podría bajar de rango o incluso
renacer en un animal. Es sumamente importante comprender esta relación con la
muerte como ciclo de renacimiento, pues conlleva una responsabilidad con
nuestros actos como condición ética. No es la muerte un castigo o una
recompensa, más bien, es una transición en el paso del perfeccionamiento del
alma, que debe conducir a la destrucción del velo de maya y la ruptura del
ciclo del samsara, para convertirse en “nada”.
Otro sentido que se ha dado a
la muerte, es el de la recompensa y castigo. Podemos observar diferentes mitos
sobre un cielo o infierno, es decir, un premio por una conducta ejemplar, o una
condena por una mala vida. De alguna manera podemos interpretar esto como una
condición de poder ejercida hacia el pensamiento mismo del humano,
condicionando su conducta y sus acciones ante la promesa de una eternidad en la
cual le es imposible decidid o siquiera realizar un acto de libertad. Por
supuesto, aquí la muerte tiene un aspecto de concatenación social, y su
propósito es netamente punitivo y estatal. Se trata de seguir las normas
erigidas por el regente, para obtener algo de acuerdo a su comportamiento.
Ya en el mundo cristiano, la
muerte se observa como un castigo divino, impuesto al humano por haber desobedecido
los mandatos que le fueron asignados, por lo cual, la muerte pasa a ser una
situación de vergüenza. La vida ahora se ha vuelto más dura, se ha vuelto en un
tormento, y la muerte no significa una liberación a este tormento, en realidad,
solo es un estadio temporal mientras llega el juicio final, lo que significa
una sumisión más fuerte al poder de la iglesia.
Ya en el mundo prehispánico,
específicamente en la cultura Mexica, la muerte no es un acto punitivo o de
premio, si bien es cierto que tiene distintos tipos de paraísos, a los cuales
se accede dependiendo de la causa de fallecimiento, es el viaje a Mictlán lo
que resulta más interesante. Es cierto que otras civilizaciones han pensado en
un inframundo lleno de obstáculos y penurias, pero, normalmente estos se dan
con el propósito de revivir, lo cual ha permitido dar interpretaciones
simbólicas como los mitos órficos o eleusinos. Sin embargo, aquí el viaje se da
en un proceso de deshumanización en el más puro sentido de la palabra, me
explico: desollar el cuerpo, infligir dolores, ser arrastrado por los vientos
(clara interpretación de la perdida de la razón, los sentimientos y de la mente
en general), etc., significa aquí una perdida con toda la condición pasada en
vida, una renuncia categórica a todo lo que pueda significar lo humano, para
fundirse finalmente en la nada. Así, pareciera que el destino concreto de todo
ser humano es devenir nada, a saber, que la vida misma carece de un sentido
especifico, y, por lo tanto, de un telos que lo pueda conducir hacia un
horizonte más prometedor o mejor.
El hombre, al final, será devorado por la nada misma al final de su existencia, sin importar si fue bueno o malo, lo que a muchos podría conducir a un nihilismo al carecer de fundamento la existencia misma. Sin embargo, aquí es donde se vuelve más potente el pensamiento náhuatl, pues nos indica una profunda conexión entre el actuar humano, y una ética incondicionada por un premio o un castigo. Es, quizá, una de las pocas culturas que piensa la relación de la vida como una ética por si misma, y a la muerte, como un desprendimiento que necesita de la vacuidad del mundo para fundirse con el todo. Tal vez, una interpretación de dicha condición tenga que ver con las guerras floridas, pues estas, al darse como una ofrenda de sangre a los campos para mantenerlos fértiles y como un agradecimiento a los dioses por permitirles existir, nos muestra una estrecha relación entre el humano y la naturaleza. Después de la muerte, podríamos decir, persiste el espíritu, y este regresa en ciertos días para volver a convivir con su familia, lo que significa que aún no se extingue, lo cual es un sinónimo de subsistencia por medio de las cosas mundanas.
Para volverse uno con el todo, es decir, llegar a extinguirse y ser una especie de “abono” para lo mundano, debe olvidar incluso lo que retiene en su alma de la vida pasada, de ahí que tenga que sufrir tales martirios para estar junto a Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl. Es el sentido más hondo del sufrimiento como condición primaria para encadenarnos a este mundo por medio de los deseos, o, a lo que Schopenhauer llamara “voluntad de vida”. Así, la muerte es solo una condición de un estadio del paso del ser al del no-ser, en el sentido más humano, pues no existe un porvenir en la llegada al Mictlán.
El hombre, al final, será devorado por la nada misma al final de su existencia, sin importar si fue bueno o malo, lo que a muchos podría conducir a un nihilismo al carecer de fundamento la existencia misma. Sin embargo, aquí es donde se vuelve más potente el pensamiento náhuatl, pues nos indica una profunda conexión entre el actuar humano, y una ética incondicionada por un premio o un castigo. Es, quizá, una de las pocas culturas que piensa la relación de la vida como una ética por si misma, y a la muerte, como un desprendimiento que necesita de la vacuidad del mundo para fundirse con el todo. Tal vez, una interpretación de dicha condición tenga que ver con las guerras floridas, pues estas, al darse como una ofrenda de sangre a los campos para mantenerlos fértiles y como un agradecimiento a los dioses por permitirles existir, nos muestra una estrecha relación entre el humano y la naturaleza. Después de la muerte, podríamos decir, persiste el espíritu, y este regresa en ciertos días para volver a convivir con su familia, lo que significa que aún no se extingue, lo cual es un sinónimo de subsistencia por medio de las cosas mundanas.
Para volverse uno con el todo, es decir, llegar a extinguirse y ser una especie de “abono” para lo mundano, debe olvidar incluso lo que retiene en su alma de la vida pasada, de ahí que tenga que sufrir tales martirios para estar junto a Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl. Es el sentido más hondo del sufrimiento como condición primaria para encadenarnos a este mundo por medio de los deseos, o, a lo que Schopenhauer llamara “voluntad de vida”. Así, la muerte es solo una condición de un estadio del paso del ser al del no-ser, en el sentido más humano, pues no existe un porvenir en la llegada al Mictlán.
Al final, la muerte puede
darnos distintas formas de significación e interpretación, todas igual de
validas, pues en realidad nos manifiesta, de alguna manera, la misma visión que
tenemos sobre la senda de nuestra vida. Es cierto lo que dice Epicuro, mientras la vida es, la muerte no es, cuando
la muerte es, la vida no es, pero siempre debemos tener en cuenta que la
muerte, en último caso, la legamos a quienes nos sobreviven, de ahí que debemos
tener una mayor responsabilidad con nuestro aspecto limite, ya que él nos
pertenece solo a nosotros, y en cuanto este se da, se vuelve de un orden
público. La vida se puede dar en la dimensión de un espacio interior, pero la
muerte también se puede convertir en la desnudez y la irrupción de ese espacio
privado. Por eso, la muerte debe ser algo sagrado, que debe servirnos para
reflexionarla en el campo de la hermenéutica y la filosofía, y no en el campo
de lo individual, pues muchas veces, lo que sufrimos no es la pérdida de un ser
querido, si no, la condición de posibilidad de un goce con aquella persona, un
sentimiento más egoísta que debe ser puesto en juicio para comprendernos a
nosotros a mismos, y no poner en juicio al fallecido por sus actos, pues estos,
ya han sido condenados al reposo del pasado.
Etiquetas:
Carlos Ryuten,
El Creacionista,
El Creacionista 2018,
Ensayo,
Escritores,
Escritores de México,
Escritores de Puebla,
Literatura,
Puebla
martes, 18 de diciembre de 2018
LUZ DIÁFANA
El creacionista del dia. José Luis Pérez Fernández.
De la vida nunca espere nada,
y nunca creí en las almas gemelas,
pero la vida me calló la boca
y me llevó a los brazos de mi ángel de la guarda.
Querido ángel no te apartes de mi,
pues en el momento en que lo hagas,
seré uno más jugando a vivir
sin realmente saber lo que es la vida.
Querido ángel,
seguid iluminando mi alma con tu aura bendita,
pues ni la pureza del cielo se compara con tu presencia.
Querido ángel,
dame alas para volar
una y diez vidas más a tu lado.
Querido ángel,
a partir de este día mi vida,
mi corazón y mi alma te pertenecen
y formaran parte de ti
hasta que nuestras almas queden totalmente extintas.
De la vida nunca espere nada,
y nunca creí en las almas gemelas,
pero la vida me calló la boca
y me llevó a los brazos de mi ángel de la guarda.
Querido ángel no te apartes de mi,
pues en el momento en que lo hagas,
seré uno más jugando a vivir
sin realmente saber lo que es la vida.
Querido ángel,
seguid iluminando mi alma con tu aura bendita,
pues ni la pureza del cielo se compara con tu presencia.
Querido ángel,
dame alas para volar
una y diez vidas más a tu lado.
Querido ángel,
a partir de este día mi vida,
mi corazón y mi alma te pertenecen
y formaran parte de ti
hasta que nuestras almas queden totalmente extintas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)