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miércoles, 27 de enero de 2016

QUERIDA MÍA

El creacionista del día. Aikas - Gerardo González V. 









Querida mía:


Podría comenzar presentándome pero no le veo sentido alguno, podría decirte quien soy pero de eso no trata esta carta. No señorita, no trata de mí sino de ti, querida mía.


Querida mía (disculpa la insistencia de llamarte así) te escribo por carta no porque no me haya atrevido a conseguir tu número telefónico o porque me de miedo presentarme ante ti puesto que te he dado la carta personalmente (o al menos ese era el plan mientras escribía estas letras), sino porque soy un amante del pasado y de los detalles. Si, de los detalles.


Por esto mismo es que puedo decirte que la primera vez que te vi traías unos aretes de caracolas color verde, seguramente pintados por algún artesano de tierra caliente. ¿Cuernavaca, Guerrero o quizás Vallarta? Espero una sonrisa tuya si he acertado con alguna locación.  


Continuando con esto también puedo decirte que la segunda vez que te vi, quedé prendado, completamente a tu merced; traías un solo arete, una pluma larga con algunas cuentas para extender su longitud. Aquella vez, tu cabello brillaba por el sol de verano y además no llevabas maquillaje, ibas con tu propia belleza; quizás por olvido o por prisa pero fuese lo que fuese no podías salir sin aretes.


Fue una fotografía de verano que quedó grabada en mi mente, seguramente para siempre a pesar de solo haberte visto mientras pasabas delante de mí.

¿Anticuado y detallista, verdad? Quizás no es una combinación ganadora en estos días. No tengo el físico ni el rostro que seguramente me darían más éxito (no lo digo porque crea que te fijaras en eso pero no hay que engañar a nadie, visualmente siempre se hace el primer contacto). Solo tengo las manos para escribirte y los ojos para mirarte pero no pienses que soy un acosador, no lo soy señorita mía (¿Menos agresivo que el querida, quizás?). No sé dónde vives, no sé a qué hora te vas ni a qué hora llegas así que no te espantes. Quizás solo podría intentar adivinar a la facultad a la que perteneces.


Podría ponerme a escribir más detalles, como por ejemplo la sonrisa y los suspiros abruptos que exclamo al verte pasar, al verte salir o al verte entrar pero recordemos que esta carta es más de ti que de mí aunque, ahora que lo pienso, quizás tú sabrás más de ti que lo que yo sé…

En fin, es todo lo que puedo expresar para que no parezca tan abrumador puesto que no quiero darte un nuevo testamento que quizás no terminarás de leer. Querida mía, estoy prendado de tu belleza y, la verdad, espero quedar así por mucho tiempo.

Siempre tuyo (o al menos por ahora), Jorge.





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