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miércoles, 16 de diciembre de 2015

VIOLENTA NAVIDAD

El creacionista del día. Agatha Cervantes.









Nieva, negra nieve,

nieve negra anti cosmética de mis aflicciones.



Dos campanadas sin sal

y sirvo al plato mental,

un poco de whisky, en burbujeante aburrimiento,

conversaciones marinadas en estupidez,

sopa de letras desgastadas,

pudin de cantaleta etílica por parte de los invitados.



Salgo, resoplo desesperación en la oscuridad.



Enciendo un cigarrillo para alumbrar mi poca esperanza en la humanidad,

el frío me habla,

tiemblo, quiero regresar

pero la congelante compañía, irónicamente tiene más sentido,

que las plásticas personas, que ebullicionan ridículas en el interior.



No lo soporto.



Vierto sobre la botella de vino, el aliento de Hades.





Mueren de a poco

de a poco hacen lo que la champagne cuando se agita demasiado.

Se extingue la sed, los sentidos fluyen,

sobre la lengua de la muerte.



¿Gotitas de felicidad? Ni madres, las mías,

lloro de felicidad.



Ya es Navidad para mí,

amaneció,

Apolo besa las copas vacías,

haciéndome recordar con su fulgor,

que dulce sueño de anoche, la realidad no lo tocó.



Cierro los ojos, espero pálida a pensamiento sombrío,

entre la resaca y el aroma vacío de mis anhelos,

a planear para el siguiente año,

con más exactitud,

la más violenta Navidad de todas,



Muerte en racimos violetas, con sabor a cacao,

irresistibles para la idiotez.


Quizá deba envolverla en papel de sonrisas ... tan solo quizá







jueves, 3 de diciembre de 2015

SARCÀSTICA NAVIDAD










"Lo más aburrido del mal es que a uno lo acostumbra"

Jean Paul Sartre

ESTE MES DE DICIEMBRE EL CREACIONISTA, INVITA A TODOS LOS CREATIVOS DE LA LITERATURA A COLABORAR SARCÁSTICAMENTE, EN CUALQUIERA DE LOS GÉNEROS EN LOS QUE SE SIENTAN CÓMODOS CREANDO.

LA NAVIDAD NO ES SOLO PARA LOS POSITIVOS, TAMBIÉN EL LADO NEGATIVO TIENE SU ENCANTO, EN LO QUE SE REFIERE A CREACIÓN.
LES COMPARTIMOS DE NUEVA A CUENTA NUESTRO CORREO A DONDE PUEDEN ENVIAR SUS COLABORACIONES: elcreacionista_@hotmail.com






ATTE.

EL CREACIONISTA ^_^













jueves, 19 de noviembre de 2015

JUAN

El creacionista del dia.  David Mariano Cerón Cerecer




No mucha gente sabe que una parte de mi vida la pase en Oaxaca, trabajaba en el ayuntamiento de un bello pueblito en la sierra – cuyo nombre no mencionaré por cuestiones personales – tenía bajo mi cargo la dirección de Comunicación Social y entre mis tareas estaba redactar y mandar notas para los principales diarios del estado,  la elaboración y distribución de gacetas y boletines informativos en el propio ayuntamiento.

Cuando llegue al municipio todo fue bastante nuevo para mí,  ya que venía de la "ciudad" como ellos le llamaban, y no tenía conocimiento alguno de la zona, por lo cual me asignaron a Don José como guía,  un lugareño de la región. Él me llevaba a los lugares de interés del pueblo o, bien, si necesitaba cualquier cosa él hacia el favor de conseguirla. El señor era bastante agradable y lo primero que hizo al verme fue presentarse y preguntar mi nombre, no sé porque lo hizo ya que al final término llamándome "güero", de hecho, todos en el pueblo lo hicieron.

Una tarde en la oficina del tesorero conversábamos sobre cualquier cosa, mientras nos tomábamos su mezcal;  hasta que llegó ese momento en donde dos personas que no tienen mucho en común, se dan cuenta de ello y los temas para conversar  parecen haberse terminado. Así que para romper el silencio incómodo aplique mi estrategia infalible, siempre que estoy aburrido o con alguien con que no  sabe de qué más hablar, saco el tema de los espantos.
Platicamos por largo rato hasta que nuevamente el silencio llegó, bueno, más que silencio fue una pausa hecha por Don José, quien me miró fijamente y preguntó si en realidad tenía interés por el tema, mi respuesta fue un categórico si, entonces tomó su caña y de un movimiento brusco y certero se la llevó a la boca,  vaciando lo que le quedaba de mezcal para después azotarla en la mesa con un golpe seco, con la palma de la mano izquierda se limpió la boca y con su mirada aún fija y retadora me dijo sin más : 

–  Entonces te veo mañana a las 5 frente a la primaria, veremos si en realidad tienes huevitos güero, tomó su sombrero y salió tropezando con los muebles de la oficina.


La tarde siguiente cuando llegue a la primaria, el tipo ya estaba esperando, llevaba su sombrero como siempre y sin más nos subimos a la camioneta;  anduvimos un rato por la carretera que sube al cerro, y en una entrada improvisada dio vuelta para adentrarse por un camino de terracería y maleza, fueron como 20 minutos los que recorrimos hasta que se detuvo, para ese momento comenzaba a obscurecer y algo de aire frío llegó al lugar;  bajamos de la camioneta y sin decirnos nada lo seguí por un pequeño caminito que atravesaba una arboleda, y al final nos encontremos con los restos de lo que una vez debió ser una gran hacienda, se detuvo y me preguntó, no, más bien me desafío cuestionándome si en realidad me sentía muy valiente, y pues ya después de todo el viaje le dije que sí, aunque más que valor tenía curiosidad.



 Seguimos caminando hacia la hacienda y mientras nos acercábamos el sol nos abandonaba a nuestra suerte, el aire se volvía más frío y una especie de mal presentimiento llegaba a mí, pero no le daría gusto al Don de hacérselo saber, ya que ahora no era sólo yo quien estaba en ese lugar, ahora era también el representante de todas esas personas que viven en la "ciudad" y que siempre han sido catalogadas como "los sin huevos" por la gente de provincia; caminamos unos pasos más y luego se detuvo, sacó un cigarro de la bolsa de su camisa y me invitó otro, lo prendió con toda la calma del mundo con unos cerillos que tenía en su pantalón para darle una larga y muy profunda bocanada,  mientras ponía nuevamente su mirada en mis ojos, sacaba una cortina de humo de muy considerable tamaño y  comenzó a hablar:

               Hace ya muchos años, este pueblo no tenía nada, después de todo ya sabes que este estado siempre ha sido catalogado como uno de los más pobres. Pues en fin, había un joven, un tal Juan que se enamoró de una chica, que como es común en estas historias resulto ser la más bonita de todo el pueblo, y como también era de suponerse ella siempre lo rechazo y lo humillo por su pobreza.

Juan se dedicaba a recoger hiervas y plantas del cerro que después vendía en el mercado para que la gente preparara  sus infusiones, y pues de ahí no se gana más que lo básico para que los frijoles y la tortilla no hagan falta nunca en la mesa.  Así que el chico entendió que de esa forma nunca podría ganar el corazón de su dama.


Se cuenta que una tarde  Juan tomó su bota llena de mezcal y fue a la montaña a embriagarse, entre trago y trago  culpo y maldijo a Dios por su suerte hasta quedar inconsciente.
Después de unas horas, una tupida lluvia lo despertó, ya era bastante noche y a causa de las nubes todo estaba muy obscuro, caminó por largo rato sin lograr encontrar el camino a casa. Quién sabe si era por el alcohol, pero aunque él conocía a la perfección la zona por todos sus años viviendo ahí, pero no pudo reconocer nada del lugar, así que sólo siguió caminando hasta encontrar un árbol grande y viejo que utilizó para resguardarse y esperar a que la lluvia pasara.


Al poco tiempo la lluvia paro y con ello llegó el sonido del trotar de un caballo, Juan se alegró y pensó que alguien del pueblo estaba cerca y que lo podría llevar de regreso; a la distancia sólo pudo diferenciar que era un charro quien llegaba, corrió hacia él pero al estar cerca algo en su interior hizo que se parará de golpe, tal vez miedo, tal vez desconfianza, tal vez su instinto de supervivencia, tal vez Dios, así que sólo se quedó parado a unos metro de él.
El charro detuvo el trote para bajar de su caballo, era bastante alto y vestía un traje negro con adornos dorados con ese porte de la gente rica; más algo en él despertaba temor en Juan quien recordó las historias de su padre sobre un charro negro que se llevaba el alma de las personas al infierno. Entonces quiso echar a correr pero sus piernas no respondieron, ningún músculo lo hizo.

 El charro se acercó y con voz profunda y ronca lo saludo llamándolo por su nombre – Buenas noches, Juan- y añadió – ¿qué te trae a mis tierras? – por más que lo intento Juan no pudo articular palabra alguna, sólo se quedó parado pues bien sabía quién, o mejor dicho, "que" era lo que estaba hablando frente a él. Juan jamás había creído las historias de su padre y ahora lo tenía delante de sus ojos; el charro se acercó más pero no se le podía distinguir el rostro pues su sombrero lo cubría casi en la totalidad.

En realidad no es necesario que me digas a que viniste, sé muy bien lo que quieres – dijo el charro negro – yo puedo dártelo, pero a cambio quiero algo. Juan tenía muy claro que era lo que el charro le pediría y estaba dispuesto a darlo con tal de tener a su objeto del deseo entre sus brazos.

– Lo primero que debes de hacer es renunciar a tu Dios y por último debes firmar con tu sangre este pacto – Juan no lo pensó dos veces y con un gran grito maldijo a su creador, saco un pequeño cuchillo que utilizaba para cortar plantas y lo hundió en su palma derecha, dejó caer un chorro de sangre en el pasto e inmediatamente se encontró despertando a la sombra de aquel árbol,  bajo el cual se había cubierto de la lluvia, se preguntó si todo eso había sido un sueño pero al ver la palma de su mano notó una nueva cicatriz.


Cuando llegó a su jacal le dieron la noticia de que su padre había muerto la noche anterior, el impacto fue muy fuerte y paso varios días encerrado en su casa tomando, maldiciendo a la vida y a Dios por su suerte;  hasta que una noche donde el alcohol lo había dejado inconsciente como ya era costumbre, llegó a él un sueño donde estaba en su cuarto recostado y un perro negro bastante grande le ladraba, él le gritaba al perro groserías para que se fuera,  pero el perro seguía ahí ladrando, entonces tomaba su machete y lo encaraba, el perro salía del cuarto y se dirigía a un pequeño patio que usaba para poner a secar las hierbas y justamente en el centro comenzaba a escarbar;  Juan se acercó y comenzó a escarbar también hasta que se topó con algo sólido, en eso un fuerte aullido que parecía venir de abajo de su cama lo despertó, se levantó para tomar un trago más y al asomarse por la puerta hacia el patio vio que había un pequeño hueco, tiró la botella al piso y corrió hacia él, se hincó y pudo ver que algo brillaba, escarbó un poco más y encontró una gran olla llena con monedas de oro, siguió escarbando y encontró otra, y cada vez escarbaba salían más, parecía no tener fin.


A los pocos días Juan tiró su jacal, contrato gente y comenzó a construir una hacienda, compró caballos, reses e inició una nueva vida. En cuanto se terminó la construcción fue en busca de la mujer que había provocado todo; ella como lo vio bien vestido y con riquezas aceptó casarse con él. Por extraño que pareciera todo iba bastante bien para la pareja hasta que un día,  en que Juan venía de un pueblo cercano fue asaltado, mataron a todos los que lo acompañaban y a él lo dejaron casi a punto de morir, sabía que no le quedaba ya mucho tiempo.  Juan que ya lo tenía todo estaba a punto de perderlo por lo que maldijo su suerte y a Dios una vez más.


Esa misma noche el charro llegó para reclamar lo que era suyo, pero Juan ahogado en el miedo de perderlo todo hizo un nuevo pacto con él, logró negociar la vida eterna, pero no sabía a qué precio. Al día siguiente Juan ya estaba como si nada hubiera pasado, parecía que las heridas jamás hubieran estado en su cuerpo, y cuando llegó la noche se refugió en su cuarto, prohibiendo a todas las personas que se acercaran al lugar oyeran lo que oyeran, esa fue la primera noche que el charro negro llegó a cobrar su nuevo pacto.


Los gritos más desgarradores se oyeron por toda la hacienda, provocando temor y miedo en la gente, el sonido venía del cuarto de Juan,  más nadie tenía idea de que podría ser el quien los provocaba,  ya que desde que había conseguido su fortuna siempre fue amable y bondadoso con la gente, jamás hubieran creído que "el malo" siempre hubiera estado a su lado.
Así pasaron noches, semanas y meses,  hasta que en una ocasión, la esposa de Juan que al paso del tiempo realmente lo había llegado a amar, no resistió el dolor que se oía en esa habitación y entró, lo que vio la lleno de pánico, no supo cómo manejarlo y al instante cayó enferma.


La mujer no pudo asimilar lo que había visto, el color en su piel y cabello desaparecieron y su cuerpo ya no respondía ante ningún estímulo; varios doctores fueron a verla, más el resultado siempre fue el mismo, nadie lograba decir que era lo que tenía y mucho menos encontrar una cura, sin embargo todos acordaban que ese mal le estaba carcomiendo el alma y terminaría por llevársela al otro mundo muy pronto, que ya sólo quedaba rezar por ella y por su salvación.



El fatídico día llegó y quien en algún tiempo fuera la mujer que dio tanta felicidad a Juan falleció, en el instante una risa macabra se oyó en todo el lugar. Juan no aceptó su responsabilidad en el acto y culpó una vez más a Dios de su suerte.


Con los días que pasaban, él, quien había sido amable con todo mundo, cambió, se volvió una persona llena de odio y rencor que a la menor falla de sus trabajadores los mandaba a encadenar y azotar públicamente para desquitar su dolor; mando a construir unas mazmorras donde todo aquel que fuese acusado de robo era recluido y torturado, se dice que incluso era él en persona quien realizaba esos actos con una sonrisa de satisfacción en su rostro.


Al poco tiempo sus trabajadores comenzaron a abandonar la hacienda hasta que Juan se quedó totalmente sólo, sin el amor de su vida, sin poder morir y con las visitas nocturnas.
Los años pasaron y llego la revolución, el ejército quiso utilizar la hacienda como punto estratégico, pero cuando llegó la noche también llegaron los gritos desgarradores de Juan, ni los más valientes del regimiento pudieron resistirlos y decidieron bombardear y abandonar ese maldito lugar.  Hasta estos días, si pones atención, aún se pueden oír los gritos de Juan siendo castigado por sus actos.



La noche ya había llegado en su totalidad y el cielo se había inundado de estrellas, así es en provincia, no  creo haber visto cielo más estrellado antes, pero también en el lugar el aire se había hecho frío, casi helado, se me había hecho una muy buena historia aunque estaba seguro que todo era un cuento para espantar turistas.



Don José al notar mi incredulidad me dijo – ven, vamos a acercarnos más –  caminamos unos cuantos metros, él señaló una ventana que estaba en lo más alto de esas ruinas  –   mira, ve hacia esa ventana – la observe sólo un momento cuando una luz la alumbró desde dentro y el Don comentó –  ya va a comenzar –  sentí una corriente fría recorrer todo mi cuerpo, desde los pies hasta mi último cabello, y no estoy seguro si fue el viento o pura sugestión pero juró que escuche gritos que venían desde ese lugar, admito que me dio miedo, pues me quede inmóvil un momento, pero también me dio bastante curiosidad;  le propuse a Don José, ir a investigar, a lo que me dijo –   tas bien pendejo  –  y comenzó su camino hacia la camioneta. En el trayecto casi no platicamos pero esa noche yo jamás podría olvidarla.  

Oaxaca, estado mágico y a la vez tenebroso, tan lleno de magia y misterio, y esa fue sólo una de las tantas cosas sin explicación que me ocurrieron allá. 






jueves, 12 de noviembre de 2015

EL JACAL

El creacionista del día. Alex Fabiola Morales G. 









La muerte me vino de golpe. Lo supe cuando deje de sentir frío en los pies para sentir piquetes como finas agujas traspasándome la piel. Pinche cobija fue lo primero que pensé. Pinche jacal tan jodido. Pinche vida. Todo fue por culpa de Soledad, si no me hubiera sido infiel la muy puta. A fuerza quería coger todos los días, yo le dije que no. Más de tres veces a la semana es demasiado, ¿Por qué las mujeres piensan  que somos estrellas de porno? Esta mujer jamás entendió que tenía que trabajar. No es que no me guste el sexo ¿a quién no? Amaba su piel morena tostada por el sol, amaba su cabello negro y sus mejillas levemente rosadas que tenía cuando se entregaba. Parecía una manzana, pero una manzana con el alma negra y podrida. Su semilla era muy mala. Fue como el vinagre, amargó todo lo bueno en mí. Debí saberlo desde la primera vez que se acercó por azar al burdel que yo frecuentaba los fines de semana. Tras esa mirada de ángel, ella se acercó con su alma de diablo para seducirme, al igual que lo hizo con otros, si bien es cierto que conmigo no lo hizo por dinero, lo hizo por diversión. La muy perra, como se ha de ver burlado de mi. Después de que me hizo perder la cabeza, aquella vez que se metió bajo mis sabanas, siempre me pedía más, era inagotable.


Al principio estuvo bien, después ella perdió la dimensión de las cosas. Siempre me exigía más, siempre más dinero, más detalles, más joyas, más zapatos, más sexo, más de todo, siempre más, más, más, más  como si hubiera querido llenar con todas la cosas superficiales del mundo,  su nombre: soledad. Pinche Soledad.  Bajo su embrujo, yo intentaba complacerla,  pero claro, ella no entendió nada, supongo que se aburrió  y se tuvo que ir a revolcar con otro. Nunca fue discreta, siempre se veía con él al atardecer en  la orilla de la  playa más lejana. Pero los ojos eternos de Argos la vieron. No faltó quien me dijo –te están bajando a la vieja, ya te crecieron los de chivo–. Yo fingí demencia,  pretendí ignorarlo, pero ante su indiferencia cuando llegaba cansado a casa y su fingido amor la duda floreció. Empecé a faltar a la fábrica para seguirla, olfateaba su traición, sentía su cuerpo al lado mío helado, frío, como un hielo que quema y que pretendía derretir con mi amor. No entendí nunca que buscaba, a mi lado podía tener todo. Mi salario no era mucho, pero podía darlo esos pequeños lujos que exigía, ¡No entiendo! ¡No entiendo qué pasó! ¡Ni siquiera se revolcó con un hombre de dinero!



Ese día, tras una semana de seguirla, se reunió con él. Yo los vi con mis ojos, yo vi como metía su asquerosa mano entre sus piernas, como besaba sus senos. Era insoportable verlo hacer eso, era inconcebible que la piel de ella fuera de otro. No podía imaginar su olor mezclado con el de otro. No podía ser posible que sus labios fueran de ese tipo. Me acerqué como un gato sigiloso, dejé que disfrutaran un poco. Quise ver si tenía los ojos encendidos de pasión como lo hacía conmigo, quise oír si gemía con él como conmigo. Y si, así lo hacía, fue cuando desvaine con toda mi furia y mi dolor el machete sobre la espalda de él. Puede ver los ojos de Soledad salpicados de sangre, lleno de desesperación. Pude ver sus mejillas encendidas no de pasión, sino de vergüenza, de rabia, de asco y de dolor. Pude ver como con la misma ansiedad que recibía entre sus piernas a su amante, lo empujaba, lo separaba de sí. Quería hablar, decir, justificar, ¡No! ¡No quise escuchar nada! No quise saber nada. Con el machete le rebane la cara, deshoje sus sesos como margarita con la misma rabia que un adolescente puede sentir cuando la última hoja dice “no te ama”.  El todavía respiraba, el muy maldito quiso protegerte con su cuerpo. Sentí placer al cercenar su torso una y otra vez. Sentí placer matar a ambos.



¿Querías amor? Lo tuviste a manos llenas. Fue su muerte muy romántica. La sangre de él y la tuya se mezclaron. ¡Malditos los dos! ¡Malditos! Al matarte Soledad, me condenaste a mí, pero con gusto lo haría mil veces, un millón. Te he de matar todos los segundos de mi vida. Aquí estoy en este maldito jacal, perdido,  esperando a que vengan  por mí para meterme a la prisión. Aquí estoy con costras de tu sangre adultera y de tu amante pagando la penitencia. Hoy la noche es negra. No hay luz en este asqueroso jacal.  Aquí estás tú soledad, como estas últimas noches, sentada a mi lado reclamando que mate al amor de tu vida. Perra.  Lárgate ánima, lárgate. Bruja, lárgate, lárgate, ¡Largate!  





Amaneció, ya no te escucho ni te veo.  Al fin de salido de ese agujero. La muerte me vino de golpe. Lo supe cuando deje de sentir frío en los pies para sentir piquetes como finas agujas traspasándome la piel.   Te veo, entre esta oscuridad te veo…te veo. Estas con él, ¡Estas con él! He desvainado mi machete. Aquí los he de matar de nuevo. 





martes, 10 de noviembre de 2015

MEDIUM

El creacionista del día. Carlos A. Cid Miguel


Ella se sentó en la única silla de aquel cuarto. Cerrando los ojos comenzó a respirar más despacio, inhalaba, exhalaba; inhalaba; exhalaba; hasta que estuvo...


                               https://www.youtube.com/watch?v=J3LBjzi_XTQ













viernes, 30 de octubre de 2015

AMANTE NO NACIDO

El creacionista del día. Aleqs Garrigóz







Eres lo que llena la oquedad de mi existencia.
Yo apenas puedo adivinarte con temor,
interpretar tu misterio como a una lámpara que se enciende
desde allá –la orilla que mis sentidos no alcanzan–
para que yo la vea, llamándome, no sin sentir tu intemperancia
que me apresura, presiona levemente.

Tu patrimonio de potestades es aún desconocido por mí.
Mas sé que existes: en un trance te me revelas
mientras sombras hacen extrañas oscilaciones,
unas sombras que están hechas de sueño.



Me hablas con tu lenguaje extranjero que estoy aprendiendo,

alargas una mano invisible que me roza
ligeramente, tan solo para extrañarme o hacerme flaquear.
Saltas a la realidad mediante símbolos:
a veces es la rama anormal de un árbol que crece hacia mi ventana
o el galope de unos cascos que se van acercando
–su jinete: un héroe que me raptaría a mitad de la novela–;
otras el viento que se arrastra y languidece,
el mismo viento que forma caprichosos remolinos de pétalos al ocaso.

A veces es únicamente la noche.



Quiero estar contigo,
entregarme a tu juego de cartas invisibles
apostando a perder.



Me gusta cuando de día
haces que las piedrecillas del regato canten al chocar
murmurando secretamente mi nombre.
(Me has enseñado que un día es sólo una isla entre dos noches,
que la noche es lo que hay detrás de todos los días y las noches;
que el día es sólo un accidente, una forma de la noche.)



Te invoco agitando ramas de olor,
dejo que tu viento entre a mi alcoba,
duermo sin ropas para agradarte aún más.



En alma te tengo.
Pero buscarte en cuerpo es vano.



Me lo has dejado saber:
aún no has nacido.




martes, 20 de octubre de 2015

VOCES

El creacionista del dÍa. Gerardo Gonzalez 








Las voces susurraban a sus oídos.

Las palabras que lentamente entraban a través de sus orejas, resonaban cual eco en una gran cueva dentro de su cabeza.

― Hazlo. (Hazlo, haz-lo, hazlo).

Su pensamiento era confuso, no podía pensar con claridad. Lo único que podía escuchar era el acelerado pulso de su corazón y el resonar de aquellas palabras dentro de ella.

― Hazlo. (Haz-lo, hazlo, haz-lo).

Trató de pensar con claridad, de preguntarse el por qué tenía que hacerlo. Trató de recordar pero, simplemente, no podía hacerlo. No recordaba las situaciones que la habían llevado ahí, ¿Hubo una discusión o había sido una pelea? Alguien le había hecho sentir una sensación que no era para nada de su agrado.


― No im-por-ta. (No importa, nada importa, no i-m-por-ta).


Tenía que haber algo, tenía que importar. No podía hacerlo sin saber, todo tenía un porque pero todo le resultaba bastante vago. Mientras trataba de recordar, haciendo un esfuerzo en su mente, algo comenzaba a molestarle. No sabía el por qué pero comenzó a sentir enojo, frustración, coraje.


― Enójate (E-nó-ja-te, haz-lo, no impor-ta).


Las voces seguían susurrándole las palabras. ¿Tendrían razón? Claro que la tienen, ellas me entienden, me entienden, comenzó a pensar. ¿Tendría que buscar una razón para hacerlo? No, con lo enojada que comenzaba sentirse no había razón alguna para no hacerlo.


― Hazlo. (Haz-lo, hazlo, ha-z-l-o).


Alguien le había dicho alguna vez que cuando estuviera enojada no tomara decisiones, ¿Había sido esa la misma persona que le causaba el enojo? No, no era la misma. No sabía a ciencia cierta porque lo podía asegurar pero sabía que no era la misma. ¿Quién le había aconsejado esa frase? ¿Lo había hecho para calmarla o para quitarse un problema de encima? No, se lo había dicho amablemente, se lo había dicho como un consejo. Si, había sido un consejo.

Una lágrima escurrió de su mejilla y el panorama comenzó a abrirse un poco. En el horizonte el sol comenzaba a esconderse dentro de la tierra, había nubes y el cielo trazaba algunos tonos rojizos que poco a poco iban siendo consumidos por la inmensa oscuridad que se avecinaba.


Se limpió la lágrima de la mejilla. ¿Por qué tengo que hacerlo? Pensó. ¿Qué hago aquí?

― Hazlo, no preguntes. (No pre-gun-tes, haz-lo, no impor-ta).

Las voces seguían susurrando a sus oídos, cada vez en un tono más alto, más fuerte. El eco en su cabeza era mayor, si antes no podía concentrarse con claridad, parecía que ahora no podía ni intentarlo.

― Hazlo. (No pre-gun-tes).

― Hazlo. (¡No importa!, Haz-lo).

― Hazlo. (¡No preguntes!, ¡No importa!, ¡Hazlo!)


Las voces alzaban su tono más y más, poco a poco le parecían gritos dentro de su cabeza. Los suaves y retorcidos susurros que le habían guiado hasta ese momento se habían transformado en monstruos que le gritaban y ordenaban que lo hiciera.

Tapó sus oídos con las palmas de sus manos.

Cállense.

― Hazlo. (¡No preguntes!, ¡No importa!, ¡Hazlo!)

Cállense.

― Hazlo. (¡No importa!, Haz-lo).

Apretó con más fuerza, aferrándose a la idea de que aquellas voces estaban fuera de ella.

― Hazlo. (¡No silencio!, Haz-lo).

― ¡NO! ― Gritó con todas sus fuerzas y dio unos pasos hacia atrás, tambaleándose hasta perder el equilibrio y caer duramente sobre el cemento.

― Levántate. (Haz-lo, le-van-ta-te, hazlo).

― No... no quiero.

Mantuvo fuertemente apretadas sus manos con su cabeza y comenzó a llorar. Finalmente recordó.

Por la tarde había descubierto que su prometido se estaba acostando con otra chica, desde hace varios meses al parecer. Él había tratado de justificarse pero para ella no existía justificación alguna, quería morirse. La fiesta, la iglesia, el vestido, la banda, los regalos…

Así es como había comenzado a escuchar aquellas voces y se había subido al edificio en construcción cerca de su casa. Era sábado y el guardia estaba durmiendo la siesta, no le fue difícil subir hasta el último piso posible y asomarse por el filo del mismo.

Aquél consejo había sido de su padre, quien había fallecido hace un par de años.


Descubrió sus oídos y trató de escuchar con atención. Ya no había voces, el sol no se había terminado de ocultar y una suave brisa soplaba, si se levantaba rápidamente y bajaba con cuidado, todavía podría llegar con algo de luz a casa. La cadera le dolía y tenía los codos raspados, pero extrañamente se sentía mejor.





martes, 13 de octubre de 2015

¿QUIÉN ENCERRÓ AL MINOTAURO?

El creacionista del día. Adán Echeverría




El día de muertos la feria amaneció instalada en el parque sin que nadie escuchara algo. Los más trasnochadores dijeron que se fueron a dormir, abandonando el parque, a eso de las tres de la mañana y aún no había nada. Solo la mujer que acostumbraba alimentar a las gallinas de madrugada, vio pasar las camionetas, escuchó voces y algunos martillazos, pero nada tan escandaloso que previera todo el trabajo nocturno para levantar las atracciones. 
Ahí estaban los futbolitos, las sillas voladoras, la rueda de la fortuna, esas tablas para tirar canicas, y la zona de rifles de aire para cazar patos de aluminio. En el centro de la feria se encontraba la casa de los sustos y a un costado, la entrada al laberinto con la leyenda: ¿Quién encerró al Minotauro?, entre dibujos de cuernos, colas de reses, pezuñas, y el torso de un hombre corpulento con la cara de un buey.


Al atardecer, los encargados de la feria vociferaban atrayendo a los clientes. La gente del pueblo salió de misa de difuntos y, contrario a las costumbres, quisieron gozar el esparcimiento, contra las indicaciones del párroco, de algunas de las señoras piadosas y de los hombres que apoyaban en la comunión.


Desde la entrada al laberinto, un hombre gritaba:

-¡Llega a ustedes Eeel Laberintooo! -Y abriendo los ojos como un poseso decía a los que se le acercaban: -Acérquense y atrévanse a entrar –la gente sonreía y temblaba al mismo tiempo, ante la desorbitada mirada del hombre; y el palurdo entonces levantaba la vista y continuaba invitando con sus ademanes: -¡Miren al monstruo: Mitad toro, mitad hombre!

Las personas dudaban porque. Además, el párroco había bajado de la Iglesia para agredir verbalmente a los encargados de la feria, junto con los feligreses:

- Es noche de día de muertos. Vayan a sus casas. Hagan oración.

Con todo y la confusión que se había armado, muchos se percataron que Raúl, uno de los acólitos de tan sólo 13 años, como un desafío hacía sí mismo, decidió entrar al laberinto. No había oscurecido cuando el muchacho preguntó al encargado: -¿Cuánto cuesta la entrada?

- Para ti es gratis.

A las dos de la mañana cuando la gente decidió que era tiempo de refugiarse en su casa, porque el frío comenzaba a picarles la piel, y los ojos les ardían por esas ventiscas heladas que circulaban en el descampado, la feria comenzó a cerrar sus atracciones. Pero nadie vio salir a Raúl del laberinto.

Sus padres quisieron hablar con los encargados de la feria pero ellos solo argumentaban: Es imposible que haya entrado solo, no se permite. Los niños tienen que entrar acompañados de un adulto.


Los padres y otras muchas personas del pueblo, enfurecidas, despertaron al alcalde, quien con los policías, los que vieron entrar al muchacho, y hasta el mismo sacerdote obligaron a los encargados a desmontar el laberinto. Estaba oscuro y una densa neblina había caído sobre el pueblo. Nada pudieron hallar entre los retorcidos fierros y láminas.

Los hombres de la feria fueron llevados a la cárcel pública. Los policías recorrieron las calles, interrogaron a los amigos de Raúl, dieron rondines por las carreteras aledañas, las entradas y las salidas del pueblo, se internaron por el monte, sin encontrar nada.


Cansados vieron salir el sol del amanecer, y ante la luz dulce de la mañana, con el terror en los ojos, se percataron que el parque se encontraba abandonado, limpio y silencioso: ningún juego mecánico ni carpa se encontraban instalados. Todas las atracciones que habían disfrutado por la noche, ante la luz brillante del sol, habían desaparecido; la feria había sido levantada y nadie supo cómo ni en qué momento. Corrieron hacia la cárcel pública a pedir explicación a los detenidos, pero no hallaron a nadie tras las rejas, sólo algunos huesos humanos y unos cráneos relucientes y pequeños como de niños, cenizas y las colillas de cigarros que presumían haber sido fumados hacía poco tiempo aun desprendía su picante aroma.


Apareció entre ellos la mujer que solía alimentar a las gallinas muy de madrugada y les dijo: 

-A las tres de la mañana se fueron en sus camionetas.





miércoles, 7 de octubre de 2015

OCTUBRE - NOVIEMBRE DE LEYENDAS Y LITERATURA PARANORMAL








(...) Pero ahora me sonó a cosa mala y llena de pecado. Me dio miedo y, sin embargo, ansiaba observar de cerca su trabajo maligno.


James Joyce




ABRIMOS LA CONVOCATORIA DE AMBOS MESES, PARA QUE LA INSPIRACIÓN SE TIÑA DE OSCURO - TENEBROSO, AHÍ LA PUERTA AL MUNDO DE LA CREACIÓN SURGIRÁ,  NARRANDO LO QUE NADIE SE ATREVE. 

INVITAMOS A TODOS LOS CREACIONISTAS A RELATARNOS ALGUNA LEYENDA, O SUCESO, YA SEA DE LA PROPIA INVENCIÓN O EXPERIENCIA, SIEMPRE SERA BIENVENIDO A ESTE ESPACIO, QUE SIN SU AYUDA Y COLABORACIÓN NO SERIA POSIBLE. 


LA LITERATURA DE IGUAL MANERA TIENE SU LADO TERRORÍFICO, ESPERAMOS SUS COLABORACIONES, EN TODOS LOS GÉNEROS, AL CORREO QUE YA CONOCEN; elcreacionista_@hotmail.com.

NO DEJEN DE SORPRENDERNOS O DE SACARNOS UN SUSTO  CON SUS HISTORIAS, LES ESPERAMOS CON TODO GUSTO. 



EL CREACIONISTA ^_^





martes, 29 de septiembre de 2015

SEPTIEMBRE: El mes que huele a chalupas y a tierra mojada

El creacionista del día.  Carla Brunni





Septiembre es hermoso porque es callado como capilla y firme en decisión, con ese olor tan peculiar a tierra mojada y cielos grises que nos recuerdan que lo efímero e impredecible como las tormentas en gajos son más preciosas a ser descifradas que un montón de cielos azules.

Como cada año, Doña Lucrecia ansiaba que llegara el mes de las fiesta patrias. Su adoración: la cocina, se reflejaba en cada uno de los deliciosos platillos poblanos que desde hace 30 años sazonaban la casa de la familia Rosas. La cocina de Puebla es variada, condimentada con sabores peculiares, colores vivos y muy recordados dentro de la suculenta cocina de México.

El mole poblano, el pipián, los chiles en nogada, las cemitas, los molotes, las chalupas y las gorditas son algunos de los manjares que cualquier turista no debe perderse en su visita a esta fría y colonial ciudad de los Ángeles.

Pero septiembre ofrece aún más que una fecha memorable de antojitos, patriotismo y tequila. En esta ocasión, a 205 años de un país que cada vez más causa revuelta remembrar ser o no ser un país independiente, México si celebra algo que mucha gente está perdiendo: esperanza y fortaleza y sí, ciertamente también los hechos históricos que ocurrieron el 16 de septiembre de 1810 cuando México se hizo finalmente independiente del domino Español que reinó nuestro territorio por 300 años.

Pero no solamente una fecha importante es razón de celebración, y desde luego no entraría en contradicción con estudiosos amargados que opinaran firmemente que no hay nada que celebrar el 16 de septiembre. Amar a tu país no es cuestión de periodos, sin embargo, hay episodios en la Historia de México que sin lugar a duda serán recordados toda la vida y éste es uno de ellos.

México es un país rico, desde lugares exóticos, clima, comida, tranquilidad hasta gente hospitalaria con quien quizá nos topamos algún día y sabemos que nos ofrecen un cálido abrazo, una sonrisa, una agüita de horchata y una cobija que huela a Vel Rosita.

Miguel Rosas caminaba todos los días 7 kilómetros para llegar a la escuela, y en especial Septiembre era el mes en donde siempre "metía la pata" en los charcos. Llegaba siempre a la escuela con el lodo entre los pies, y la maestra siempre tenía que decirle que se limpiara con la jerga de la entrada antes de entrar al salón. Miguel entraba riéndose de su burrada, y por lo menos tres veces por semana repetía lo mismo.

Agua por doquier, lluvias, truenos, y un par de suspiros. Nada que septiembre no nos regale por 30 días.

Septiembre como Navidad es de fecha especial para volver a volver de donde volvimos vueltos, en envolturas que volvieron a ser devueltas. Septiembre es hermoso porque es callado como capilla y firme en decisión, con ese olor tan peculiar a tierra mojada y cielos grises que nos recuerdan que lo efímero e impredecible como las tormentas en gajos son más preciosas a ser descifradas que un montón de cielos azules. Y Aunque pareciera que el cielo llorara pisando en tacones suelos de madera, no hace más que desintoxicarse de todo lo que el año se ha llevado con él, porque Septiembre es preciso y no yerra.


Septiembre enfría lo que nadie ya sabe calentar, como todos los años, Septiembre en verde, reverdece los jardines de toda abuelita que vive aun o en cielo está y purifica el ser con deseos apretados que manchan cualquier historia a sangre viva para dejar en prueba que cualquier historia existió y que hoy es el momento de hacer notar que la huella permanente solo queda si alguna vez alguien pisa un simple y desinteresado charco.

México.




martes, 22 de septiembre de 2015

ZACARÍAS

El creacionista del día. Nicola Capponi







Todo el día se tumba al sol, retando a la luz con el enramaje peludo de su figura,
lleva noches sin volver, 
es un ingrato,
dispone de dos alabanzas en mi contra, 
traer cadáveres, y deslizarse templadamente entre mis piernas.


Las excusas reposan sobre los bigotes,
las miradas entrecerradas  suscitan un aire de hijo de puta,
pero con la franqueza mas tenue, revuelve mis sentidos,
al escuchar un miau, mas miau, dos miau, 
luego de eso se vuelve invencible, 
mis molestias desaparecen y cierro la ventana.

Mañana me espera otra horda de modos de gato infame,
Zacarías, no es un compañero, 
es un revolucionario de las azoteas, 
otra noche con el colmo de la desesperación, 
arruinada por maullidos frenéticos,
donde los demonios reposan, 
sobre el suave ronroneo de un mar afelpado.  




lunes, 14 de septiembre de 2015

Ecos de un ladrido apagado

El creacionista del día. Alma Carbajal Guzmán.








Un ladrido, dos ladridos, tres mordidas.
así dio inicio al concepto de amistad,
entre aquella parte que falta al ser humano,
fidelidad digna.

Recorrimos juntas nueve años,
desacuerdos en las mañanas,
avisándome uno a uno los sonidos inermes de la ciudad;
recomponiendo mis ratos de tristeza
con ojos de botón,
nariz de Niagara, Niagara,
lengüetazos que imprimen  consuelo,
el más verdadero, sincero, e indeleble. 


Una tarde todas esas sonrisas que causaste
se apagaron con la brisa cruel de los años,
ya no eras la misma de antes,
tu ladrido cayo en el silencio,
tus patas,  y colita ya no se movieron con su
estrepitoso jubilo de siempre.


La definición de muerte piadosa, te arrebato de mis brazos,
el rumor de tu sufrimiento cesó con un pinchazo, 
y tu respirar se quedó suspendido, 
en el último pétalo de una sustancia indefinida en "paz".

No pude contener tus cenizas, pero te fuiste recomponiendo y quedando
en la brisa de mi recuerdo.