El creacionista del día. Agatha Cervantes.
Hoy ya no soporto, solo han sido seis meses en mi nueva
escuela y sigo siendo nueva en todo, pero aun más en ser el monumento de burla
de todos mis compañeros de clase. No he querido decirle nada a mi mamá para que
no se preocupe; ella trabaja toda la noche y entre pacientes, cubrir turnos
nocturnos en el hospital y ser mi
“madre” no tiene tiempo de nada, ni siquiera para ocuparse de sí misma, eso me
provoca una tristeza y al mismo tiempo una lástima terrible.
Fui la primera en
salir del salón de clases hace algunas horas, pero eso no me salvo de recibir la paliza de siempre. Corrí,
corrí lo más rápido que pude, pero no pude zafarme de los tentáculos del grupo
de krakens. Raúl y su bolita obsesionados en satisfacer su necesidad de
toqueteos; les han hecho creer a la escuela
entera que soy la zorra de la clase. Como cada día me avientan, me cansan en un
remolino de empujones, pasándome de mano en mano como una bola de estambre
deshilachada; lo que no saben es que ya estoy deshilachada, revuelta por
dentro, ahogada en el hastió de mis sentimientos, acobardando todas esas ganas
de salir adelante con cada amanecer, se han agotado mis ansias de continuar,
quiero darle la espalda a todo, mis lagrimas ya no son lagrimas son un veneno
que ya no quiero llorar. Y lo más patético de todo es que… estoy sola entre las
dunas y el apabullante sol de las risas; mis silencios espero sean escuchados
algún día, porque aquí los imprimó con todavía la poca lucidez que retengo en
la razón y en la memoria.
Después de haberlo meditado algunas semanas, hoy digo adiós
al dolor, a las miradas, al dedo que me apunta y me apuñala noche tras noche,
el cual me hierve en una poción de odio y resentimiento que no puedo tolerar. Un
frasco de calmantes de mamá, un poco de vodka y cucharadas soperas de veneno
para rata, cernidas sobre una mezcla para pastel de chocolate, así quiero irme,
lenta y dulcemente, porque ya no puedo sufrir.
Ya no puedo llorar por más que quisiera en estos momentos
próximos a mi liberación, porque se han vertido todas como mi propia sangre, encima de quienes
me han causado tanto daño.
Mamá no fue tu culpa, realmente solo quiero ser libre y
decirte que no tendrás que preocuparte nunca de mí, te amo y sé que ahora estaré
bien, ahora más que nunca.
P.D. Papá no fue
culpa de mama, ella me cuida todo lo que puede. En realidad fue culpa mía,
por no poder soportar aun más este despertar de soledad oscura, los amo.
Amanda Terán, tenía
tan solo 14 años, hoy el bullying se cobra otra víctima. Dejo un mail a su
madre, la cual no pudo llegar a tiempo para salvar a su hija del siniestro
destino que había planeado. Los paramédicos trataron de resucitarla y los
médicos cuando ingreso al hospital no pudieron hacer nada, ya que el
envenenamiento había avanzado en todo su sistema. Pasados tres meses de la tragedia, el padre de
la joven comenta que hará lo posible en memoria de su hija a que otros jóvenes
no caigan en las fauces del suicidio por este mal endémico.