Recuerdo mi secundaria y sus canchas mal
pintadas.
Recuerdo los harapos del conserje,
la delgadez de su pequeño hijo.
Recuerdo la sonrisa estropeada de algunos niños
y su forma burlona de llamarme “raro”.
Recuerdo los harapos del conserje,
la delgadez de su pequeño hijo.
Recuerdo la sonrisa estropeada de algunos niños
y su forma burlona de llamarme “raro”.
Recuerdo ver a mis maestros jugar baraja en su
sala privada
y el día en que sorprendí a uno inhalar cocaína.
Recuerdo una niña llamada Diana
y el salón polvoroso de las arañas.
y el día en que sorprendí a uno inhalar cocaína.
Recuerdo una niña llamada Diana
y el salón polvoroso de las arañas.
Si las clases eran más aburridas que siempre,
recuerdo que iba a los baños a escribir ESCAPAR en las paredes.
recuerdo que iba a los baños a escribir ESCAPAR en las paredes.
Recuerdo el árbol torcido que crecía justo a
mitad del patio.
–Yo odiaba ese árbol, lo golpeaba, lo hacía “sangrar” a palos. –
–Yo odiaba ese árbol, lo golpeaba, lo hacía “sangrar” a palos. –
Hoy, después de mi trabajo en la funeraria,
opté por ir caminando a casa.
Sin planearlo, pasé por mi vieja secundaria,
entré,
recordé.
opté por ir caminando a casa.
Sin planearlo, pasé por mi vieja secundaria,
entré,
recordé.
Tantas cosas recordé…
El viejo salón de las arañas
era ya una gran oficina.
era ya una gran oficina.
Y, lo juro,
al ver al gran árbol del patio,
no pude evitarlo:
lo abracé
y lloré en su regazo.
al ver al gran árbol del patio,
no pude evitarlo:
lo abracé
y lloré en su regazo.
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