¿Dónde andará ese Cristo
a los 21?
Gonzalo Rojas
Cristo a sus 21 llegó a mi casa un día
con una botella de tinto y un poco de pan
casero.
Dejó su bicicleta junto a la mía.
Se quitó sus sandalias, me dio un abrazo.
Se sentó como quien se sienta a mirar un
sueño que se aleja.
Me miró lentamente, muy lentamente.
Alzó su palabra, siempre con un tono
quedo,
y me dijo:
Allá afuera se respira sangre,
polvo lleno de polvo, pólvora llena de muerte,
cocaína que huele a sangre, y sangre que
huele a incendio.
Abrió la botella de tinto. La bebió.
No me ofreció un trago siquiera.
Cristo a sus 21 estaba en mi casa.
Miró mi librero con calma. Hojeó
discretamente
muchos libros de poesía.
Después de un tiempo, volvió a sentarse.
Me miró lentamente, como quien mira un
pájaro
deshojarse en su vuelo.
Volvió a beber de su tinto.
Esta vez me ofreció un trago.
Ese tinto sabía a dolor.
Cristo a sus 21
miró una foto de una muchacha
que alguna vez fue mi novia.
Me volvió a mirar
como quien mira a un niño llorar.
Cristo a sus 21 se fue de mi casa.
Me dio un abrazo.
Lloramos juntos los dos, un poco nomás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario