Al escribir cuento hay que considerar desde dónde estoy mirando el texto, y hacernos dos preguntas: 1 ¿Quién cuenta esta historia?, y 2 ¿Qué se cuenta en esta historia? ¿La cuenta el personaje, la cuenta el autor del texto?
Al construir cada personaje debemos plantear su profundidad e introspección mediante los actos y el ambiente en el que se desarrolla; en todos los textos siempre debe haber introspección, el autor se deja sentir con honestidad, y el lector lo agradece, porque podrá reconocer lo que está ahí en el texto, qué es lo más fuerte, y lo que más se transmite, eso vuelve poderoso el texto.
Ahora, como decía el maestro Rafael Ramírez Heredia, hay que ser mas cabrones al escribir que nuestro lector, y para serlo, hay que imaginar que le escribimos a un lector muy bueno, a un lector muy educado, que ha leído más que nosotros, y de esta manera plantearnos siempre escribir hacia arriba, darlo todo. Si queremos a un personaje reflexivo, hagámoslo más reflexivo, extremadamente reflexivo; si alegre, más alegre, si suicida, más suicida. Hay que apretar el texto; dejarle poco espacio de movimiento a nuestros personajes, para poder conducirlos y que no se nos escapen. Pero no tan apretados que los personajes sean esclavos, y que no puedan moverse hacia donde el texto indica que deban hacerlo, no podemos acartonar a nuestros personajes.
Como autores somos los transmisores de esas voces, del genio, de la musa, de la conciencia, que nos habla y nos dicta lo que queremos comunicar. Tan sólo somos transmisores hacia la hoja blanca, donde los personajes viven en ese universo que se les ha construido, que en nuestra faceta de dioses hemos construido para ellos. Veamos pues apretar mediante limpieza y algo que se conoce como Economía del lenguaje.
Nuestra labor como narrador es ir creando las imágenes que se necesitan. Reconocer que el género inicial de la Literatura es la Poesía, es el género básico; pero no lo es porque la poesía sea mas fácil que el cuento o la novela; porque cada género tiene sus complicaciones, y es desde la forma en que se generan que se tornan diferentes para nuestro espacio creativo.
La poesía es creación. Ya aquel Juan, en el Evangelio, nos remarca la diferencia entre el hombre y los animales: el lenguaje, y podemos pensar con los etólogos (estudian el comportamiento animal), que los animales tienen lenguaje; si, es verdad, pero no tienen símbolos que los representen. Juan dice: En el principio era el VERBO, y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros (origen del lenguaje), en esta metáfora se reconoce lo necesario al redactar: el Verbo es Acción, el Verbo otorga Persona y Tiempo, todo verbo otorga eso Persona y Tiempo.
Si aceptamos que la Poesía es el inicio de todo, y que para que haya poema debe haber al menos Imagen Ritmo y Sentido, debemos hacer esta diferenciación entre poesía y prosa: la poesía privilegia la imagen “Un gato brinca sobre la luna”. Nuestra lógica nos impele a pensar que un gato no puede brincar sobre la luna, pero si puedes imaginar que al brincar el gato, si la luna se mira desde una ventana, y ante esa vista se observa una albarrada, y detrás la luna en el cielo, si el gato pasara caminando sobre la barda, y brinca, desde tu mirada, el gato habrá brincado sobre la luna. Porque una imagen es todo aquello que efectivamente podemos imaginar, podemos representarnos en la mente.
Un hombre camina se sienta, brinca vuelva, pedalea, rompe una hoja, si te das cuenta casi son puros verbos (acciones). Miramos a ese hombre hacer todo eso, las acciones se vuelven imágenes. Por eso la prosa se privilegia de los verbos, porque hace que los personajes se muevan dentro de la hoja, dentro de la historia.
La poesía privilegia la imagen y la narrativa privilegia los verbos.
En el cuento y en la novela igual debe haber imagen ritmo y sentido, sin embargo, la diferencia entre un género y otro es que mientras el poema privilegia las imágenes, el cuento y la novela, privilegia las acciones, los verbos, que nos sitúan en el tiempo (en la línea de tiempo en que estamos contando toda historia).
Mientras en la poesía hay un hablante lírico que declama y lee el poema, en la narrativa hay un narrador. Hay muchos tipos de narradores, y se puede narrar desde diferentes personas. Por ello, para poder darnos cuenta de ello, debemos saber dos cosas en cada cuento:
1. Quién cuenta, quién narra la historia. 2. Qué se cuenta, qué es lo narrado.
Una vez que como autores comenzamos a resolver esto en nuestra mente, pensar en un tercer punto: ¿Por qué se narra esta historia? Lo importante para el texto es que el autor sepa responderse: ¿Qué se narra? Y ahí es donde podemos reflexionar en las emociones de los personajes, mientras disfrutamos de las descripciones, y nos situamos con claridad en la línea del tiempo de toda narración.
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