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lunes, 23 de diciembre de 2013

ESPEJISMO: REFRACCIÓN DE GUERRA

El creacionista del día.  La musa negra  (Laura Leyva)






¿Crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos? 

Platón.





Canta la noche


Con voz de grillito

Su silencio,

Su oquedad.




Relámpago vibrante

El que pernocta

Y se ve, desde la caverna,

Adentro y a través

De las paredes…




Y asusta

Y cimbra todo.




Tuerca a tuerca

Erosiona la mente,

La locura,

Con sus larvas

Incuba

Su tendencia al aleteo




Aletarga

Aprisiona

Despedaza




Como afuera, internamente

El infierno está esperando.

Laberintos, altos muros

Con cuñas,

Rupestres,

R A S G U Ñ O

De engaño.

Fija bien la vista

Para un momento el paso

Y observa, ¡atento!

A L D I A B L O E N L A G R I E T A,

M U E C A D E P A R E D.











Renacuajos carmesí
Pedazos de rana parda,
Que soy yo
Entre tejidos, recuerdan
La soledad del óvulo
Infecundo en tu ausencia
Y un luminoso lazo

Que no nos ata.



jueves, 19 de diciembre de 2013

LA DOBLE

El creacionista del día. Georgina Mexía-Amador






Sola. Distante. Muda. Demetrio miraba a Julia en la cubierta del barco. Ella llevaba los aretes de cuentas rojas que él mismo había dejado para ella en un sobre en su buzón.

Demetrio había dejado a Natasha en Moscú. Cuando vio a Julia por primera vez, en la clase de gramática, creyó estar ante cada uno de los gestos de Natasha: el parpadeo lento, ausente, la sonrisa involuntaria, el fruncimiento de la nariz. Para Demetrio, la casi-niña que ocupaba el primer pupitre a la izquierda, junto a la ventana, era una versión de Natasha en sus años más jóvenes. Pocas veces la veía distraerse de la clase, pero cuando ella lo hacía, su ensimismamiento llegaba a ser inquietante y él aprovechaba esas ocasiones para contemplarla desde el fondo del salón: sí, era Natasha, la de manos pequeñas y largas pestañas arqueadas. La luz descendía suavemente sobre Julia en una diagonal que semejaba a la que trazaban las cortinas del sencillo apartamento en Moscú, cuando Natasha se sentaba en el sillón de raso verde y acariciaba a Boris, el gato. Ella se volvía hacia la ventana con Boris entre los brazos; la pálida luz que se filtraba por entre el follaje de los castaños iluminaba su rostro, y él sólo alcanzaba a ver las pestañas que asomaban por encima de los lóbulos. Natasha semejaba entonces una visión diáfana, inaprehensible. Demetrio la observaba y sabía en ese momento que no habría deseado estar en ningún otro lugar, hasta que Boris ronroneaba y huía, escabulléndose entre las patas de las sillas.



Demetrio acabó por proyectar la imagen de Natasha en Julia, y ante la imposibilidad de desasociarlas acabó por enamorarse de Julia. De Julia-Natasha.


Julia pronto se dio cuenta de las insistentes miradas del ruso. Era muy delgado y alto, con la cabeza coronada de rizos castaños largos y descuidados. A Julia siempre le pareció un héroe romántico, un Lord Byron, un Novalis. Hasta que un día Julia decidió permitirle a Demetrio que entrara a su vida para regodearse en el hecho de que él no podía dejar de mirarla. Pero él no quería otra cosa más que hablar y depositar en ella, en Julia-Natasha, el amor intenso y absurdo que era capaz de sentir por la mujer adorada y ausente.

Demetrio no olvidaría la primera vez que habló con Julia, en unos sillones dispuestos como sala de estar, a unos pasos de la cafetería. Hablaron de poesía inglesa, de los sonetos de John Donne, de las primeras canciones de DepecheMode. En un arrebato de emoción, tras su primer descubrimiento de las oquedades en el alma de Julia, Demetrio salió a recorrer las tiendas del centro de la ciudad en busca de un par de aretes que hicieran juego con la mascada que ella siempre llevaba al cuello. Si él hubiera sabido que Julia la usaba para esconder las marcas que le dejaban los dientes de Ángel, no le habría dado la menor importancia. Al hacerse de los aretes, Demetrio fue a la recepción del dormitorio a inquirir por el número de habitación de Julia y depositó en su buzón el sobre que los contenía. Un detalle mínimo, sutil, como la sensación del raso verde del sillón guardando el calor del cuerpo de Natasha.Transcurrieron varios días para que Demetrio descubriera el resultado de su atrevimiento: Julia abrió en la mañana la puerta del salón de clases (había llegado tarde como era su costumbre), llevando puestos los aretes de cuentas rojas. Demetrio sintió cómo el triunfo lo recorría en silencio, y no se sabe si lo torturó o alivio el no poder compartirlo con nadie.




Julia camina en la cubierta del barco, sola, lejos de Ángel. Demetrio la ve detenerse en la popa y mirar el mar. El sol famélico apenas suspendido sobre

la línea del horizonte es el indicio inequívoco de que las noches han vuelto a ser oscuras. Las noches blancas quedan poco a poco atrás. Demetrio aspira de su pipa y desecha el impulso por acercarse a Julia, aprovechando que está
sola. Prefiere mirarla desde lejos como lo ha venido haciendo desde la primera vez que la vio.

Demetrio la ve atravesar la cubierta, hacia la proa, donde está Ángel. Pero al tenerla junto a él, no se voltea a mirarla. Demetrio aspira de su pipa una vez más y desvía su mirada hacia otra parte: es evidente que el hombre al que Julia quiere no siente el menor interés en ella. Pero cuando bajan del barco y el autobús los regresa al hotel en medio de la espesura, Demetrio ve a Julia y a Ángel caminando juntos hacia su habitación. Sabe lo que eso significa. No quiere mortificarse. En lugar de volver a su cuarto sale a rondar por las calles del pueblo hasta que escucha música en la lejanía. Se propone seguir el rastro, anhelando apartar de su mente la imagen de Julia entregándosele a Ángel en la habitación del hotel. Julia-Natasha extendida en ese lecho como una efigie pura, inmaculada. Al llegar al lugar de donde proviene la música, Demetrio permanece afuera y se contenta con observar la fiesta: hay luces de colores en un jardín amplio y frondoso, rodeado por una cerca de madera. Además de la carne asada y del pan que aguarda en el horno se percibe el perfume del césped recién podado.

Demetrio no era más que un espectador de las vidas ajenas, hasta que una noche se atrevió a revelarle a Julia que él había depositado el sobre con los aretes en su buzón. Ella no dijo nada. Sabía que estaba equivocado. No era ella por quien se sentía atraído sino por el recuerdo que le incitaba aquella mujer que había dejado en Moscú, que quizá en ese momento acariciara a Boris, sentada en el sillón de raso verde junto a la ventana. Ese fue el error de Demetrio: confesar su amor por esa Julia-Natasha que sólo existía en su mente.






Ni aun al ver a Julia esa última noche en el escenario, Demetrio quiso abjurar del ídolo que había erigido. La esperó entre la multitud antes de que comenzara el espectáculo, pero sólo pudo verla desde lejos. No se atrevió a acercársele, ni siquiera hubiera podido hacerlo por la cantidad de cuerpos y rostros que se interponían entre ella y él. En un momento distinguió a Ángel: su figura enclenque y espigada sobresalía por encima de las demás cabezas. Demetrio deambuló por el vestíbulo hasta que vio aparecer a Julia. Al llegar, ella pareció ofuscada, como si se hubiera equivocado de fecha y de lugar, pero enseguida se repuso y caminó hacia los camerinos. Demetrio no la vio saludar a nadie ni mostrarse interesada en la presencia de los demás.

Un par de horas después sonarían en el escenario las notas de una música desconocida, y Julia bailaría al compás de ellas durante un minuto y cuarenta y dos segundos exactamente. Los aplausos serían los de costumbre: sin euforia, más bien por hábito. Demetrio pudo ver a Ángel uniéndose a los aplausos con la misma indiferencia que mostraba con todo aquello que tuviera que ver con Julia. Pero a pesar de la ovación fingida, Julia permanecería mirando al público como si intentara decir algo más y sólo se lo impidiera saber que estaba ante una pared tosca y sorda. Demetrio reconoció en ese gesto el ímpetu que siempre había tenido Natasha al no dejarse vencer por el régimen comunista ni las amenazas de arresto. Así se había puesto de pie Natasha cuando gritaba consignas de apoyo al derrumbe del muro de Berlín. Sí: ahí estaba Julia-Natasha, desafiando una fuerza en apariencia más grande que la suya. Y la amó, desesperadamente. Quiso asirla aunque eso significara profanar la distancia que siempre había guardado al mirarla desde lejos. Pero fue imposible. El espectáculo continuó y las sombras tras bambalinas engulleron a Julia.



Y esa fue la última vez que la vio.


lunes, 16 de diciembre de 2013

EL ENCUENTRO

El creacionista del día. Paty Contreras





Lo esperaba con impaciencia desde que empezó a imaginar estar con él , se humedeció los labios despacio, entreabrió las piernas y lentamente llevó sus dedos a la abertura de su intimidad…la vela aromática que iluminaba la habitación despedía una fragancia agradable, una luz muy tenue la envolvía; empezó a deslizar sus dedos mas adentro, impaciente.. de repente timbró el teléfono rompiendo el hechizo a la que estaba por sucumbir.. era el encargado de la recepción que preguntaba si dejaba pasar al caballero que preguntaba por ella, con una voz temblorosa contestó que si. Se miró al espejo, arregló su cabello, paso ambas manos sobre la diminuta vestimenta que se habia puesto, especialmente para él, pasó sus manos por las piernas para jalar bie sus medias de encaje transparente; en eso, escuchó un leve toque en la puerta, su corazón se detuvo por un segundo y abrió, lo miró, y él a ella..fué solo un segundo...  jamás olvidaría eso...  le sonrió,  esperando que no se notara el nerviosismo que recorria todo su cuerpo "qué guapo" le dijo. Él, sin decir nada entró como un ladrón que está dispuesto a llevarse algo muy preciado;  la arrinconó contra la pared,  la besó y con urgencia la apretó hacia sí mismo, esos minutos en que parecía que el tiempo se detenía , bastaron para encender la hoguera , sus manos la recorrían toda,  espalda,  senos, llevó una de sus manos hacia abajo de ella, y con delicadeza, separó con sus dedos sus labios inferiores, comprobando así que ella estaba húmeda…metío 2 dedos, los llevó a su boca, para probar su sabor…ese gesto, ese sólo gesto a ella le provocó un éxtasis que pocas veces había sentido. Ambos jadeaban, sedientos desde hace mucho tiempo, de beberse uno al otro de esa agua que sólo los amantes  han bebido…


jueves, 12 de diciembre de 2013

LA ESPERA DEL AMOR

El creacionista del día. Aleqs Garrigóz







Un adolescente desgarra un vestido de novia
en un recinto iluminado por enérgicos reflectores.
En su cara escurre el sanguíneo sudor del mártir,
su frente se inclina por el peso del más puro dolor.
Y un coro demencial repite y repite
y repite la misma canción:
“Llora, resígnate sumiso a las disposiciones,
como cabeza en el nudo de la horca,
como niño que cae en un pozo de aguas pestilentes sin saber nadar,
como hierba que arranca de raíz un poderoso viento,
quiébrate como un escuálido lápiz;
pero no alargues mas tu mano
a la mesa donde no has de comer.
Entrégate como rama a la ráfaga atroz de la tormenta;
cae de rodillas, que el dueño de la bufanda que has tejido
no vendrá jamás.”


(Es la transmisión del pensamiento
de una baja frecuencia de seres que se alimentan del miedo.)


Un adolescente se estrella contra un vidrio que no cede,
y patalea y eleva su cara implorando
y empieza su actuación estelar:
se arranca los cabellos, se golpea con puños tensos
y grita y grita entablando los diálogos de un guión extraño
donde no hay coherencia, sólo obscenas palabras de amor
gritadas a nadie, hasta desmayarse
y dar su mejilla al beso frío de la baldosa.


- Un adolescente desgarra un vestido de novia.-


Y el recinto
y los reflectores
y el espejo
no son sino la sala de estudios
de un cruel hospital psiquiátrico.




martes, 10 de diciembre de 2013

Cambio de cuerpo


El creacionista del día.  Gerardo González ...  Aikas







Se quedó pensando detenidamente viendo el horizonte a través de la ventana del comedor. Parecía tener la mirada ida, como si no pensara o todo lo contrario, pensara demasiado. Hasta que sonó su teléfono 
celular y tomó la llamada. Número desconocido.

‘¿Señor González?’ preguntó la voz por el teléfono. Se escuchaba bastante apresurada.

‘Si, soy yo’ hizo una pausa, ‘¿Quién habla?’. 

‘Le hablamos del área de emergencias del Hospital Los Serafines’, una pausa como para tomar aire, o valor, ‘su esposa ha sido internada debido a un accidente automovilístico, requerimos de su autorización para proceder con la intervención médica’. Un breve silencio que le pareció infinito. ¿Accidente?, ¿Intervención? 

‘Señor, la intervención es de alto riesgo pero es la única opción de salvarle la vida’.

Tras trastabillar un poco, hizo la pregunta. ‘¿Qué clase de operación se le tiene que hacer?’

‘Tenemos que hacerle un trasplante de cuerpo. Pasaremos su cerebro a otro cuerpo puesto que el daño corporal es irreparable, pero el cerebro aún se encuentra en condiciones’

- ‘¿Pero que diabl…?’ No podía creer lo que estaba escuchando - bajó la mirada para ver su reloj. 11.50pm. La fecha se veía borrosa. ‘Solo tenemos un inconveniente…’ dejo unas palabras al aire la persona al otro lado del auricular. ¿Acaso un cambio de cuerpo no es de por sí ya un inconveniente, qué otro inconveniente podía existir además de un trasplante de cuerpo?

‘¿Cuál es ese inconveniente?’ preguntó dubitativo.

‘Sólo tenemos cuerpos de hombres’ sentenciaron por teléfono al otro lado de la línea.

¿Pero qué diablos?, se dijo así mismo. ¿Accidente?, ¿Trasplante de cuerpo?, ¿Cuerpo de hombre? La cabeza le empezó a zumbar, no sabía que decir. No sabía ni en que pensar. Todo parecía una locura, totalmente salido de alguna mente alocada. La cabeza comenzó a darle vueltas.

Amaba a su esposa, claro que la amaba sino no se hubiera casado con ella, pero la amaba a ella, a ella completa, a ella a final de cuentas, no a un posible él. Pero no la podía dejar morir, no podría hacer tal cosa. Y sino tomaba una decisión pronta y rápida podría dejarla morir sin siquiera haber luchado.


Cerró los ojos para tranquilizarse pero los abrió cuando de pronto escuchó la voz de su esposa. 

‘Entonces amor, ¿Si me aceptarías si me trasplantaran al cuerpo de un hombre?’ le decía su esposa con su dulce voz. La cocina lucía igual, miró su reloj y marcaba la misma hora. Una alucinación había sido en definitiva una alucinación, solía viajarse con aquellas extrañas suposiciones que le encantaban hacer a su esposa. Suspiró aliviado, miró a su mujer y le dio un beso en la frente.

‘Técnicamente estarías muerta, al menos por unos instantes, así que nuestro contrato terminaría’ contestó con una sonrisa en los labios, ‘Hasta que la muerte nos separe, ¿O no, amor?’.









miércoles, 4 de diciembre de 2013

"LITERATURA SIN RESTRICCIONES"





Este mes de Diciembre El Creacionista abre sus puertas a la creación y a vencer el miedo de la pagina en blanco. Se les invita a todos los Creacionistas  a compartir sus formas de pensar e inquietudes por medio de la palabra escrita, lo compartiremos con gusto. Los dejamos en total libre albedrío crear, soñar   en letras y en alma palpitante. Animense !!!!!!  ^_^

A quienes quieran compartirnos su escritura del genero que mas os apetezca mandarlo al correo que ya conocen : elcreacionista_@hotmail.com. Y sus colaboraciones saldrán en nuestra edición de Decembrina.

"Porque es mejor escribir y respirar de largo aliento con libertad, que entre cortar a estornudos de vergüenza lo que uno piensa. Dejar hablar al alma es lo mejor para que respire en continuidad con el latir de cada palabra"

Atte:

El Creacionista .

sábado, 30 de noviembre de 2013

TU ... y El Lienzo

El creacionista del día. Paty Contreras




 Hace ya unos días sospecho que empecé con un raro padecimiento: TU..el cual me tiene postrada en cama, sin un diagnóstico acertado...no encuentro la cura...mi cuerpo se niega a responder a la razón y la prudencia, nadie puede ayudarme...tu puedes?





Existe un deseo dentro de mi, convertirme en una hábil pintora, para definir cada una de tus líneas, cada uno de tus gestos,
recrear en un lienzo el oscuro profundo de tus pupilas,
el esplendor de tu sonrisa,
el perfil de tus caderas...
Plasmar la suavidad de tu piel, el rizo de tu pelo, el último pliegue de tu gesto...
y el pincel con el que recorriera la gallardía de tu pecho fuera el filo de mis labios. 







Agosto 2003

Juguete

El creacionista del día. Ursula Caballero .



¿Sabes que es lo sorprendente de esto? Que siempre creí que los cuentos de hadas no eran reales. Lo son. Al menos la historia de ese títere que anhelaba ser un niño de verdad, es real. Quizá  yo no esté hecho de madera, pero si soy un juguete.

Ya note en tu expresión de apatía  y que consideras que te contare lo trágica que ha sido mi vida. Que te relatare un sinfín de sucesos en los que siempre todo mundo ha sido cruel  conmigo y que iniciaron donde entraste tu a mi vida.

Lamento sonreír con burla y  sí eso te incomoda, pero he venido hasta aquí para decirte, que no tienes la culpa de lo que me ha sucedido, sin embargo, eres responsable de haber negado que te gustaba jugar con niños. ¿Notaste cómo te subió el color al rostro? Fuera de eso, mis pretensiones no van más allá que el de hacerte saber que en un momento llegara tu hijo y te preguntará ¿qué debo hacer? Entonces tú cuéntale mi historia, no le digas como fue que lo supiste ni de quien le estás hablando, solo di “yo tenía un amigo, que al serle todo tan indiferente poco a poco se convirtió en un juguete”.

Sabes que estamos en la medianía de todo, donde muy pocas cosas se toleran. También sabes que  aún conservo el corazón de oro. Pero, perdona si te digo tantas cosas en un solo golpe, tu sabias que te adoraba, aunque te preguntes como un juguete puede tener sentimientos.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

A tres pasos de distancia

El creacionista del día. Gerardo Gonzalez  (Aikas )






Hoy a tres pasos de distancia, me sentía tan lejos de ti. No podía acercarme a tocarte u abrazarte; al caminar parecíamos dos personas distintas que pudieran no tener relación alguna más que la misma calle en el mismo tiempo. 


Tus pasos eran firmes, lejanos y elegantes, los míos tristes, torpes y vacilantes; tu mirada fija en el horizonte, tus oídos envueltos en tu mundo, en tu música, ajenos a los ruidos del mundo mientras que los míos se sentían apabullados por los ruidos de los coches, los camiones, los pasos de las personas y la triste soledad que me abordaba en esos momentos. 



Hoy, a tres pasos de distancia me sentía tan lejos de ti. No podía creer que solo pudiéramos intercambiar miradas y comentarios a la ruta de destino, no podía creer que por fin tantas estupideces mías rindieran aquellos frutos que creí nunca comeríamos. Hoy tan lejos y tan cerca entendí lo que realmente representa fallar, caer, herir, incumplir; tantas cosas que he hice. 



Al recargar tu cabeza en mi hombro sentí una tenue luz de esperanza, podría tratarse de un breve amanecer pero, la verdad era otra. El sentimiento que dejabas trasminar a mi cuerpo no era otro más que el de lástima y tristeza; el sentimiento de encontrarnos tan cerca y a la vez tan lejos, a tres pasos de distancia y a miles de kilómetros de estar juntos. 


Subiste entonces no sin antes despedirte. El tenue rose de tus labios en mis mejillas humedeció mi rostro a punto de desbordar lágrimas algo que posiblemente percibiste, así que terminaste cumpliendo con un beso en los labios. Quede quieto, frío y observante, como una estatua a la cual admiran pero nadie quisiera compartir su destino. 

Hoy a tres pasos de distancia subiste al camión y te marchaste para solo dejarme escuchar una breve estrofa de una canción: 



"...don´t dream it´s over. 

Hey now, hey now 

When the world comes in 

They come, they come 

To build a wall between us 

We know they won't win.








"

Ella y Él

El creacionista del día. María Luisa Deles





Un lunes de quinta lo vio por primera vez. Todavía no eran las nueve y ella ya había perdido el camión y se había tirado el café sobre la falda. No tenía para acabar la quincena, debía dos litros de leche en la tienda de la esquina y le apretaban los zapatos pero estaba estrenando empleo a poco tiempo de navidad. Su suerte no era mala del todo.

Había coincidido con decenas de hombres más guapos, aunque de lejos, porque todo apunta a que Ella no es el tipo de mujer que puede interesarles. Éste en particular era de la clase que más valía dejar pasar de largo. Visto de frente: buena estatura, brazos enérgicos y sonrisa cínica. Visto de espaldas: excelente trasero y un aviso en letra de molde sobre los hombros: “No voy a quererte y lo que es mejor, no va a importarme que me quieras”.


Con estos antecedentes, Ella -lindos ojos, buenas piernas, corazón de condominio- se dejó acosar consciente de que para afanes como aquellos se requerían ineludiblemente dos. Él tuvo la decencia de no hablarle de amor para que no hubiera malos entendidos pero la llamaba a todas horas y se le aparecía en los lugares más incómodos y oscuros para toquetearla. Ella se lo creyó casi todo y le pidió muy poco aunque después se conformó con menos.

No recuerda si fue un martes o un miércoles cuando se encontraron por fin a solas y Ella descubrió que lo más malo de todo era que Él era en verdad muy bueno. Que besaba despacito pero con cadencia y que su cuerpo se veía mucho mejor sin trapos y bajo la luz indirecta. Él se dejó querer como seguramente hacía con todas porque su corazón no era un condominio, sino una ciudad sobrepoblada con un dispensador de fichas para tomar turnos.



A Él lo querían la recepcionista morena de cara preciosa, la vecina de piernas largas y la novia oficial -de todas la más terca-. Tres o cuatro “ex” que no alcanzaron a olvidarse de ciertos detalles esperaban sus llamadas esporádicas y no le hacían el feo a la hora de aceptarle un café -por mencionar alguna actividad-. Ella miraba hacia otro lado y ponía muy buena cara para no hacer el caldo gordo. Él nunca le había ofrecido algo diferente.






Ella se enamoró un jueves entre las seis y las ocho. Tenía la ropa en el suelo y unas copas encima pero no hizo un solo movimiento para abrir la boca con tal de no desperdiciar la tarde. 


“Pídeme que me detenga, que esto no está bien”, cantó Carreira de lo más oportuno y Ella se escondió bajo las sábanas. Él, enfebrecido de pasión como otras veces contribuyó ignorante a esos sueños locos y para aprovechar el tiempo la agarró a los besos.








Brazos enérgicos y buenas piernas siguieron encontrándose con regularidad y entusiasmo. Semanas iban, veranos venían y el paisaje no cambiaba en absoluto. Ella con gusto porque en el fondo estaba acostumbrada a la mala vida y Él -aunque nunca la quiso como Ella quería- divirtiéndose mucho en el intento porque no la había visto llorar.











Ella lo dejó un viernes de quincena. Entonces ya tenía una cuenta en el banco, había llenado el clóset con varios pares de zapatos del mismo color y no debía en la tienda de la esquina de su nueva colonia. Partes de su cuerpo se rehusaban a seguirla pero de todas formas se fue caminando con paso lento hasta llegar lo más lejos que pudo. Él se lamentó por la pérdida y se fue a jugar un partido de tenis para olvidar.
Ella volvió con Él el lunes siguiente.









EL PENSAMIENTO VAGABUNDO

El creacionista del día. Heboar Romero







Jordi Soler.- Pierre de Montaigne estaba empeñado en que su hijo fuera mejor que él y, para conseguirlo, le dio una estricta y hermética educación en latín. Estaba convencido de que este era su deber de padre, pues su abuelo había sido un próspero comerciante, de apellido Eyquem, que había logrado quitarse de encima su fama de pescadero y ascender a un estrato menos oloroso de la sociedad bordelesa. Al final de su vida el abuelo, pensando en el porvenir de su estirpe, y concretamente en erradicar de su blasón los pescados ahumados, había comprado al arzobispo de Burdeos el castillo de Montaigne, para que sus descendientes reorientaran su destino lejos de las marismas, las escamas y los espinazos.

El hijo del pescadero Eyquem, como suele suceder con los vástagos a los que todo les cae del cielo, no dio golpe, pero Pierre, su nieto, aparcó la administración de la fortuna que había heredado para hacer una carrera en el Ejército que le procuraría, gracias a su brillante desempeño, el título de Sieur de Mointange que consiguió borrar de su linaje el apellido Eyquem.

Una vez dentro de la nobleza, privilegio que con el tiempo lo llevó a convertirse en el burgomaestre de Burdeos, montó una enorme y bien surtida biblioteca que inmediatamente atrajo a la intelectualidad de la época, y ya que había logrado consolidar el innegable ascenso social de la familia, tuvo un hijo, Michel, en el año de 1533, para el que, con la ayuda de sabios y profesores diseñó una infancia que produjera un hombre mejor que él, un proyecto consecuente con su propia historia de superación. Y para conseguirlo le puso, desde que era muy pequeño, un profesor alemán que ignoraba el francés y que le hablaba y lo instruía exclusivamente en latín, con la ayuda de dos asistentes que le hablaban en la misma lengua. Para que la educación del pequeño Michel fuera herméticamente en latín, el padre, la madre y la servidumbre con la que tenía contacto aprendieron unas cuantas frases para dirigirse a él solo en esa lengua.

A los seis años Michel de Montaigne, sin conocer ni una sola palabra de francés, hablaba y escribía perfectamente en latín, pero más adelante, en cuanto tuvo que ir al colegio para no quedar tan aislado de la sociedad, según sus propias palabras, “su latín degeneró inmediatamente”.

El experimento pedagógico del padre produjo, como se sabe, no solo a uno de los escritores más importantes de Occidente, sino al inventor del ensayo, ese género literario en el que cabe absolutamente todo.

El arte más grande de todos, escribió Montaigne, es “seguir siendo uno mismo”, rester soi-même, una idea que mantuvo a lo largo de su vida, que además de su inagotable obra literaria, le dio para viajar, para inmiscuirse en la política y para administrar, de mal humor, su castillo y sus posesiones. Todas las experiencias de Montaigne iban a parar a las páginas de sus ensayos, cualquier cosa que le sucedía provocaba una reflexión, una hipótesis, una sentencia, vivía concentrado en vivir para después dar cuenta de ello por escrito, para alimentar su  pensar (pensée vagabonde) que lo llevaba una sola dirección, la del ensayo que estaba escribiendo, o dictando, porque, como él mismo sentenció, “quien quiere estar en todas partes no está en ninguna”.

Sería ridículo, desde luego, seguir el ejemplo del padre de Montaigne, en este siglo XXI tan poco afecto a la concentración. Para aislar a un niño en otra lengua necesitaríamos vivir en una cueva, en el desierto o en medio de la selva, y probablemente hasta allí se colaría la información que pulula de pantalla en pantalla, y en el caso de que lográramos aislarlo herméticamente, nuestro experimento difícilmente produciría otro Michel de Montaigne; aquello fue una combinación milagrosa del rigor educativo del padre más el talento del hijo. Lo que si podemos es hacer el ejercicio de oponer a aquel niño que solo hablaba latín, que estaba concentrado, sin distracciones, en el cultivo de sí mismo, a los niños contemporáneos que están distraídos por muchas cosas a la vez, por el mundo exterior que entra a saco por una infinidad de terminales.

Mientras Montaigne pasaba en silencio largos tramos del día, que llenaba de pensamientos y reflexiones, nosotros forcejeamos contra el estruendo que sale permanentemente de las pantallas. Concentrado en un solo punto, Montaigne lo abarcaba absolutamente todo, nosotros, concentrados en puntos múltiples, no abarcamos casi nada.

Tanto estímulo exterior nos aleja del arte más grande de todos, que proponía Montaigne: seguir siendo uno mismo, porque para alcanzarlo se necesitan largas horas de reflexión, es decir, pasar mucho tiempo sentado en una silla, o andando si es que se es afecto a los pensamientos caminados que proponía Nietzsche, sin hacer nada más que pensar y esto, en nuestro hiperactivo siglo XXI, constituye un pecado capital.

Se han acabado los periodos de silencio, quien va andando no produce pensamientos caminados, va consumiendo algo que sale de su mp3 y le entra por los oídos, el que viaja en metro aprovecha el trayecto para hablar por teléfono o para responder un e-mail, y cualquier momento libre se rellena con la información ilimitada que produce la pantalla del teléfono o de la tableta. Nadie tiene paciencia ya para sentarse a oír un álbum de música completo, hay tiempo para oír una sola canción, que se vende en iTunes por separado; el disco entero nos roba el tiempo que podríamos aprovechar consumiendo otra cosa.

Lo mismo pasa con el cine, comprometerse durante dos horas eternas con una película parece excesivo, si se tienen las series de televisión que vienen dosificadas en cómodas cápsulas de 45 minutos, cápsulas asépticas como las de la máquina de Nespresso, que nos ahorran el tiempo que nos tomaría el lidiar con la cafetera manual, y el esfuerzo de enfrentarnos con la monserga del café molido. Y con los periódicos empieza a suceder lo mismo, ya no se lee el periódico, se leen dos o tres noticias extirpadas del corpus, troceadas en links, y para los libros cada vez hay más plataformas que ofrecen textos breves, que puedan leerse en la pantalla del teléfono en un trayecto de autobús. Todo el tiempo que se ahorra en no oír discos completos, ni ver películas largas, ni leer libros gruesos, ¿en qué se aplica?: en consumir más fragmentos: una partida de Angry Birds, una noticia extirpada del periódico, un paseo por el timeline de Twitter, etcétera.

Este nuevo mundo vertiginoso, este ir y venir permanentemente de un fragmento a otro, es el único que conocen los niños contemporáneos, que viven en tránsito del iPad a la Playstation y cuando logran escapar de ese bucle, sus padres, convencidos de que la hiperactividad del siglo XXI es una cosa positiva, y aterrorizados ante la posibilidad de que su hijo se aburra, lo llevan a un cursillo de karate, de tenis, a clases de natación, de inglés o chino, a cualquier actividad que impida que el niño esté sin hacer nada.

La hiperactividad de nuestro siglo es tan potente que ya el significado de la palabra ocio, que quería decir estar sin hacer nada, hoy significa tirarse en canoa por los rápidos de un río, ir a África de safari fotográfico, recorrer 10 kilómetros con la técnica del senderismo o ver, de una sentada, una temporada completa de Breaking bad. Frente a este panorama de vértigo, ¿en dónde queda Montaigne, ese señor sentado en una silla, sin hacer nada más que reflexionar?

Tanta hiperactividad debería ser contrapesada con periodos de inactividad, de silencio, de concentración en una sola idea; porque de esos periodos de calma, de aburrimiento incluso, salen las grandes obras, detrás de cada poema, de cada sinfonía o novela, de cada lienzo, hay una persona que ha pasado largos periodos sin hacer nada. Lo mínimo que va a quedarnos de esta era proclive a los fragmentos, llena de niños sobre - estimulados, que no tienen espacios para la reflexión y el silencio, es un mundo sin artistas.



Lluvia de pensamientos

El creacionista del día. Agatha Cervantes.


http://www.youtube.com/watch?v=jlaeJ6k75cY&list=PL967DDCD210FE38B5




Pork a veces los cortes y las heridas, te dejan llorar mas abiertamente, cuando nadie esta ahí escuchando ese rumor que tienes dentro, cuando las mareas se suceden como golpes, como bofetadas, solo yo puedo sentir el oleaje de tristeza y el viento que como hielo te seco los ojos de tantas lágrimas, de tanta lucha inútil T_T



jueves, 14 de noviembre de 2013

Extracto de 'Contracorriente'

El creacionista del día. Ricard Millàs





"Tosiendo tu propia verborrea hablas contigo mismo estirado en la cama, enseñándole el trasero a tu dios. Dios es Ella y Ella es una mujer guapa. Especifiquemos; muy guapa. Te sonríe cada vez que le muestras las posaderas en un intento de caerle mejor.





Tu fisioterapeuta te baja los calzoncillos y también observa tu trasero mientras te masajea el solomillo y tú no puedes hacer otra cosa que sonreír por el agujero de la camilla. Sonreírle al diablo y decirle que aún quedan unos cuantos años para bajar por la escalinata con ‘La divina comedia’ en la sobaquera, se convierte en tu visita semanal a la médica privada."


lunes, 11 de noviembre de 2013

UNIVERSO DE PENSAMIENTOS EN POCAS PALABRAS








Más vale una palabra a 
tiempo que cien a destiempo. 

Miguel de Cervantes 


Le damos la bienvenida a la novela compacta, frase o micro cuento. Este mes de Noviembre la temática es super sencilla, pueden postear en el muro del Creacionista en Facebook alguna historia o  frase e inclusive algún comienzo o medio de una novela pequeña o del genero que mas les agrade, ya que muchas veces lo mas mínimo puede contener sentimientos y grandes expresiones.

Esperamos sus Creaciones al correo de siempre: elcreacionista_@hotmail.com.

Sus colaboraciones  por pequeñas que sean asimismo saldrán publicadas en el blog, las esperamos con gusto.

Mil gracias.

El Creacionista ^_^   

jueves, 17 de octubre de 2013

Lluvia, llanto, tú ...

El creacionista del día. Nicola Capponi



















Salí un día de Octubre;

llovía, y las nubes se aglutinaban unas con otras,

removiendo mi propio llanto.


Tú, tu recuerdo, vacío perenne que no deja dormir,

a mis mórbidas ganas, a los ojos vacilantes,

que te buscan en el gentío de mascaras,

hoy la mía ha caído,

la causa,

una lagrima, una lagrima en el vacío...

una lagrima en tu nombre.



lunes, 7 de octubre de 2013

Ojos de silencio

El creacionista del día. Alma Carbajal Guzmán.




Ojos que callan, 
que ríen, sin sonreír, 
que observan y aunque miren verdad, 
parpadean mentiras.

Ojitos que provocan suspiros
a uno que otro tapatío,
algunos se quieren quedar, queriendo,
en la cortina brumosa de las pestañas, 
que coronan como rayos de sol obscuro, 
aquellos ojos moros, que a veces tienen miedo,
y lloran anhelando el consuelo, 
de un muchacho de su tierra, 
de un hombre de Toledo.  
Ahora busca con la mirada a quien amar
donde pueda reflejar,de pupilas de mar, a pupilas de bronce, el enamoramiento, a medio beso, 
a orillas de un Alcázar. 

martes, 1 de octubre de 2013

MASCARAS






Una máscara nos dice más que una cara.

Oscar Wilde







Este mes de Octubre abrimos con el alma y disponemos de nuestros Creacionistas para que nos compartan una de las tantas historias que hay  sobre  las mascaras de sus vidas;  que día a día se componen de expresiones, disimulos y uno que otro secreto el cual preferimos guardar debajo de una mascara.

Como ya lo saben para compartir este y muchas otras facetas de la temática de este mes, les invitamos a que envíen su creación del genero que os plazca a la dirección electrónica de siempre : elcreacionista_@hotmail.com

¡A crear se ha dicho! Esperamos sus colaboraciones.

Grazie mile

El Creacionista ^_^ 

jueves, 19 de septiembre de 2013

Enigma

El creacionista del díaNicola Capponi








No, no trato de descocer mi realidad.
Mis pupilas han dejado desnudo, abierto y diseccionado,
cada poro de la ciudad, que emana aversión e indiferencia
para este loco poeta.

Entre el cigarrillo,la cordura, la pluma y la soga, 
esta última, quizá es las mas acertada,
ya que me deja colgado a las lenguas de mis colegas, 
los subversivos alegan que sin mi poesía,
el mundo parecería una pecera abierta, a la mano de la hipocresía
donde ser resbala la humanidad a sonrisas sobre puestas.

Mi enigma recae donde yace el péndulo del tiempo y me pregunto a mí mismo mirando el nudo de la soga, mientras el aire del crepúsculo la balancea: 

¿Hoy aleccionare el tiempo, con los pies suspendidos del suelo?
Quizá,  sería mejor, pasar por "suicida", entre tanta gente muerta en vida.