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martes, 29 de noviembre de 2011

EL HOMBRE DESNUDO




El creacionista del día. Mary Ruffy Herrera Farciert.



Al despertar dijo a su mujer:


- Oye hija, hoy es día de pagar la cuota del televisor, seguro que viene el cobrador. Pero ayer no traje dinero de la ciudad, no tengo nada.


- Explícale eso al cobrador – dijo su mujer


- No me gusta hacer eso, parezco un sinvergüenza y me gusta cumplir con mis obligaciones rigurosamente. Oye, cuando llegue nos quedaremos callados aquí dentro, sin hacer ruido, para que él piense que no hay nadie. Dejémoslo llamar hasta que se canse mañana le pago.


Pasado algún tiempo, se saco la pijama y se dirigió hacia el baño para ducharse, pero su mujer ya se había encerrado ahí dentro. Mientras esperaba, decidió preparar café. Puso el agua a hervir y abrió la puerta de servicio para recoger el pan; como estaba completamente desnudo, miro cuidadosamente hacia ambos lados del corredor, antes de arriesgarse a dar dos pasos hasta el paquete que el panadero había dejado sobre el piso.




Todavía era muy temprano y no cabía la posibilidad de que pudiera aparecer alguien. Al tocar el pan con sus manos, la puerta se cerró repentinamente. Aterrorizado se precipitó hacia el timbre y luego de presionarlo, se quedo parado, mirando ansiosamente a su alrededor. Escucho interrumpirse el ruido de la ducha, pero nadie vino a abrirle. Seguramente mi mujer ha de pensar que es el hombre del televisor – dijo- cubriéndose la parte baja con las manos



- ¡María!¡ María!. Soy yo – llamo en voz baja


Mientras más golpeaba, mas silencio crecía en el interior del departamento.


Entonces escuchó que desde abajo se cerraba la puerta del ascensor, el cual iba subiendo lentamente, marcando los números de los pisos.


- ¡Ahora si es el hombre del televisor!



No lo era. Martin se refugió en la escalera de emergencia y espero a que el ascensor pasara su piso. Volvió a la puerta y sujetando el pan, casi a punto de caérsele por los nervios comenzó a tocar:



- ¡María por favor! ¡Soy yo!



Pero esta vez no hubo tiempo de insistir, Martín escucho pasos en la escalera, lentos, regulares; lleno de pánico miro en torno a él, haciendo una pirueta y desnudo con el paquete en la mano, parecía ejecutar un ballet grotesco y mal ensayado, corrió hacia el ascensor apretó el botón y tan pronto la puerta se abrió entro; vio que la empleada de aseo paso y subiendo las escaleras del siguiente piso. Respirando aliviado, seco el sudor de su frente con el paquete de pan, pero de repente la puerta del ascensor se cerró y comenzó a bajar.



Alguien allá abajo, abriría la puerta y lo encontraría desnudo hasta podría ser algún vecino conocido, desorientado se encontraba en una verdadera pesadilla de Kafka, viviendo un momento de autentico y alocado régimen de terror.



Agarrándose de la puerta, la abrió con fuerza entre los dos pisos, obligándolo a detenerse. Respiro hondo, cerró los ojos para tener la momentánea ilusión de que estaba soñando; intento presionar el botón de su piso, mientras que desde abajo, seguían llamando al ascensor.



- ¡Ah no, eso no! – dijo Martín.


Cautelosamente presionó el botón de emergencia y soltó la puerta, entretanto le insistía al sistema, presionando una y otra vez el botón de su piso, para que el ascensor subiera. Por fin cumplió su cometido. Ya de vuelta ante la puerta de su departamento, Martin insistió:



- ¡María! ¡Abre la puerta – gritaba, golpeando fuerte, ya sin ningún cuidado.



Martín escuchó que otra puerta se abría detrás de él, se volvió asustado, apoyando el trasero en la pared e intentando cubrirse inútilmente con el paquete de pan. Era la señora del departamento vecino.



- Buenos días, mi señora – dijo él, confuso – figúrese que yo …


La señora aterrorizada, levanto los brazos y se puso a gritar:


- ¡Ay Dios mío! ¡El panadero está desnudo!



La vecina corrió hacia el teléfono para llamar a la policía. Otros vecinos escucharon el griterío y se aproximaron para ver que ocurría:


- ¡Un psicópata!


- ¡Miren qué horror!


- ¡No lo mires! ¡Váyase pa dentro mi hijita!



María abrió finalmente la puerta, al escuchar también el relajo. Martin entro como un rayo, se vistió, sin siquiera acordarse del baño. Pocos minutos después restablecida la calma, golpearon la puerta.



- Debe ser la policía – dijo él, todavía jadeante, yendo a abrir, para su sorpresa...
era el cobrador del televisor.

viernes, 25 de noviembre de 2011

EL ÚLTIMO VUELO

El creacionista del día. Marcela Patricia Vélez Díaz

Por primera vez hoy no envidio el vuelo de las aves, me siento tan ligera como barco de de papel, como si la gravedad hubiera desaparecido;  estiro mis manos y mis dedos llegan hasta la punta del ciprés, podría recorrer toda la ciudad, escalar montañas, alcanzar una nube y beber agua de cielo. Mañana a estas horas, estaré tan lejos. Las cartas de despedida de mis alumnos saben a nostalgia en sus letras, la niña que me habita quisiera llorar un poco y quedarme con ellos sin crecer jamás, los extrañaré, su recuerdo será mi fantasía. Pero ahora estoy solo a un paso de realizar mi sueño de tantos años, la jubilación que pospuse con mil pretextos. Pero todo llega, quién lo diría, es hora de saltar al vacío…

Desde hoy ya no habrá noche, ni día, dueña del tiempo, el camino es infinito, mis pasos dibujan historias nuevas, ahora no exijo nada, todo hace juego con mi alegría, esta maleta de suspiros, mis pies sedientos de aventura, el aquelarre de duendes danzando dentro, si hoy tuviera un nombre me llamaría gratitud. Voy rumbo al aeropuerto, siento como si este momento ya lo hubiera vivido, cada vez que me fugaba detrás de un colibrí, sabía que algún día también estaría en el aire, mi corazón está inquieto, danza una canción extraña que no alcanzo a comprender, tiene prisa, una infinita prisa por alcanzar las estrellas, calma, estamos cerca, ¿acaso habrá alguien que me impida ser feliz ahora?

Abro los ojos sin saber donde me encuentro, todo está tan oscuro, lo último que recuerdo es el paisaje que observé desde el avión, un mar de nubes violetas que hicieron explotar mis ansias contenidas. Ahora todo es tan confuso como los laberintos de mi existencia que se pierden en la nada, escucho el silbido extraño de mi respiración entrecortada, se me antoja como una melodía de violines que se extingue poco a poco, no sé si lo que me duele es el cuerpo o el cansancio de la vida, me percibo como una gota de lluvia que  cae infinita sobre mis recuerdos y luego se evapora vestida de silencio; abrazada a la levedad de la noche para entrar a la luz.

lunes, 21 de noviembre de 2011

PUNTO ROJO

El creacionista del día.  Oralia Ramírez




En un poblado apacible y pequeño, situado en la planicie de un valle fértil, se contempla la suave bruma del amanecer, que envuelve rostros en aquellas humedades cristalinas del alba. A lo lejos, en el camino que conduce a dicho lugar, se puede observar un punto rojo que se dirige en zigzag rumbo al jagüey,  ubicado del otro lado del cerro.



Dentro de ese sitio;  en un hogar revuelto se encuentra Magdalena, esposa engañada, que juró vengarse a muerte, de quien le robara el amor de Sacramento su esposo, a quien amaba de verdad; fue muy doloroso para ella haberlos encontrado en el solar de la parte trasera de su casa, en plena oscuridad, desnudos y tendidos sobre el zacate del almiar. Magdalena al descubrir el engaño, se dio cuenta  que se trataba de su vecina Margarita, (señora casada con cinco hijos y un esposo que pasaba largas temporadas fuera del pueblo por motivos de trabajo) ambos salieron huyendo, cuando se percataron de la presencia de Magdalena;  su esposo se fue de la casa con rumbo desconocido y la vecina se refugió en su hogar rodeándose de sus hijos.

Esa noche, Magdalena no pudo concebir el sueño, tenía una idea fija: vengarse de esa mujer que le robaba el cariño de su esposo.En las primeras horas del alba los molinos de los pueblos empiezan su labor. Magdalena miró a la vecina salir de su casa, abrazando una cubeta con maíz cocido, esta se dirigía al molino para transformarlo en masa y hacer tortillas para el desayuno de sus pequeños;  sin dudarlo se dirigió tras Margarita, cuchillo en mano y al llegar al molino, las mujeres presentes se percataron de la furia de Magdalena, ellas gritando se apartaron del lugar. Margarita al verse acorralada, suelta el nixtamal y  trata de huir, pero Magdalena lo impide, intentando hundirle la navaja en el cuello; ambas forcejean.

 Magdalena falla y el cuchillo queda fuera de su alcance; sin pensarlo la tira en el suelo  y tomando chile molido con todo y venas de un cazo cercano a ella, mete las dos manos por debajo del vestido de Margarita, bajándole el calzón frotándole el chile en medio de sus piernas y dentro de la vagina. 

Entonces Magdalena exclama: 

 -Pa’ que te acuerdes de mí desgraciada-



Todas las ahí reunidas quedan estupefactas y escuchan los berridos de Margarita y la expresión de Magdalena:



-Pa que aprendan a no meterse con el marido de una- .



Si nos acercamos al punto rojo que se mueve en el camino, veremos que se trata de una mujer que se encorva, vociferando gritos de dolor, ella está roja y sudorosa;  le cuesta mucho trabajo caminar, de sus piernas le escurre sudor rojizo y va por el camino retorciéndose en busca del anhelado jagüey.

domingo, 13 de noviembre de 2011

SACARSE LA LOTERÍA ES UN INFIERNO



El creacionista del día. Jesús Ulloa Glez


Tenía como 9 años y desde entonces escuchaba a mucha gente de mi pueblo que hablaba de billetes de la Lotería Nacional. En ese rincón de la Nueva Vizcaya llamado San Pedro de los Montero, donde la gente vive con la esperanza de que un golpe de suerte le cambie su destino, donde se venera con mucha devoción al dios del juego “San Birján”.

Siendo un pueblo noble y con fama de suertudo, muy especialmente en días de navidad o de fin de año ya que varios paisanos han salido premiados en esas fechas, con el premio mayor o con buenos importes para comprar una casa o de menos un carrito; con estos antecedentes, mis amigos y yo estábamos condenados a la compra compulsiva de billetes de lotería

También recuerdo un dicho, muy de por allá “El que compra billetes de lotería es porque le gusta pagar impuestos voluntarios” así que se convino ante todos que la lotería es el impuesto de los pendejos, pero que todos seguiríamos pagando.



Existe además una cábala: Siempre que uno de los mejores premios caiga en San Pedro, éste se verá afligido por alguna desgracia, y será resentida por todos sus habitantes o únicamente por la familia del suertudo. Salí muy joven del terruño y me tocó en suerte conocer grandes ciudades que para nosotros los fanáticos de la lotería, son un paraíso en el que abundan los cachitos de lotería, entre ellas Guadalajara, León, Veracruz Puebla, sin olvidar a la gran capital, donde se localiza el templo mayor dedicado a San Birján.



Mientras estuve en México, fue tanta mi devoción a la lotería que nunca falté a los sorteos de los martes y los viernes, en el edificio del Paseo de la Reforma ese que les dije que está dedicado a San Birján; siempre llegaba muy temprano, para sentarme cerca de las urnas giratorias, ahí donde salen los números que dan a conocer los niños gritones; cuando  gritaban el número que obtenía el premio mayor, entraba en éxtasis, era como si yo tuviera el billete premiado en mis manos, sentía una angustia que me hacia repetir una y otra vez la serie de los números que se escuchaban en él sonido local.


Con el tiempo salí de la ciudad de México pero el vicio de jugar a la lotería ya lo llevaba metido hasta la medula de los huesos; al grado de que ya no compraba cachitos sino billetes enteros, que como era la costumbre del pueblo los compartía con mis amigos, regalándoles su respectivo cachito, para que la suerte de cada uno de ellos, mas la mía se acumulara y así entre todos complacer a San Birján.


Radicaba en Puebla y en dos días sería el Magno Sorteo del Cinco de Mayo, me encontraba en el salón “La Diosa de la Fortuna” jugando dominó con mi compadre Rolando, Sergio “El Bailador” y Federico al que le decíamos “El Casimiro” porque le faltaba el ojo izquierdo que perdió en un accidente de trabajo. Como de costumbre se acercaron los billeteros a ofrecer sus últimos cachitos, no les compramos nada, porque los números que traían no nos latieron.



En eso estábamos, cuando se acerca una viejecita, ofreciendo muy cándidamente sus billetes, ya se iba, cuando lo vi, allí estaba, ¡si ese era! él número que por años había buscado, quede petrificado, era ese que sin saber porque, yo siempre asociaba con mi padre, quién alguna ocasión me llegó a decir:
“Me late que tú algún día te vas a sacar el premio mayor ten cuidado hijo cuando San Birján da, también quita y mucho” Me recuperé rápido de la sorpresa y reaccionando más que de inmediato compré el billete entero, le di un cachito a mi compadre, uno al Casimiro y otro al “Bailador”


El día 6 por la mañana, todo el vecindario sabía que le habíamos pegado al gordo, porque a mi compadre le dio un infarto cuando vio nuestro número y la cifra de 150 millones de pesos encerrados con un círculo rojo en la listas del puesto de periódicos,  que se encuentra a contra esquina de su casa. Después de que le dimos cristiana sepultura a mi compadre, tanto “El Casimiro como El Bailador” se reunieron conmigo para que fuéramos juntos a cobrar el premio..


A los tres días de haber cobrado su dinero “El Casimiro” se compró una máquina esmeriladora para su negocio de tornos, la que al momento de probar su funcionamiento, aventó una esquirla directo al “Casimiro” y le destrozó el ojo sano. El 15 de Mayo por la noche Sergio “ El Bailador ” asistió un poco pasado de copas al baile organizado en honor a nuestros abnegados maestros con un traje tornasol, zapatos nuevos color rojo acharolado .Haciéndele honor a su mote se puso a bailar de inmediato, pero como sus zapatos eran nuevos no pudo guardar el equilibrio y dio un resbalón que lo hizo caer, pegando con la cabeza en los tubos que dividen la pista de baile con el estrado de la orquesta y desnucándose quedo tirado en el piso en una posición grotesca.


Recordé lo que dijo mi padre, la cábala de mi pueblo y lo que les pasó a mis amigos y a mi compadre, me dio mucho miedo, pero desconfiando de los bancos me quedé con todo el dinero del premio en mi casa, mandándola proteger con una barda de ladrillo y dos cercas, una ciclónica y otra bien electrificada. Me quedé solo en casa, porque sentía que mis hijos y mi esposa se confabulaban contra mí, para quitarme mi dinero y hasta llegué a pensar que me querían matar, por eso los corrí a todos.



Un día tuve que salir a la esquina para comprar mi cena, les juro que no tardé nadita, pero a mi regreso encontré muchos ratones, queriéndose comer mis billetes; cogí una escoba para espantarlos, pero en mi desesperación le pegué a la repisa donde tengo las veladoras encendidas a San Birján, que cayendo sobre mi dinero prendieron fuego de inmediato. El incendio acabó con mi casa.


 Los vecinos quisieron ayudarme pero dicen que no entraba en razón, que me aferraba a una caja de cartón que en su tapa decía “El turista”, de la que salían varios billetes de los que se usan en ese juego, que yo confundía con el dinero de mi premio, y gritaba desesperado ¡! San Birján, San Birján! ¡Ayúdame! no me abandones, mientras me internaba más y más en el fuego como si quisiera encontrar al santo que imploraba.


Hoy, me encuentro en una casa muy grande, en donde todos visten de blanco, menos nosotros a los que nos dicen internos y nos visten de verde bajito. Me gusta estar aquí porque tenemos una imagen a la que todos le dicen San Judas, pero yo sé bien que se trata de San Birján, que esta disfrazado para que nadie descubra que me está cuidando, además de que cada vez que abren las puertas de la calle escucho el llamado de sus ángeles que me gritan usando nuestras claves: ¡aquí tenemos al huerfanito! Lléveselo, es el último para hoy.

lunes, 7 de noviembre de 2011

"NOVIEMBRE, MES DE NARRATIVA ILIMITADA"

"No hay que escribir sino en el momento en que cada vez que mojas la pluma en la tinta, un jirón de tu carne queda en el tintero." 






León Tolstói





Abrimos este mes de noviembre con narrativa; para aquellos amantes del cuento, la novela e inclusive de una historia corta, con tintes imaginarios y reales.


Invitamos a  todos los creacionistas:  narradores en primera persona,  testigo y narradores omniscientes, a contar su historia,  a emocionarnos con su relato. Apasionandonos en cada párrafo; con la perspectiva única y original de cada autor.


Esperamos sus aportaciones literarias.


Gracias ^_^ 


jueves, 3 de noviembre de 2011

LA MAÑANA HELADA

El creacionista del día. Abel Cuenca Sánchez







Ese latir del tiempo tan real,
apenas lo siento ya, apenas.

Ese latir que te busca como
un viento huracanado y celoso
sobre mi alma de cedros y cipreses.


En tierra dormida,
aquejada en sombras,
Tánatos e Hipnos me custodian,
y yo soy la jaula
donde no entra vida,
donde la poesía solo
es un aire de polvo enfermo
que sueña con mañanas.


El tiempo de las heladas mató
las frutas que ahora pudren como jirones
de tierra marchita,
del tiempo, mi tiempo, tan febril
y tan invernal.

Días y noches que desgasto
en cuerpos distintos,
son dulces que se amargan
como frutas de temporada.

Coloreo el tiempo
en óleos disfrazados de silencio,
y es el silencio quien ahora
se hace fuego en mi pecho.


Vuela sobre mí el destino,
se desbastan las hojas de papel
como hojas de árbol en mi otoño.

Vuela el destino en el cielo
como un capricho que no entiende de raíces,
que no atiende a esos
seres ajenos y herederos
de la arcilla y la lluvia.