Si le hablo de usted es porque merece mi respeto.
Aunque me haya negado un viaje hasta la luna.
Aunque me haya puesto el equilibrio a precio de vértigo
por acompañarme a caminar en una cuerda floja.
Aunque me haya puesto el equilibrio a precio de vértigo
por acompañarme a caminar en una cuerda floja.
Merece aún así mi respeto.
Lo merece aún cuando se calla un buenos días
y se niega a recitarme un verso.
Lo merece aún cuando se calla un buenos días
y se niega a recitarme un verso.
De todos modos yo diario voy a preguntarle
aún cuando usted está callada cada tercer día
y también los intermedios…
A pesar de todo y a pesar de mí,
para todos, o al menos para mí,
usted siempre va a ser la señora bicicleta.
Y merece mis respetos.
Aún, cuando jamás va a hablarme
ni una sola palabra por carecer de vida...
Aún cuando se llevó mi infancia y la perdió en mi pasado.
Aún así, la quiero. Señora bicicleta.
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