Anoche volví a encontrármela. Estaba tan bella. A pesar de la distancia podía notar su fragancia, delicada y elegante como su naturaleza. Me acerqué despacio, cincelando en la retina cada rincón de su divino cuerpo, oasis para mis gozosos ojos. Su seductora piel, suave y firme a la vez, hacía vibrar mi corazón cada vez que la rozaban mis dedos. Su larga melena áurea iluminaba todo el lugar, y en su brillante mirada no existía ni el tiempo ni el dolor. Nos fundimos en un pasional beso, sin importarnos nada ni nadie; en ese instante solo éramos dos almas unidas por el destino. Después nos miramos, y ella me dijo que tenía que marcharme. Yo no quería dejarla, pero ella me acarició dulcemente la mejilla y me dijo que volveríamos a vernos, que cada noche estaríamos juntos en este lugar. Luego, desapareció en la lejanía.
Fue entonces cuando desperté y la busqué a mi lado, pero ella no estaba allí. Desde entonces cada noche ansío volver a verla, sentir cada caricia, cada beso, el aroma de su piel….; y aunque sé que solo es un sueño, parece tan real.
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