Hace siglos que no muerdo un bocado
de la manzana, seguiré enfrascado
en el reptar de un cuerpo motivado
por sus propios gemidos
y seguiré el andar de las dos piernas
mejor recortadas que he visto en mi vida.
Aires de ficción en una habitación
sin vistas, aguantando toda una vida
bajo el sol.
Comenzamos a vivir tumbados en
un recuerdo diluido en una barrica de nogal:
resacas con los ojos llenos de sangre
en la casa de una chica que nunca quiso rasurarse
la entrepierna.
Juegos de palabras acrecentados por el
flash que despega hacia la mente de un poeta
cuyas ilusiones desafían al equilibrio en un cubito
de hielo, en mitad de un océano de tequila.
Tequila con hielo
boca cerrada
el aspirar del humo hace retrasar al caballo ganador.
Recuerdos sumidos en la pulcritud
de una billetera nueva
que invita a morder mendrugos de pan
a la sombra de un héroe sin guantes.
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