Hubo un tipo al que yo quise
era vino y era incienso,
era agua, poesía y pensamiento,
por si fuera lo primero
bebí un sorbo pequeño
pero me inundó la boca
y poco a poco el cesó…
Ya no pude yo quitarme
ese sabor tan sutil
tan amargo y tan espeso
como la uva en su lecho;
de la cava celestial,
¡gran reserva de deseo!
En exceso lo bebí
me embriagué con tal locura
sin disfrute y en despojo
sin sentido concluí:
“A ese vino no probé
pues su dulzura me agobia
pero no lo saboree
como aquel beso a su boca"
Ahora no recuerdo ya
el sabor de esa cosecha
sólo sé que era buen vino
de esos que se tardan años
amalgamando el sabor
y madurando su color.
Tanto me embriagué con él
tantas cosas no pasamos
y en sus influjos luché
contra la pena y la gloria
que hacia un nuevo amanecer
me dolía hasta la piel
de tanto sorber la copa…
…acabé con ese alcohol
pero guardo la botella
y el tapón para encerrar
el espíritu del vino
que debiera recordar
las palabras que dijimos
y aquel día en que brindamos,
brindamos por nuestro olvido…
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