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martes, 19 de marzo de 2019

Mr. Matthews

El creacionista del día. Ricardo Durán.









Llegué empapado a la casa de mi profesor de inglés esa noche. La lluvia me cogió sorpresivamente a medio camino de mi clase particular de inglés y ya no pude regresar a casa. Llovía demasiado.
Mi profesor es un gringo radicado en la ciudad de México desde hace 15 años. Habla perfectamente español y a parte de las clases particulares en su casa, también da clases de inglés en la Universidad Autónoma de Chapingo. Siempre me dijo que lo llamara por su nombre, pero preferí guardar la distancia y lo llamaba por su apellido, Mr. Matthews.

Mr. Matthews es un tipo alto y delgado. Tendrá unos 56 años y se ve algo acabado. La regla básica de la clase es siempre hablar en inglés.
Me abrió la puerta y me hizo pasar inmediatamente. Me ofreció una toalla y salió apresurado hacía su habitación. Salió con un pantalón deportivo y una sudadera. Mientras me ofrecía las prendas, me pidió que me quitara la ropa para echarla a secar y así poder tomar la clase sin problemas. No lo vi del nada mal y me desvestí delante de él. Vi como me acariciaba con la mirada, pero no le di importancia. Cuando me quité el bóxer me voltee y sus lentes se empañaron un poco al verme con el culo al aire. Me vestí y al terminar de ponerme la sudadera, me ofreció un vaso de whisky para el frío. Algo que le agradecí infinitamente. Se fue al baño y puso mi ropa a secar en su máquina secadora. Regresó a la sala y la tomó botella de whisky y sirvió un vaso para él mientras allá afuera la lluvia seguía fuertemente. Vio mi vaso vacío y sirvió otro poco más de whisky. Como de costumbre encendió el televisor y puso una película totalmente en inglés. Sin subtítulos. La vimos bebiendo whisky y con la luz apagada. No supe si la tela de su ropa deportiva o el whisky me calentaban del frío que hacia. La botella iba un poco más abajo de la mitad y la película estaba por terminar. Sonó el teléfono y puso pausa a la película. Encendió la luz y contestó. No tardó tanto y regresó nuevamente. 

— My wife is not coming back tonight.

— Where is Mrs. Matthews? Le pregunté.

 — Oh, my dear friend, she is at a friend's house, but that neighborhood has suffered a flood and will not come.

No dije nada y seguí bebiendo. La señora Matthews es una hermosa cuarentona. Alta, delgada, con tetas y culo chico, pero con mucha clase. Terminamos de ver la película y me tocaba analizarla completamente en inglés. Se nos fue el tiempo y la botella. Saco otra más y la lluvia no paraba. Para ese momento me había olvidado completamente de mi ropa. Platicamos de cosas en general y la lluvia no cesaba. Finalmente le venció el cansancio. 

—My dear, I have to sleep. You can stay on the sofa and tomorrow you can go early in the morning.


Le agradecí el gesto porque ya me sentía algo borracho y la puta lluvia seguía al mismo ritmo. Regresó con colcha y almohada y la dejó sobre el mismo sofá. Nos despedimos y me abrazo. Su abrazo se sentía necesitado de amor y de sexo, pero no del sexo de su esposa, mas bien de otro sexo. Nos soltamos y se fue.


 Encendí la televisión nuevamente y seguí bebiendo. Habían pasado treinta minutos y me dio hambre. Me levanté y fui directamente a la cocina. Saqué un poco de queso y pan para sándwich y me preparé dos. Mientras comía mi último emparedado fui al baño. Terminé de mear y me guardé el paquete. Saqué mi ropa de la secadora y no encontré mi bóxer. No le di importancia y la doble. Salí del baño con mi ropa y me dirigía a la sala cuando escuché unos gemidos que venían de la puerta del fondo. Me pareció un poco extraño ya que en la casa solamente estábamos él y yo. Así que me acerqué lentamente sin hacer ruido y los gemidos comenzaban a escucharse más fuertes. Llegué a la puerta y la abrí muy despacio y ahí estaba él, masturbándose con mi bóxer en mano. Vi lo caliente que estaba y justo cuando se estaba viniendo. 


Me fui directo a la sala y me cambié de ropa. Me sentía raro estar vestido sin mis boxers. Me dirigí a la puerta y la abrí. Estaba a punto de salir cuando me regresé a la sala y cogí la botella y salí.


 En la calle seguía lloviendo de la misma manera. Caminé por unas cuantas calles hasta encontrar un taxi. Me volví a empapar de la terrible lluvia que seguía toda la noche, así como mis boxers estaban empapados de lluvia blanca de Mr. Matthews. 


¿Cómo se llamaba el profesor?


Robert Matthews.





1 comentario:

  1. Muy bien Richard. Es clara tu línea en la narrativa erótica. Felicidades.

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