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jueves, 26 de mayo de 2016

VISITA NOCTURNA

El creacionista del día. Gerardo González - Aikas 







Cada día amanezco con un paso más cerca de la muerte, algo me lo dice. Siento como mi ser se va desvaneciendo, se esfuma junto con toda la energía que pierdo por las noches y aun así, sigo extasiado. Sigo aceptándola cada vez que se pone el sol en el horizonte a pesar de que cada día amanezco más cansado y melancólico.

¿Cuándo fue la primera vez que se escabullo entre mis sábanas? No lo recuerdo con claridad, solo recuerdo estar atormentado y abrumado. ¿Acaso no es irónico que entre más se agota mi vela más descansado y extasiado me siento? Ah, ironía. Ah, placer culposo que me llevará a la tumba y que con gusto acepto en mi lecho por las noches. Llegó una noche en la que los pesares vacíos me abrumaban cada día, llegó tan sutil como una caricia.

Recuerdo su embriagante voz murmurar pausadamente a mis oídos, ‘¿Puedo?’ me dijo aquella noche en la que sin saberlo, firmé contrato con la más sensual de las catrinas. ¡Si ella es la muerte, que mujer tan deliciosa es! ¿Acaso alguien podría tenerle miedo a tan dulce y preciosa muerte?

La pregunta recorrió todo mi sistema nervioso, como si de una descarga eléctrica se tratase.

Sentí un cuerpo voluptuoso y sensual apoderarse de mi frágil cascaron humano. Sus curvas rozaban en las partes más sensitivas de mi cuerpo. Sus labios se pasaron por mi cuello y orejas, sus muslos se apretujaban contra los míos y sus manos buscaban con fiereza mi sexo levantado.

Abrí los ojos y solo recuerdo ver unas siluetas borrosas las cuales a partir de aquella noche no dejaron de visitarme. ¿Di mi permiso o solamente lo pensé? La verdad es que no lo recuerdo pero es una nimiedad pues no me arrepiento de nada.

Ah dulces placeres que me invaden a cada noche. Se han vuelto una droga para mí. La angustia me carcome cuando la luz del sol entra a través de la ventana y me indica que todo ha terminado y que tengo que esperar varias horas para que regrese a mí ansiado éxtasis.

¡Oh dulce lujuria que me tomas por las noches!

Cada noche que pasa precede a una mejor noche. Las sombras se vuelven más claras, el tacto se vuelve más intenso, sus manos, sus labios, sus pechos y su cadera; sus muslos, sus pies, su espalda y su trasero. Sus labios me ahogan. Su mirada me congela.

¿Acaso alguna mujer de mi vida me había llevado a tal punto de placer? No, ni las más caras mujerzuelas ni las más refinadas damas.

Me miran como si estuviera enfermo, me envían al doctor a hacerme pruebas y tratan de darme extrañas hierbas para curarme. Nada, no quiero curar, no la necesito. No estoy enfermo.

Miro las horas de reloj pasar, como más que lo necesario para no caer dormido y bebo lo suficiente para que mi piel esté lista para recibir aquel tacto que espero por las noches.

Ah la luz se ha ido, el sueño parece apoderarse de mí. Le escucho llegar, su risa, sus saliva gotear de sus labios jugosos que esperan por mi cuello y por mis besos.

Ahora veo con más claridad sus ojos. De un color miel que pareciera más un ámbar brillante en el que veo reflejado todo el placer que tendré esta noche.

Me dejará someterla esta noche.

¿Morir?



No me importaría morir esta noche. ¿Di mi permiso o solamente lo pensé? La verdad es que no lo recuerdo pero es una nimiedad pues no me arrepiento de nada.