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jueves, 15 de noviembre de 2018

BAJO EL TAMARINDO

El creacionista del día. Aleqs Garrigóz







Aún recuerdo la primera vez que te vi: caminabas por la acera de enfrente con tu mezclilla deslavada y esos pasos animales tan cargados de virilidad, muy propios de ti, siempre en un mundo donde tú eres lo mejor. Algo se despertó en mí que quise hablarte, que inventé pretextos absurdos para escuchar tu voz.

Y hoy recargas tu brazo en mi hombro para hablarme de las cosas que están enfrente: las montañas azules hincadas ante la inmensidad.

Ah, compañero mío, Dios nos ha hecho gentiles y nosotros nos vamos juntando, nos vamos dando probaditas de nosotros el uno al otro. Tenemos palabras, gestos para hacernos sentir mejor. Nos queremos, nos tenemos… Aún.


Aquí estamos, recostados en la hierba húmeda, temblorosa bajo la mano del viento. Tú miras las nubes pasajeras y me señalas en ellas formas que me hacen reír. Yo escribo otro poema, melancólicamente, como soy. Arrancas una brinza y la muerdes; yo acaricio tu cabeza latiendo sobre mis rodillas.


Cerca tenemos agua, pan, libros, una canasta en la que hemos acomodado nueces, pasas, algún mantel, hojuelas y miel. Este año ha corrido tan velozmente que, me parece, fue ayer que nos dimos el primer beso en aquel callejón, bajo el frescor de noviembre.


Y cuando la última perdiz cruce el cielo y la primera estrella empiece a espiarnos, me habrás arrancado otra risa insegura, a donde caerán algunas lágrimas. Porque te irás al colegio militar, me has dicho. Y te dirás a ti mismo que todo esto no fue más que una aventura sin importancia de la que nunca contarás a nadie.


Y te casarás y tendrás hijos. Pero no será conmigo.