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martes, 21 de enero de 2014

Give me passion

El creacionista del día. Nicola Capponi 








Tu lengua solo un listón revolviendo colores en mi boca, 
un atisbo de ojos que me lleva al acantilado de una emoción sombría, 
sin embargo cálida que se aloja en tus pupilas.

Tu piel fácilmente trazable por la punta de mis dedos, que aun no saben que dibujar, 
pero que tienen el candor de la pasión, toque a toque.

Tú tú tú ... he olvidado tu nombre solo en milésimas de segundo,

 porque me has hecho olvidar, que el espacio y la tierra que nos sostiene, no es el paraíso, 
el paraíso sin duda lo eres "tú ".

Ahora toda tu se ha vaciado en mi alma, me desbordo de tus besos, caricias y escrupulosas palabras, 
que van arraigándose cada vez más y más en mis alas y quiero despegar.

Abro los ojos, para decirme "no" y regresar al suelo. 
Tu y yo no podemos ir mas allá de la vía láctea, dejaría de respirar, entonces no cabría duda: estaría enamorado. 


martes, 14 de enero de 2014

Marinero de las letras

El creacionista del día. Gerardo González Aikas 







Una palabra llega tras de otra, a veces sin sentido, a veces formando oraciones que se transforman en versos o párrafos que luego terminan por convertirse en cuentos y poemas, por ahora nada de novelas. Llegan, pasan, van y vienen. La lluvia de palabras nunca termina, al llegar a un punto, que podría parecerse a ser el punto final, el párrafo carece a veces del sentido que uno en verdad quería darle. Se borra y empieza de nuevo.
Y no solo son las lluvias de palabras sin sentido lo que atormenta el alma a escribir, también los ruidos, los quejidos de la gente, las peticiones, el vibrar del celular; ideas de otros proyectos, pendientes de trabajo, problemas familiares, problemas personales, falta de pila en el ordenador, cansancio y ganas de dormir. Pero aun así las palabras siguen fluyendo. Como si fueran un río incansable que no cesa de transitar en todos los rincones de nuestro cuerpo.


El parpadeo intermitente de la marca del procesador de textos a veces se vuelve algo torturante, una pausa obligada para poder pescar las palabras correctas de nuestro río.
Y no solo es el río y la lluvia, también están los pensamientos; a veces arrojados y perversos, sucios o resplandecientes, nos atormentan pensando si cada palabra que imaginamos no es un pensamiento sucio y pecaminoso, o todo lo contrario. Si a veces la imaginación y la inspiración se presentan en forma de río y lluvia, los pensamientos podrían ser un inmenso mar donde podemos encontrar monstruos marinos o hermosas sirenas que jamás serán nuestras.


Podríamos ser un barco que navega a través de corrientes en medio de una lluvia dentro de un mar inmensamente enorme cuyo fin es tan conocido como lo es el tamaño del universo; por eso es fácil perderse, borrar todo lo escrito y volver a empezar, cerrar bruscamente el portátil por la falta de inspiración o la abrumadora lluvia de ideas que invade nuestra cabeza o a veces solo quedarse viendo el tintineo de esa pequeña línea vertical, saber que cada pausa suya de un segundo es un preciado segundo donde un torbellino de ideas debe de formarse y dominarse, donde podremos montar y ser un jinete de tormentas. O en el peor de los casos, un jinete de barril.


Si, un jinete de barril, ese término me gusta y espero que al señor Tolkien no le moleste que lo tome prestado. Un jinete de barril, un intento de escritor, un marinero de letras.


jueves, 9 de enero de 2014

SOLILOQUIO DE UN POETA ROMÁNTICO

El creacionista del día. Aleqs Garrigóz









Porque desde el principio cargamos un destino como lápida,
la ficción se nos mezcla en la sustancia, tiñéndonos las hebras
con el color de la sangre enfermiza.
Nuestros días en la historia son como una ligera llovizna,
como cuando la brisa arriba a la estepa desolada.

Somos amigos del girasol y del crepúsculo.
Caminamos inermes a la hora de los tardíos placeres.
Bebemos solos. Y la melancolía de ser es en nuestras venas
honda y permanente como los congelados mares.

Rosas, cortinas, palomas, ventanas, sepulcros,
horizontes donde la lividez vierte sus encantos,
jardines gloriosos donde los pájaros mueren,
fuentes, salones que son vacíos como la vida,
nos circulan lo mismo que carruseles en la mente.

Conocemos el encanto en la distancia,
el sabor de las lágrimas,
la textura de las cartas antiguas,
el olor de las habitaciones viejas.
Amamos la tibieza del hogar,
la magia de los otoños cayentes,
la somnolencia de la nieve.
Y somos tanto cómplices de los amantes feraces
y de su entrega indócil y plena
como de la belleza que muere.

Tiene el fruto de nuestros sobrios esfuerzos
un encanto innegable, ligeramente amargo,
que recuerda los vino seductores y transitorios.
(¿Compañero, como responderé a tu asentada certeza
de que es el miedo a la vida lo que nos mantiene tan vivos?)
Más que el teatro de nuestras subsistencias,
deberá ser la obra
nuestra acotación ante el hombre.

En algunos, el ímpetu arde como un sol cercano;
la fiesta los sonsaca con su olor a licor y sexo mezclados:
su paso en la existencia es igual que una orgía sin término.
Otros -los que lloramos aparentemente por nada,
los enamorados de la lluvia en la ventana-
andamos caminos poco fecundos
y, prensados en la mano de la nostalgia,
terminamos aprendiendo el suicidio.

Pues -se sabe- en nuestro pequeño círculo,
de algún modo o de otro,
se muere joven.



martes, 7 de enero de 2014

El suicida y el perro



El creacionista del día.  Rubén Ávila. 






Sonó el despertador a las nueve en punto, igual que el día anterior. Esa era la hora que habituaba levantarse para ir al trabajo. Pero este día es diferente. Al girar la cabeza para detener el estridente ruidillo del despertador, Jim observó su precaria situación. Encima de la sala sólo se distinguían botellas de licor, envases de cerveza, colillas de cigarro y algunos empaques de comida destrozados.

Hacía más de un mes que Jim no salía de su casa más que para comprar alcohol y cigarros, de vez en cuando comida. Jim revisó su billetera y descubrió, tal como esperaba, que ya no tenía dinero, ni familia, ni trabajo. En realidad, no tenía nada. Nada.

Después de unos tragos y unos cuantos cigarros, Jim se encontraba desesperado, no sabía qué hacer. Su vida había llegado a un punto crítico. Por su mente pasaban muchos pensamientos; robar, tal vez asaltar personas, incluso matar a sueldo. Pero Jim estaba consciente de que no tenía la valentía para cometer tales fechorías. Mientras más se hundía en el alcohol, y en sus pensamientos, se esclareció la solución. Una solución impensable para cualquiera de nosotros. Suicidarse. Esa es la vía. La salida. Jim había tocado fondo.

<<Tal vez no tenga huevos para meterme con la vida de otra persona, pero la mía es otra cosa>> pensó Jim y tomó una determinación. Las razones que lo llevaron a tomar esta decisión ya no importaban. A final de cuentas, la decisión estaba tomada. Conocía muchos métodos para quitarse la vida, unos inaccesibles, económicamente hablando, y otros muy crueles. Jim seguía siendo muy cobarde para esto.

Tirado en el suelo en un rincón del baño, tomó un rastrillo para afeitar y le retiró la navaja. Inhaló profundamente y con un corte rápido y certero, desgarró las venas de su brazo izquierdo. Luchó durante algunos segundos para no perder la compostura. Pero un instante antes de perderla totalmente, cortó su brazo derecho con un movimiento torpe de la zurda. Pasado esto, vino la calma, la tranquilidad. Una dolorosa espera.

Mientras la sangre tibia fluía por sus brazos, escuchó un ruido que provenía de la habitación contigua. Dirigiendo su mirada, con un movimiento lento, hacia la puerta del baño, Jim vio cómo por esta, entraba su pequeño amigo, el cual casi había olvidado. Un perro de raza pequeña, blanco y con las orejas negras. El perro se detuvo en frente de Jim, sólo observando. Su mirada tierna, noble y con tonos de tristeza, provocó a Jim mucha vergüenza. Como si el perro tuviera lástima de él. Al cabo de unos segundos de mirarse fijamente, Jim comenzó a perder la cordura. De pronto se veía a sí mismo en el perro. Él era el perro, y al mismo tiempo, él era el tipo que se desangraba en el suelo.

De alguna manera Jim tenía consciencia de sus ahora, dos partes. Cada una independiente de la otra, mas sin embargo unidas a algo inexplicable. En cuanto Jim se hubo dado cuenta de esto, inició la más extraña conversación de su decadente vida.

— ¿En serio vas a continuar con esto? —dijo Jim perro. No hubo respuesta por parte de Jim. En cambio, él sólo observaba la figura que estaba delante suyo. <<Esto es ridículo>> pensó. La imagen que observaba era algo confusa, mas sin embargo, logró identificar que se trataba de él mismo, algo así como verse en un espejo con un malhecho disfraz de perro. — ¿Qué es lo que quieres? —preguntó al fin. — Mira, sólo deja de sangrar un momento, así tendremos oportunidad de platicar antes que mueras. —repuso Jim perro.

Justo antes de decir algo acerca de la imposibilidad de lo que le estaba pidiendo, vio como la sangre que brotaba de sus venas disminuyó su flujo hasta detenerse por completo. Jim miró al perro con una sonrisa nerviosa, y dijo. — ¿Cómo chingados hiciste eso? —a lo que el perro respondió. — Yo no hice nada, yo sólo soy un perro, eso lo hiciste tú.

Y los dos soltaron estruendosas carcajadas. Luego callaron, hubo un largo silencio, hasta que Jim perro dijo al fin. — Que chingón se siente cuando puedes controlar tu vida ¿no es así? Desde cómo te vistes, qué comer, qué beber y hasta cómo morir. —Jim retiró su mirada del perro con un gesto de enfado y con voz baja dijo. — Tú no sabes nada. —Jim perro no dijo nada, sólo esperó a que Jim continuara. — Tú lo has dicho —continuó—, eres sólo un perro. Tú no sabes nada de la vida, tú sólo te dedicas a comer y a dormir.

El perro sonrió y dijo. — No necesito más. Nunca has pensado que esa es la razón de tus problemas, que quieres más de lo que necesitas para vivir. — Tú no puedes juzgarme —respondió Jim eufórico—. La vida es más que eso. — ¿Qué más? — El arte, el amor, esas cosas. —repuso Jim con enfado en la voz. — ¿Y para qué son esas cosas? — ¡Ya lo ves! No puedes comparar a un perro con un humano. —afirmó Jim con tono triunfal.

Jim perro llevó su mirada hacia otro lugar. Luego de unos segundos dijo. — Yo no creo que seamos muy diferentes. —y como ordenando sus pensamientos, continuó—. Si yo pudiera hacer lo que tú haces, sería igual o más mierda que tú. Pero el punto no es ese. El punto es que si el amor o el arte, o todas esas cosas, te llevaron a hacer esto, no sé por qué las buscaste desde el principio. Sólo digo, porqué vivir en torno a algo que te llevará al sufrimiento a final de cuentas. — No sé. —dijo Jim. Antes de continuar, se percató de que no sentía dolor en las heridas de sus brazos. Miró al rededor suyo, y notó también que no había ningún ruido. Era como si todo el mundo se hubiese detenido. Entonces entendió que ese era el último momento de su vida, y que lo estaba pasando platicando con un perro.

— No siempre fue así. —su actitud cambió—. Hubo un tiempo en que todo fue tan chingón. Tan bonito. Pero todo eso ya se fue. Ya no puedo hacerlo regresar.

Sorprendido, Jim perro preguntó. — ¿Qué tan chingón fue? — Fue hermoso, —respondió Jim con un suspiro—. Lo más chingón que he vivido. Pero la cagué. No se puede remediar. Ahora estoy solo, y así es como la vida termina, cuando ya no puedes hacer nada más. — Pero estamos de acuerdo cuando decimos que la vida puede ser hermosa ¿O no? — Sí, pero en mi caso ya no. — ¿Porqué? — Porque ya no puedo recuperar lo que perdí. — Vendrán otras cosas. — No será lo mismo. — Eso es lo mejor de todo. — ¿Por qué me dices todo esto? —preguntó Jim muy irritado.







Jim perro bajó la mirada y con voz baja dijo. — Yo soy tú. Yo sólo digo lo que tú ya sabes, y lo que quieres escuchar. No te suicides. No lo hagas. 

Estas palabras resonaron en la cabeza de Jim mientras perdía la consciencia. El perrito blanco de las orejas negras se acercó caminando, le lamió varias veces la cara y se recostó a un lado de él.






jueves, 2 de enero de 2014

ENERO : LUCHA DE IDEALES.







Si no puedo persuadir a los dioses del cielo, moveré a los de los infiernos.


Virgilio.


Este mes de ENERO le damos paso a las creaciones con la pasión de la lucha de un ideal o de los ideales que proliferan en el corazón, les invitamos cordialmente a todos los creacionistas a que nos contagien por medio de sus letras de esa lucha continua al momento de la creación, para que sus ideales sean leídos y asciendan en las mentes y alma de quienes los leen. 

Esperamos con gusto sus colaboraciones al correo de siempre: elcreacionista_@hotmail.com.

He iniciamos el año con el gusto de leerlos siempre con el ideal mas alto que tiene un escritor, el gusto por la expresión en libertad.

Agradecemos a todos por la perseverancia de estar en este espacio dedicado al arte y a la cultura.

Grazie Mile.

El Creacionista ^_^ 



miércoles, 1 de enero de 2014

Como un hermoso paisaje de la naturaleza

El creacionista del día.  Gerardo González ...  Aikas








Cobrizo tu cabello,
como la estación de otoño.
Reluciente tu belleza,
como lo es el esplendor de la primavera.
Mejillas como colinas
hermosas y redondas,
pómulos bellamente marcados
cual barranco que invita a lanzarse a tus labios.
Fina nariz,
pequeñez hermosa,
como una flor en un hermoso campo
como un detalle oculto entre los pastos.
Todo tu cuerpo es
un conjunto de finas curvas,
suavemente labradas
por las manos de la naturaleza.
Tus encantadores pechos,
se levantan firmes y orgullosos,
montes de perfecto tamaño
que te invitan a caer en ellos.
Es tu espalda baja
un valle que te invita a recorrerle,
es tu firme abdomen
una pradera que te invita a su campiña.
Sin restar importancia,
tu pequeño bosque un lugar encantado es,
donde la inocencia se pierde
y uno puede caer en la embriaguez.
Enamorado de tu paisaje,
quisiera para siempre recordarlo.
Quisiera  ser un pintor y entre mis lienzos
desearía por siempre conservarlo.