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miércoles, 18 de febrero de 2015

Anhelo errado

El creacionista del día. Alma Carbajal G.




Pelo ceniza, voz frágil, estupidez extrema a pesar de los años que vuelan por las lineas invisibles de tu frente. Si,  fue aquella vez, el sol no te daba de lado, todo lo contrario, el transparente velo de la piel dejo ver las lagrimas que alguna vez lloraron en lívidas cicatrices, y  pensé  - no estoy viendo una fantasmagórica sucesión de reflejos, no, ya es tarde.

Las horas se convirtieron en hielo granizado, porque eso sucedió cuando sonreíste, esa paria manera de adjuntar  tu disgusto y el instinto en donde se resarce la contrariedad de los géneros equivalentes,  en fin, llegué a la conclusión que me lo había buscado.  Ese día, mi rumiante barriga eligió pasar por un frappé para endulzar la extenuante adicción, o embotar a la sentimental resaca que se pega sin querer, al zapato de mis condolencias a inicios de año, mi fijación de darle antojo a mi yo sin precauciones,  él mismo desnudo del cerebro hasta las clavículas, por ella, eso, sin embargo, desnebulizó las brunas ideas al caer la noche.

Ahí nos enfrentamos. Tú, lamías la estampilla láctea de un capuccino a medias de extra hot. Yo, no dejaba de zambullirme en la idea de probar el anís de tus labios. Al cabo de dos horas decidimos quedarnos con el recuerdo de un retrato nunca acabado. Te vi salir de la mano con un hombre que llevaba pantalones de brinca edades, demasiado cortos para tu inocente experiencia, la cual sospecho por la falda azul, se deslizaba a  mareas de idas y venidas por tus ingles, y he sido culpable de tan  dulce indulto, pero con quien te has ido de la mano, suspirará sobre tu nube y se deleitara de tu lluvia, una tormenta que sin duda lleva mi nombre.


Otro amanecer alza el telón.  He vuelto a una hora cualquiera, he vestido mi cuerpo de pálida luna y exquisito negro, porque estoy segura que el acercamiento a ese instante, en donde nunca te conocí, ha muerto.

¿Y la esperanza?

Es abstracta, e irreal, su existencia se basa en un espejismo a dos rostros, para quien todavía cree
en su existencia.