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viernes, 29 de mayo de 2015

AULLIDO

El creacionista del día. Alma Carbajal G.









Las heridas que no se ven son las que más duelen, armas silenciosas, algunas tuvieron rostro y distintos tipos de comentarios. Despierto solo, estoy solo, sin aliados, mis únicos compañeros son los latidos de este corazón delator. Las preguntas mueren, resucitan y de modo ridículo se quedan en el cielo o en el infierno. A nadie le importa. Añadido vacío de un diario absurdo: Soy gay.
  
Voy camino a la preparatoria. Y he ahí el escenario de mis mañanas: gente que parece estar ciega y sorda pero tienen algo en común estúpido, las miradas de revolver Colt 45. Nadie dispara sin embargo todos apuntan. ¿Y por qué no disparan? Porque la bala está atravesada en mi garganta, no me deja hablar y expresar quien soy en verdad. Llego a la primera clase faltando 15 minutos para que termine. El maestro Alcaraz hace una mueca,  me invita a pasar. Los minutos van escanciándose como una copa de sidra, las miradas suben alrededor mío rápida y espumosamente. La campana suena. El maestro me detiene antes de salir; intuyo que saldrán palabras de antítesis sobre mi naturaleza. Mi fatuidad escapa cuando sonríe,  y saca del escritorio un libro que entrega a mis manos con cordialidad, al momento de recibirlo me propina una palmada en la espalda y  dice – ¡move on! – seguido de su acento español – deshaz el nudo que te mantiene en silencio, el único que falta por convencerte de la forma correcta eres tú –. Salí del aula con las palabras zumbándome en los oídos, incrustándose en el complicado engranaje del cerebro. 

Caminé un rato por los pasillos de la escuela para encontrarle sentido a lo que el profesor trataba de decirme; recordé el libro, lo saque de la mochila y al mismo tiempo que leía el titulo mi cuerpo, mi alma y mi mente cayeron como un castillo de naipes, fue ahí que entendí que el mayor enfrentamiento, el primero de todos, es conmigo mismo. El título del libro era: Howl (Aullido)