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viernes, 30 de octubre de 2015

AMANTE NO NACIDO

El creacionista del día. Aleqs Garrigóz







Eres lo que llena la oquedad de mi existencia.
Yo apenas puedo adivinarte con temor,
interpretar tu misterio como a una lámpara que se enciende
desde allá –la orilla que mis sentidos no alcanzan–
para que yo la vea, llamándome, no sin sentir tu intemperancia
que me apresura, presiona levemente.

Tu patrimonio de potestades es aún desconocido por mí.
Mas sé que existes: en un trance te me revelas
mientras sombras hacen extrañas oscilaciones,
unas sombras que están hechas de sueño.



Me hablas con tu lenguaje extranjero que estoy aprendiendo,

alargas una mano invisible que me roza
ligeramente, tan solo para extrañarme o hacerme flaquear.
Saltas a la realidad mediante símbolos:
a veces es la rama anormal de un árbol que crece hacia mi ventana
o el galope de unos cascos que se van acercando
–su jinete: un héroe que me raptaría a mitad de la novela–;
otras el viento que se arrastra y languidece,
el mismo viento que forma caprichosos remolinos de pétalos al ocaso.

A veces es únicamente la noche.



Quiero estar contigo,
entregarme a tu juego de cartas invisibles
apostando a perder.



Me gusta cuando de día
haces que las piedrecillas del regato canten al chocar
murmurando secretamente mi nombre.
(Me has enseñado que un día es sólo una isla entre dos noches,
que la noche es lo que hay detrás de todos los días y las noches;
que el día es sólo un accidente, una forma de la noche.)



Te invoco agitando ramas de olor,
dejo que tu viento entre a mi alcoba,
duermo sin ropas para agradarte aún más.



En alma te tengo.
Pero buscarte en cuerpo es vano.



Me lo has dejado saber:
aún no has nacido.