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jueves, 12 de mayo de 2016

TRES VECES TRES

El creacionista del día. Alma Carbajal Guzmán









Un déjà vu  de doce campanadas fortuitas sonaron en el reloj. A la noche comenzaba a corrersele las horas sobre la palidez del tiempo. Dika, enrollaba entre sus deditos, un pequeño mechón de su corta cabellera oscura, para matar los nervios, que le habían tomado el cuerpo a modo de alfiletero. Un rayo de luna se escabullía con lentitud, serpenteando el nevado encaje de la cortina, el hilillo plateado anunciaba que el momento del ultimo sortilegio había llegado. 


Dika había hecho retroceder dos veces con éxito, el suceso de aquella noche - la comunidad y sus padres planeaban sacrificarla - la tercera penumbra seria definitiva y todos quedarían encerrados en esas cuatro horas en que iniciaron su búsqueda. A pesar de ser tan pequeña, su alma contaba con 700 años, era algo menuda, pálida y siempre estaba acurrucada en las alas de un mutismo feroz. 

A escasos segundos de la una de la madrugada, Dika se posiciono frente al reloj de péndulo, y comenzó el sortilegio; cuando el ultimo segundo cayo sobre la manecilla principal, dando la 1 de la mañana, las horas volvieron a retroceder;  la casa tembló, el gato que se encontraba enterrado en el jardín volvió a la vida, y todo lo que aquel día murió por impulso mágico, regreso a ser lo que era en un principio. 



A la mañana siguiente la policía se encontró con un hallazgo macabro, un suicidio colectivo. La autoridad tejió esa etiqueta a las prisas, ya que los cuerpos de toda la comunidad se encontraron  con el estomago abierto, sin vísceras y alrededor de una pira que aun llameaba. Las precipitadas teorías en las mentes de los agentes, no parecían tener sustento, los hallazgos, la escasa prueba de violencia u obligación de aquellas personas, no tenia coherencia alguna, parecía como si cada individuo se hubiese abierto por si mismo el vientre,  y hubiera arrojado al fuego sus propias vísceras. 



El detective en turno, después de hacer un recuento exhaustivo, buscó incesantemente al miembro que faltaba, Dika. Sin embargo, tras años de exhaustiva investigación,  el único indicio que encontró, respecto a su descripción,  fue un grabado del siglo XV, donde la imagen de una niña reposaba entre lineas y negros remolinos de tinta vieja.