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jueves, 29 de diciembre de 2011

UNA DERROTA PERSONAL

El creacionista del día.  Gerardo Alonso 



En cierto modo el policía era su amigo. De un tiempo a la fecha, cuando la necesidad de contárselo a alguien se volvía insostenible, y el calor o la lluvia estaban por derrotar el ánimo, él siempre estaba ahí para escuchar, o simular que escuchaba, la misma incesante y consabida historia de los últimos días; pero esta vez el policía montó en la moto sin decirle adiós, dejándolo ahí, pensativo y solo.




La incertidumbre que sentía era un ave de mal agüero; ¿y a quién confiar lo que sabía, ahora que estaba solo, enfrentado al asombro?, Solo ante la sorpresa, que se ufanaba de sus miserias; algo se había hecho añicos dentro de él, todas sus certezas se le desmoronaron ante los pies. Su ánimo estaba distraído, tan ausente que ni siquiera notó haber dejado levantados los limpiadores de un auto negro cuando lavó el parabrisas. La franela colgaba del bolsillo, de alguno de los múltiples bolsillos de su pantalón gris con bolsas de parche.



Cuando se baja de la banqueta y rodea el auto negro, para llegar hasta la parte trasera, los limpiadores siguen fuera de sitio, nadie los ha regresado a su posición original. Parece no darse cuenta; su mente es un terreno árido y desolado, está en sequía, solo una idea germina como hiedra venenosa.




Se detiene ante otro auto, más pequeño, que recién abordan sus ocupantes, limpia el sudor de sus manos en la playera rojiblanca que lleva puesta, extrae una cartera de algún bolsillo, cuenta los escasos billetes y, de algún compartimento interno, saca un recorte de periódico, que desdobla con delicadeza. En los ojos hay lágrimas; inclina el ala de su gorra roja para ocultar el llanto. Un nudo en la garganta le impide hablar, pero la aclara al ver el coche pequeño avanzar: ¡Viene, viene! El conductor lo llama para entregarle unas monedas. El carro se aleja rodando lento por el asfalto.

No consigue contener un gemido al ver en el recorte completamente extendido una foto de cuerpo entero que reconoce de inmediato, y un encabezado en mayúsculas que pretende mofarse de su derrota personal: “CHICHARITO AL AMÉRICA”.