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jueves, 12 de julio de 2012

CESAR ROMERO

Cesar Romero ... un escritor que trabaja en la alquimia de las palabras.




Quiero hablar de la poesía por medio del poema. En cuanto a lo demás: la escritura debe ser nocturna, con la concentración precisa, en un espacio con música y bien iluminado. Uno va adquiriendo sus hábitos. Oí de alguien que uno debía encontrar su “lugar” en el mundo, ese lugar debe ser tu espacio para escribir.

I

A la alcoba,

Dentro de ella,

Hacia las líneas de sus hombros púberes

su espalda gatuna

su vientre,

a los cascabeles

de los iris melifluos

y esa risa que se aparta.



Despojado a mitad de la tarde

soy letargo

juguete que cayó de sus brazos.



II

Eva. Silencio de ópalo

niña grácil,

gesto de la ausencia

entre cejas arqueadas

y boca de caramelo



Al sueño me acerco tembloroso

y te encuentro suspendida.

Desciendes

a mis manos

donde te haces cenizas.



Fiebre.



III

Fiebre,

de palmo a palmo

nos colma

cuando la marea de esperma

despierta en un desliz

y descubrimos un vacio

que se resiste

a contenernos.



Fiebre,

al romper los nudillos

las gargantas

el pan.



Como esas abluciones

se derraman en la alcoba,

la marea baja,

la marea

que nos deja

a orillas del pudor.



Somos niños otra vez

al punto de nombrar

lo desconocido,

su volumen no se permea

es oscuro

nos aplasta





IV

Abrásame,

la oquedad del tiempo

agota su llama,

en sus cantaros

atiza la memoria,



su inimaginable tamaño

crece.



Temo un amanecer

en el que ambos

nos tornemos

irreconocibles.





V

Que nazca la mañana

de las flores,

que su capullo se cierre

al medio día

de parvadas

sin rumbo.



Cortaré cada botón abierto

lo destrozaré en mis manos.



Que me fulmine un sincope

cuando una ráfaga

haga levantar la hoja

y su palabra caiga

entre doblada,

con tu letra fugaz

facinerosa

desbordante.

Apretaré cada tallo con espinas

y se llenará

de una nueva flor.

Dulce del medio día,

bocado de amnesia.

Abrásame



lunes, 9 de julio de 2012

YO, NICOLA

Nicola Alexander Capponi.

Un editor que juega con el metal y resuelve el enigma de las letras.





Tomó a la literatura por los cojones. Considero que puedo recrear a partir de letras todo lo que está dentro del sentimiento y en el contendedor de su expresionismo. La música en particular la de heavy metal me lleva a paisajes oscuros, me gusta transmitir esa penumbra escarlata en palabras.

Lo que jamás puede suceder es… que en esos intermitentes párrafos se deje rezagada a la luz, ya que mantiene un equilibrio indisoluble entre la narrativa y la atmosfera que trabajo.

Volviendo al asunto de mi principio como escritor, me he dado cuenta que el papel, la tinta y las gracias, no son suficientes para detenerse y como dice el dicho “dormirse en sus laureles”, sino todo lo contrario, es un hambre que no puedes satisfacer con la fascinación que la gente tiene cuando expones tu labor y tu enardecida pasión por las letras. Sigues comiendo libros, cuentos, narrativa de otros hambrientos que como tú, jamás estarán en pleno goce de estar llenos, jamás será por completo suficiente.

Es por eso que me considero uno de tantos otros vagabundos que no paran de saborear el asueto de la vida. Voy trasnochando conductas, observando como si fuese un micro Dios en un macrocosmos de expresiones y situaciones, no importa si son cotidianas o por completo maquinales, exóticas.

Las mujeres son un compuesto primordial en mi escritura, le da al texto cierta tesitura, peso, soltura, agilidad, sobre todo dan descanso de la manifestación natural del hombre sobre los géneros. Todo alrededor se descompone y transmuta en algo, que jamás pudiésemos imaginar sin el aliento preciso que le da la figura de la mujer a la literatura. “Y es ahí, entre dos renglones de su prosa, en que yo me poso… y reposo”*



La conexión con los subgéneros que continuamente marchan en caravana, en aras de lo nuevo y trascendental en la escritura, no es solo un loco esperando explotar palabras, es incrementar aquello que subyace en lo más íntimo de la esencia de cada escritor. Todo está dicho; es cierto, pero la responsabilidad de crear va arraigada al instinto, a las formas de vida irrepetibles del autor, en que ve al mundo, que por ende no tiene, ni tendrá, sin que sea otra cosa que la coincidencia que dos cabezas o mas puedan formar una idea ecuánime con la similitud en la forma de pensar.

En conclusión el desafío más grande, en síntesis soy Yo y lo que el universo tiene en contra de mí crear y pensar. La palabra está en mi, disolviéndose en etapas, que por desgracia no podre volver a repetir o a borrar con solo pulsar una tecla , no puedo ir pinchando links aquí o allá, solo para darle enter a lo que seguramente se convertiría en un sujeto falso, pomposo, arrogante y pestilente en la configuración de mi personalidad, me daría vergüenza.

Así es como asumo el papel de espectador, de otros espectadores con el ansia de que esto que escribo, llegue a muchos otros, que siguen esperando la letra adecuada, para encender su imaginación.


*Frase – Nicola Capponi