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martes, 15 de julio de 2014

TARDE BERMELLÓN

El creacionista del día. Agatha Cervantes







Nota repentina

Sábado 19 de Agosto 2014

8:00 p.m.

Escribo esto en un diario que no se si quemare algún día, las incoherencias van de página a página, como una marejada de desvaríos. Hace unas horas estaba sentada en el café Moon and Black; me gusta mucho estar en mi mesa de siempre tomándome un irlandés con harto alcohol,  para no pensar más que en la lectura que me atañe. Sin embargo hoy no estaba posicionada en mi lugar, las piernas me temblaban y mordisqueaba mis uñas al igual que un ratón roe un pedazo de queso, pedacito a pedacito de piel , algo se desprendía de mi misma mientras la lluvia se desbordaba a mares. No quise pedir nada porque vería al pendejo con el que tuve relaciones semanas antes; el problema era que la regla no bajaba, pensé en abortar si era necesario. Eran pasadas de las 3 de la tarde, no llegaba. Una psicosis cubrió mi cuerpo con su manto bermellón, comencé a llorar, pero, las lagrimas se volvieron sanguinolentas. Corrí  asustada hacia el baño para lavarme la cara, conclusión,  sangre. ¿Que chingados pasa? Me hallaba tan aturdida que busqué la puerta de salida del café a tientas, sentía un ardor en los ojos que no me dejaba ver bien, todos me observaron desconcertados y yo "con la cara llena de sangre",  escuché a lo lejos a alguien ofrecerme un paraguas, pero salí de ahí tan rápido como pude. No me importaba empaparme, solo quería escapar de lo que me perseguía;   cuando me di cuenta que lo que llovía era sangre, grite, grite con todas las fuerzas de mi garganta, no encontré consuelo. Una señora que pasaba en ese momento me propinó una bofetada, replique pero ella con dureza me dijo - estabas como dormida, con la mirada fija y no podías reaccionar - ante esa revelación me pregunte - ¿ No me escucho gritar? me retire con paso rápido hasta mi casa, abrí la puerta desesperada, entre al baño y me encogí en la bañera vacía esperando a que aquel remolino en mi cabeza se alejara.

Sentí un jalón fuerte en el vientre, después unas ganas terribles de vomitar me invadieron, otro empujón mas en el vientre y un borbotón  de sangre salió de mi vagina, manchando la bandera de mis aflicciones. Levanté la mirada al techo como dando gracias al Dios inexistente de mis milagros y agachada susurré : La sangre lo resuelve todo, tanto en el campo de batalla, como en los periodos tardíos de una guerra sin tregua, la vida.