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jueves, 21 de junio de 2018

QUINTETOS

El creacionista del día. Carlos A. Cid









Eres de todas la primera vez
y de las únicas la principal
de boca en boca habla tu beso cruel
de letra en letra tu rima fatal
cuando estás cerca no te dejas ver.

Poesía hablas si toco tu piel
y si acaricio toda tu humedad
dices “no pares que todo está bien”
y das un beso que sabe a verdad
mientras tu muslo empieza a ser infiel.

En cada página hay perfume a sal
ese es el rastro que deja tu piel
cuando conviertes la palabra en mar
y en ese mar también mojas tus pies
pues sólo tú puedes ser tu final.


jueves, 14 de junio de 2018

LA VIDA COMO PROMESA DE REDENCIÓN POR MEDIO DEL SUFRIMIENTO

El creacionista del día. Carlos Ryuten 













Explosión de sentidos, promesa de redención
falla fundamental, mentira primigenia.


Concentramos en el tiempo,
el juramento antaño olvidado
de volver a un paraíso
que nunca tuvimos.


Somos el orgullo y la indignación
que reclaman el alma ígnea
portadores de la luz
condenados a las fosas y mazmorras,
de las masas y de los palurdos
somos burla y escarnio,
alimento para los perdidos y los muertos.


Como formas exangües que intentan parasitar la belleza,
buscamos volver a nuestros umbríos recuerdos,
cual ouroboros que busca incesantemente su cola.


 Teñimos de purpura el asco que desparramos,
 para ocultar nuestros hábitos.


 Cúspide irrelevante de acciones sin sentido,
 encajamos la pieza del destino con los ojos cerrados.
 Celebramos festines de inmundicia y olvido,
 y buscamos corromper el camino.


 Somos herederos de la diáfana miseria humana,
 carcomidos y miserables, completamente vacíos.




lunes, 4 de junio de 2018

Cristo a sus 21

El creacionista del día. Jorge Orendáin








¿Dónde andará ese Cristo a los 21?

Gonzalo Rojas






Cristo a sus 21 llegó a mi casa un día

con una botella de tinto y un poco de pan casero.

Dejó su bicicleta junto a la mía.

Se quitó sus sandalias, me dio un abrazo.

Se sentó como quien se sienta a mirar un sueño que se aleja.

Me miró lentamente, muy lentamente.

Alzó su palabra, siempre con un tono quedo,

y me dijo:

Allá afuera se respira sangre,

polvo lleno de polvo, pólvora llena de muerte,

cocaína que huele a sangre, y sangre que huele a incendio.



Abrió la botella de tinto. La bebió.

No me ofreció un trago siquiera.



Cristo a sus 21 estaba en mi casa.

Miró mi librero con calma. Hojeó discretamente

muchos libros de poesía.

Después de un tiempo, volvió a sentarse.

Me miró lentamente, como quien mira un pájaro

deshojarse en su vuelo.

Volvió a beber de su tinto.

Esta vez me ofreció un trago.

Ese tinto sabía a dolor.



Cristo a sus 21

miró una foto de una muchacha

que alguna vez fue mi novia.

Me volvió a mirar

como quien mira a un niño llorar.



Cristo a sus 21 se fue de mi casa.

Me dio un abrazo.

Lloramos juntos los dos, un poco nomás.