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jueves, 20 de junio de 2019

ÉL Y ELLA

El creacionista del día. Ricardo Durán 






Érase una vez en una ciudad urbana
dos jóvenes inquietos, Romeo y Julieta de nuestros tiempos,
se enamoraron en la adolescencia
y con el paso del tiempo se separaron,
pero nunca dejaron de amarse
con los años la vida les regalo una oportunidad
ambos sin compromiso alguno.

Intentaron estar juntos,
 sus ganas de hacerlo bien, los llevo al fracaso,
 el amor seguía intacto y ellos intentando
 él pensó que era ella, que no quería
 y ella pensó que era él, que no quería,
 ambos culpándose, optaron por separarse
 el amor salió ileso y ellos con rumbos separados.

 La vida no quiso que se vieran por muchos años
 quiso que se amaran y sufrieran en silencio,
no quiso juntarlos, no quiso empeorarlo
 quiso mantener ese amor perfecto,
y cuando no sabían más el uno del otro,
 la vida los junto de vuelta,
 él aún estando solo y ella se volvió prohibida.

 Sus ganas y deseos fueron solo cartas con anhelos.

 Él: Me es grato volver a saber de ti
 te insistí y no desistí,
 mis cartas al destinatario sin falta
 y con el tiempo el remitente tiene una carta.

 Ella: Recibí tus cartas puntualmente cada semana
 y con cada letra al leerlas lloraba,
 ¿Cómo estás? ¿Qué te has hecho?
ahora puedo contestar, pero no los fines de semana.

 Él: Es un fuego que quema y emociona al leerte
 tanto tiempo sin saberte,
 no sé si quiero seguir leyendo la carta,
 no sé si será la misma emoción o este fuego me mata.

 Ella: No sé que decir, cada una de tus letras me deja sin palabras
 como aquella tarde que nunca más supe de ti,
 ¿Por qué te fuiste?, ¿Por qué no estuviste?
tantas cosas han pasado desde aquella tarde.

 Él: Querida mía, me alegra saber que te quito las palabras
 tú las quitaste desde aquella mañana en que te vi,
 ¿Ahora entiendes lo que sentí al verte?,
y no es que me fui, más bien no estuvimos.

  Ella: Yo esperaba más ti, como en la novela de Shakespeare
 donde Romeo hace lo imposible por Julieta,
 pero no vi eso en ti, no te sentí
 y esa fue la razón por la que huí.

Él: Juliet se dice en inglés, estos son tiempos modernos
 donde las personas están de muto acuerdo,
 yo Romeo, no me fui, al contrario, más me perdí
 en mis sueños contigo, pero nunca te vi, ni te sentí.

 Ella: No sé a quién culpar entonces
sólo sé que no quería perderte por segunda vez,
y al disiparse, pensé que sería para siempre
 por eso quise olvidarte y me refugie en otros amantes.

Él: Mejor no culpemos a nadie y recordemos el pasado
 yo no sé de tus historias y tú no sabes de las mías,
 ¿Recuerdas la vez que te robé nuestro primer beso?, dormías,
 pero después de tocar mis labios con los tuyos sonreías.

 Ella: Aún recuerdo ese instante, ambos veníamos de viaje
 era el momento que había soñado contigo,
fue perfecto, ese pequeño instante
 durará por siempre en mi recuerdo.

 Él: Has sido la única que ha podido llenar ese hueco,
 ese espacio tan vacío y tan hondo,
 desde aquel último momento
 me refugio en el jardín de la poesía.

 Ella: ¿Aún recuerdas nuestro segundo encuentro?
 ¡Yo sí! y sabes, fue como el primero,
 siempre las miradas y los besos más hermosos
 fueron a tu lado, yo lo llamo “Amor profundo”.

 Él: “Amor a primera vista”, como en la novela inglesa
 recuerdo perfectamente tu cuerpo perfecto,
 aquella tarde supe el significado de esa palabra
 desafortunadamente no hicimos lo adecuado.

 Ella: ¿Por qué viniste? ¿Por qué irrumpes en mi mundo?
 desde que sé de tu regreso,
 no dejo de pensarte, no dejo de extrañarte
 ¿Crees que esto es justo?

 Él: Tengo un dolor profundo que incrementa
 no es culpa tuya, digamos del destino,
 tengo un gozo al saber que aún me amas
 no lo dices, pero lo siento en tus palabras.

Ella: La vida no es la misma, han cambiado muchas cosas
 mis deseos y ganas de tenerte son las mismas,
 pero volteo al salón de mi castillo
 y hay alguien que me espera sentado en el sofá.

Él: Sabia de su existencia y eso aniquiló mis posibilidades
 de tenerte y estar juntos para siempre,
 me encantaría penetrar
 todas las noches... en tus sueños.

 Ella: No quiero hacerte daño, no es justo
 no quiero crear falsas expectativas,
 sigamos adelante con las epístolas
 y veamos que pasa más adelante.

 Él: ¿Por qué lo hiciste?

 Ella: ¡Por amor!

Él: ¿Aún le amas?

Ella: Creo que ya es un poco tarde para seguir leyendo.

 Él: Eres lo más bonito del mundo.

Ella: Tienes el don de mentir y sacarme todas las sonrisas.

 Él: No miento, eres lo más bonito de mi mundo.

Ella: Haces que mi ego suba hasta cielo.

Él: Es ahí junto a Dios, donde tiene que estar.

 Ella: Cada palabra tuya detiene mi vida y mi mundo.

 Él: Me encantaría que tu mundo y el mío, se detuvieran el mismo instante.

 Ella: Sería fascinante.

 Él: Le quitas muchos minutos al reloj.

Ella: Y tú al mío.

Él: Parece que escucho al reloj, -Tick, tack-,
 se detiene el tiempo,
 una manecilla no deja avanzar a la otra
 es profundamente eterno y doloroso.

 Ella: Parece que te escucho decir cada palabra
 y tu voz es la misma, idéntica,
 tal como la recordaba
 y me sigue poniendo muy nerviosa.

 Él: ¡Dios, señor, apiádate de mi!
 me confieso y confieso
 que mi único pecado es amarle
 no conozco su presente, pero conozco su pasado.

 Ella: Me dejas sin aliento, sin palabras
 no sé que decir,
 sabes perfectamente como mover cada fibra
 tienes la facilidad de robarme sonrisas todo el día.

 Él: Necesito tus abrazos,
 como mi ahogo necesita tu mirada.

 Ella: Provocas tantas cosas en mi,
 tienes la aptitud de hacerlo.

 Él: Te pienso, tanto, Tanto, TANTO,
 dormido como despierto.

 Ella: Y yo...y yo, créeme que no dejo de pensarte.

 Él: ¿Sabias que existe una canción,
 con el mismo nombre del cuento?

Ella: ¡No!, no sabia de su existencia.

 Él: Desde aquella época siempre pensé que era nuestra.

 Ella: Eres malo, nunca me dijiste nada.

 Él: Van doscientos veintisiete veces que toca
 y las de antes y las que faltan.

 Ella: Van mil cincuenta y tres caracteres
 que no dejo de llorar y de sonreír.

Él: Oh Juliette, mi querida Julie, cómo en el cuento
 me recordaste que es estar vivo
 con tan sólo un instante,
 penetraste en mi alma y aún navegas en mi sangre.

Ella: Estoy tan confundida,
 que en este instante saldría del castillo,
 correría a buscarte y amarte
 no te dejaría solo ni un instante.

Él: No sé si le lloro al pasado, por perderte hace tiempo
 no sé si te lloro, por no aprovechar nuestro momento,
 no sé si le lloro a la vida, por haberte perdido
 o no sé si le lloro al futuro incierto.

 Ella: Romeo, cariño mío, no sé que decirte
 me gustaría regresar el tiempo,
 regresarlo en ese preciso momento
 cuando ambos jugando inventamos ese beso.

 Él: ¿Cómo se hace para olvidarte? dímelo,
 ¿Cómo se hace para olvidar tus besos?,
 ¿Cómo se hace para olvidarte por completo?
 dímelo, te lo ruego y te lo exijo.

Ella: Tus palabras me llegan profundamente,
 es un fuego inmenso, que se mete abismalmente en mi,
 no sé que hacer con ello, sin poder externarlo
sólo se va consumiendo dentro de mi alma.

 Él: Tengo una gran necesidad de verte.

 Ella: ¿Estás soltero? Él: ¡Sí! Ella: Difícil de creerte.

 Él: ¡No te miento! Ella: ¡Te creo!

 Él: Tengo una necesidad de ti, tan grande como esta soledad,

Ella: ¿Qué puedo hacer para evitar que caigas en locura?

Él: Hacer de ésta demencia, una demencia coherente.


Ella: Hagamos que tu demencia sea como el mar
y mis ganas de tenerte sean como la arena,
que se fundan en una tranquilidad inmensa.

 Él: Sin excusas, ni pretextos pactemos una cita.

 Ella: Suena indecorosamente tentador.

 Él: ¿Qué haremos al respecto?

Ella: ¿Qué propones?

 Él: Encontrémonos en medio del camino.

 Ella: ¡Me encantaría!

Él: ¿Cuándo?

Ella: ¡Sabes que no puedo!

Él: Creo que lo mejor será que desaparezca.

Ella: No quiero que te vayas.

Él: No olvides que te amo.

 Ella: Nunca lo olvido y eres correspondido.

 Él: ¿Lo dejarías?

Ella: Tengo que dejar de leerte, no puedo parar de llorar y él esta por entrar.

Él: Princesa imperfecta, te amaré hasta el día de mi muerte,
 éste intento de poema, no ha sido más que un regalo para ti
 no soy el mejor escritor, ni el mejor poeta,
 pero espero que cada vez que la leas,
 te llegue a las entrañas y día a día necesites mi poesía.

Ella: Me despido amado mío, dejándote claro
 que has sido el amor de mi vida,
 que eres lo más importante y siempre lo serás,
 no sé que nos depare el destino,
 pero si es que nos junta, espero que sea para siempre.

 Él dejó de leer la carta de su amada
 salió al balcón y no paró de llorarle,
 fue tan profundo su dolor, que la luna salió a consolarle,
sabe que su presente es estar sin ella
 y que tiene que ser fuerte, para esperarla algún día.


 Ella guardó la carta entre sus cosas más preciadas,
 regreso a la cama, sin parar de llorar,
 con una tristeza muy grande
en ese instante entra su esposo y le pregunta:

 –¿Por qué lloras?-

Y ella le contesta con una ligera sonrisa:

 –Es que leía a Romeo y Julieta–.




viernes, 14 de junio de 2019

Dos libros de poesía que no vale la pena leer

El creacionista del dia. Adán Echeverría.






En primera instancia hay que señalar que los poetas mexicanos han decidido que "amarse antologías", es lo que funciona para poder llegar a un público mayor. Mientras más "poetas" se incluyan en la obra, se tiene la esperanza de alcanzar un mayor número de lectores.

Muchos editores de poesía (que las más de las veces también se presienten poetas: yoteedito-túmeeditas), imprimen, copian, editan, compilan, los poemas de sus poetas admirados, amigos admirados, amantes admirados, compañeros que pueden unir su nombre al suyo y ser una dualidad artística editor-autor-editor: "Edité a Fulano, y cuando alguien hable de este Fulano, sabrán que yo lo edité, y hablarán también de mí".

En segunda instancia hay que señalar que al menos 60 páginas forman un libro; ya sea de poesía, cuento, de lo que sea. Sesenta páginas tienen que ser lo mínimo. Todo aquel texto que tiene menos de 60 páginas, es un cuadernillo, al que en el medio literario conocemos como plaquette.

En tercer lugar, hablemos del tamaño. Los libros deben estar en un tamaño que va, de la media carta al medio oficio. Pero la mayoría de las editoriales independientes apunta incluso al 1/4 oficio o al 1/4 carta, y con eso juegan para alcanzar el número de mágico de las 60 páginas, y poder tener UN LIBRO, aunque el original del autor apenas alcance las 20 páginas Esto con la finalidad de ahorrar recursos para la impresión.

En México, para los editores de poesía, los libros que tienen que formar parte de su colección son: al menos un becario del Fonca, al menos un poeta con un premio nacional. A éstos hay que pagarles la edición o, mejor dicho, a éstos no hay que cobrarles. Y sumados a los mencionados, faltará incluir a los novios, novias, amantes, a ésa chica que te prometió las nalgas si la editabas, y los amigos de borrachera y drogas, pero claro que sí. Gran parte del mundo editorial en México viene con estas presunciones.

Es por eso que siempre he hablado de los Altibajos en la Poesía Mexicana, porque se notan los desniveles entre la obra de los autores, entre los libros de un mismo autor, e incluso el desnivel puede observarse en una misma obra, entre un poema y otro, e incluso hay casos —donde la soberbia y la falta de taller predominan— en que los poemas se caen, es decir, un mismo poema no se sostiene.

Los premios municipales, estatales, regionales, nacionales, no son el sitio donde uno puede encontrar a los mejores poetas, ni los mejores poemas, y nadie podrá decirte lo contrario. Baste que leas a los autores. Porque la repartición de presupuestos siempre seguirá amarrada a las intenciones de quienes convocan y de los que acaban siendo jurados. Por ello los libros de estos poetas de al menos 60 páginas, puede contener dos grandes poemas, apenas, algunos versos rescatables, y paren de contar. Son libros que no se sostienen con 60 páginas.

Y de esos libros, acá les presento algunos:
1. "El tema de la escrofularia", de Maricela Guerrero. Editado en el 2013 por Editorial Piedra Cuervo y Ediciones de La Esquina. Cuenta con un dibujo en la portada creado por Amaranta Caballero Pardo. Entonces de nuevo vemos: la amiga Amaranta, buscando que editen a la amiga Maricela. ¿Y la poesía? Bien, gracias.

El contenido "poético" del cuadernillo es escaso (el trabajo se presenta en 56 páginas, siendo siete las primeras páginas de portadillas y créditos, y seis páginas más en blanco y contraportadillas para cerrarlo). El 'texto poético' de Maricela Guerrero va de las páginas siete a la página 48. Es decir: un texto de 41 páginas.

¿Y qué se encuentra uno mientras lo lee? Se encuentra con cosas tan 'interesantes' como: alusiones al Himno Nacional (una bestia en cada hijo te dio / un hígado en cada hijo te dio); alusiones a rondas infantiles (las mariposas se columpiaban / sobre los brazos / de una araña), que vuelve a repetirse (una niña se columpiaba sobre la tela de una araña / como veía que resistía); interacciones con una canción del grupo ochentero de mujeres que se llamó ‘Fandango’, y cuyo único éxito fue: Autos, Moda y Rock and Roll, y con la letra de la canción Imagine, de John Lennon, alusiones a la saga de Rápido y Furioso, con tal de criticar el operativo, que bajo el mismo nombre permitió que miles de armas se introdujeran a México, y desaparecieran en manos de los grupos del crimen organizado. La crítica social, la crítica al estado, bien. ¿Y la poesía? El panfleto no funciona, la poesía menos.

El lenguaje poético que la autora intenta es más o menos en este tono, permanentemente: "Rápido y furioso, qué buen nombre que puso el director de la oficina de alcohol, tabaco, armas de fuego y explosivos: en el 2006 le llamaron receptor abierto traspiés y puntapiés y malos juicios".
¿En serio? ¿Escucharon ustedes el lenguaje poético, disfrutaron ustedes la poesía que la autora plantea? Pero claro que no, tienes más poesía muchas columnas que aparecen en los periódicos. Subirse a la mesa del panfleto, de la crítica social y de gobierno, requiere una gran atención poética. Bertold Brecht siempre logró evidenciarlo en el poema Hollywood, en el que dice: “Para ganarme el pan, cada mañana / voy al mercado donde compran mentiras. / Lleno de esperanza, / me pongo en la cola de los vendedores”.

Y eso es todo. ¿Ves, Maricela? El intento de la poesía panfletaria, de la crítica social se agradece, pero en este poemario hizo falta mucho más.
Pero, bien, anímense a leer la obra. Si quieren no me crean. O mejor no lo hagan, pues no vale la pena perder el tiempo en algo que no genera ninguna emoción. Ahora que, si se animan, yo los invito a detenerse apenas en el poema: "Desapariciones", de la página 37 del poemario. Quizá éste texto sí pueda funcionar.

2. Repasemos un segundo libro de poetas mexicanos que no vale la pena leer. Hablemos de: “La doncella negra” de Esther M. García. Editado en el año 2010 (cuando la autora cumplía los 23 años), por Regia Cartonera, Monterrey. Consta de 76 pp. La autora escribe pensando “que todos sus dramas son poesía”, buscando en casi todos sus poemas el “efectismo”; y lo que es peor, piensa que tenemos que condolernos con sus letras. Esta soberbia en la escritura nos hace percibir que la autora es incapaz de mirar la serie de errores que comete al escribir. Sobre todo, la falta de taller literario, la falta de autocrítica sobre lo que escribe. La autora divide el libro en seis apartados: ‘Ojos de niño’, ‘La doncella Negra’, ‘Eros’, ‘La Galería’, ‘Lugares para habitar’, y ‘Entropía’. Los descuidos de la autora son varios, pondremos algunos ejemplos: “Mi dedo índice decide el destino de la hormiga”. ¿Alguna letra “d” más? En general, en ese primer poema denominado ‘Destructor’, la autora escribe 43 veces la letra “d”. (página 11)

Podemos contar incluso las rimas internas y los ecos rimados, que la autora produce: “Me venden en el supermercado caro de la vida”(pág. 12); “de un antiguo y rojo pájaro / que hace años” (pág. 12); “Con tu puchero-lucero”; “Levitas levemente y te lleva el viento, / junto a las hojas de los árboles marchitas por la arena del tiempo” (pág. 15); “envuelta en papel viejo sin un tarjeta / sin un “te quiero” ni abrazos ni besos” (pág. 16); “Creó suaves telas con sus acordes / que llenaban de color las habitaciones” (pág. 19); “a las cucarachas en ruiseñores y / a las tarántulas en flores”.

Hasta acá llevamos 19 páginas de las 76 que contiene el libro. Es decir, el 25% del poemario está lleno de errores. ¿Qué se está cantando en este libro? Apenas efectismo. Los pobres niños, los malos padres, bu, bu, bu, y nada más. Pero sigamos evidenciando las rimas internas de la autora: “Sólo con mi madre y un perro / que por las noches ladra al viento”. “No tendrían miedo de tomarme de la mano / Nadie me vería con desagrado” (pág. 20). Usted recuerde que la rima se basa en la terminación de las últimas vocales de una palabra, puede ser una rima idéntica, o una rima fónica como en el caso de los ‘versos’ de la autora. Sigamos, esto es una joya: “como costra marranosa” (pág. 22), maravilloso símil que la autora ha creado. Una más: “y entre ida y venida un poco de ellos se iba / despacio por el agua de las cañerías” (pág. 23). “que me roza el oído como un cuchillo” (pág. 36). “es lo único que siento y veo la tenue luz en el techo” (pág. 37). “agarrados de la mano”, (pág. 40) ¿Es en serio, poeta? “Pero el mundo sigue girando, / el sol alumbrando” (pág. 45). “Ahí mismo llega tu musa roja y / algo en tu interior se descontrola” (pág. 46). “Hay pasillos de interminables recuerdos, / así como habitaciones llenas / de retratos y ecos viejos” (pág. 60).

Pero eso no es todo, además tendríamos que enumerar los errores de redacción: “arrullándose en ratos”, “La casa se cae en pedacitos” (pág. 15); “Mi hermano teje sonidos / con sus manos en su guitarra” (pág. 19). “Todo él recorre el líquido rojo / en mis venas que es su nombre” (pág. 35). Llegamos, con mucha disciplina, a la mitad del libro y esto sigue mal.
Porque todo tiene que ver con la falta de taller, con la falta de autocrítica, la falta de revisión, la falta de saber qué es lo que hay que borrar. He acá un claro ejemplo: “La perfecta maldad / nacida del vientre de la poesía / dormita entre sábanas de rosa y espinas” (pág. 38). La autora es incapaz de borrar el tercer verso, que hace que se caiga la idea. Porque lo que es grande en el inicio: “La perfecta maldad / nacida del vientre de la poesía”. Para qué agregar más. Y lo peor, para qué agregar rimas internas: “poesía, dormita, espinas”, cuando pude terminar el verso en “poesía”. Esto es la clara evidencia de cómo el autor puede arruinar su propio trabajo, por no corregir.

Errores ortográficos: “para decirme cuanto me amaba”, (que desde la pág. 16 se repite al menos tres veces) ¿acaso ‘cuanto’ no debe llevar tilde, y escribirse ‘¿cuánto’?; el equivocado uso de los artículos como: “envuelta en papel viejo sin un tarjeta” (pág. 16). El equivocado uso de la palabra “porque” como en “por que los ciegos no los pueden ver” (pág. 60)”. Se trata de un trabajo editorial tan fallido, que incluso repita un poema en la página 40 y en la página 65, todo un poema de dos páginas. O el desconocimiento del lenguaje, tanto de la autora como de sus editores: “De las mujeres con el pelo pringoso / y embarañado”. ¿Embarañado? ¿No habrán querido decir ‘enmarañado’, es decir hecho una maraña de pelos? (páginas 40 y 65).

El tremendismo de la autora es tan cándido: “Yo amo estas calles / aun si huelen a mierda”. “Las mujeres golpeando al niño”. “Aquí huele al vómito de la muerte”. Su efectismo, tan cursi: “y lloran, amargamente, por que los ciegos no los pueden ver” (pág. 60). “y sus enormes ojos tristes de tanto ver / la felicidad” (pág. 60). Porque ocurre, y mucho, que no puedan entender que “no todos tus dramas son poesía”, y como no lo entienden, escriben y publican cosas como: “los recuerdos de un padre y esposo que se fue / junto con el último gramo de comida / y el último rastro de felicidad”. O pretenden ser críticas sociales: “Primero cómprate las tetas de silicona más caras y / luego cambia tu rostro” (pág. 70).

Pero como pasa cotidianamente con los poetas mexicanos. En este libro, uno puede quedarse con algo; que aunque pueden ser poemas también cargados de efectismo y tremendismo: “la rosa que no tiene pétalos sólo espinas”; al final se puede encontrar con buenos versos, como: “masticadas por el gran diente fervoroso de la religión”. Y es precisamente el poema que da nombre al poemario. Se trata del poema: ‘La doncella Negra’, (pág. 27), al menos los fragmentos I y II. Porque el fragmento III, es de un tremendismo tan vomitable; que si se quita del poema el poema crecería y mucho.

O también quedarse con el fragmento II, del poema titulado: “Henri Ford Hospital” (pág. 49), y hablo del fragmento II, porque luego el poema vuelve a caerse por el “tremendismo” y el “efectismo”, que la autora quiere imponer a fuerza en sus textos. El no saber dónde terminar el poema, vuelve a hacer que el poema se le caiga, y las rimas internas y los descuidos vuelvan a aparecer: “No quiero llorar, no quiero, / pero a veces hay un petirrojo en mi pecho”. Y si uno avanza un poco más, quedarse con el poema “Árbol”, de la página 62.


A manera de conclusión tenemos que repetir que no todos los dramas del autor son poesía. Pueden volver poemas, siempre y cuando el artificio en la hechura del texto presente el esfuerzo del poeta. La idea personal está ahí, en la universalidad de la emoción. El autor tiene que alejarse del texto, escucharlo en voz alta, corregir. Un autor no puede darse el lujo de publicar un texto donde se observan errores ortográficos en su trabajo. Del trabajo editorial tal vez no pueda hacerse responsable, pero sí lo es de la obra escrita. Es necesario abandonar el tremendismo, abandonar el efectismo en la poesía. Si todo está dicho, es labor del poeta decirlo de una forma nunca antes dicha.






jueves, 13 de junio de 2019

LA NOCHE DE SAN JUAN










Esa noche en que la mitad del año se acorta, se acortan las penas, tristezas y disminuyen las que vendrán en lo que falta del año. Las hogueras pronuncian una oración quieta y crepitante a la naturaleza, pidiendo iluminación para los meses siguientes, para llevar inteligencia y reflexión a todos y cada uno de los rincones sombríos de nuestro espíritu. La creación se alimentará de esa luz, para escribir y crear desde la algarabía de sentirnos vivos, porque aún falta mucho camino por recorrer este 2019. 

La temática de estos meses - JUNIO, JULIO -  es retomar esta insignia mítica desde los orígenes y en conjunción primigenia con la naturaleza, para despojarnos de prejuicios y crear desde la profundidad, todo lo que esta noche mágica ofrece tras el solsticio. 



Invitamos a todos los Creadores, en cualquiera de las artes en las que se complementen, a que nos compartan por medio de las #letras, #pintura, #teatro, #danza etc... alguna #creación que sea de su agrado. Este espacio lo conforman tus colaboraciones, y no solo está destinado a la creación literaria, también está abierto a las artes en general.


Esperamos sus creaciones, al correo que ya conocen: elcreacionista_@hotmail.com o al correo de las principales redes sociales: https://www.facebook.com/creacionista, https://twitter.com/creacionista.