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jueves, 31 de mayo de 2012

QUÉ NO HARÍA POR TI

El creacionista del día. Marcela Patricia Vélez Díaz / Luna Koriki

La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno
 (Walter Scott)


El día en que vi a Teo con otra me sentí desfallecer, la serpiente de la impotencia me asfixiaba, fue una larga agonía en espera de volver a sonreír.

El día de su cumpleaños había preparado una fiesta sorpresa en una disco. Nunca había sido tan feliz como esos ocho meses a su lado, por eso no me importó gastar mis ahorros en su festejo; le compré el ipod que tanto deseaba, preparé un video con su música predilecta y nuestras fotos para presumirlas en las paredes, cuidé todos los detalles de decoración, pastel, bebida y hasta contraté una hora de mariachis. Me decían que no se debe demostrar tanto amor, pero... quien escucha consejos cuando esta enamorada

Teo acababa de regresar de un viaje, lo cité en la disco, las luces apagadas, los amigos escondidos listos para cantar las mañanitas. Sonó mi celular, era él, me pidió salir y emocionada corrí a su encuentro, ahí estaba, con su gran sonrisa y otra chica de la mano, se adelantó, sin más, me soltó la mala onda de que había vuelto con su ex novia y deseaba festejar con ella, dio media vuelta y se fueron felices. Quedé petrificada sin poder moverme, una de mis amigas salió a alcanzarme, me ayudó a encontrar una excusa para disculpar a Teo y salvarme del ridículo, bebí como nunca para disimular mis sentimientos y la cruda del día siguiente aún persistió.

A los pocos días me buscó en el chat con el bla, bla, bla, de que no deseaba perder mi amistad, me aseguró su intención jamás había sido lastimarme, desde luego no creí nada, al fin quedamos como amigos.

Luego me alejé de todas las actividades y lugares donde lo podía encontrar, no soportaba verlo con ella. Opté por dedicarme de tiempo completo a mi profesión de odontóloga, al consultorio por las tardes y en las mañanas a terminar mi especialización en cirugía maxilofacial. En el fondo soñaba con volver a verlo y a la vez con la oportunidad de vengarme.

Meses después llamó por teléfono y el corazón me dio un vuelco, mencionó necesitarme con urgencia. Después llegó al consultorio con la cara inflamada por un dolor de muelas. Como tenía otro paciente lo dejé en la sala de espera con la promesa de no tardarme. Me pregunté por qué, si hubiera podido ir con cualquier otro dentista, estaba ahí. Ilusionada, me apresuré para estar con él. Al abrir la puerta lo escuché hablar por celular con ella y decirle que la quería. No se de dónde saqué valor para decirle que pasara como si nada.


Ahí estaba ante mi con la boca abierta, su sonrisa toda mía, la imaginé como las teclas de un piano en espera de un gran concierto, mi oportunidad había llegado, puse música instrumental mientras le hacía efecto la anestesia que acababa de aplicarle con la dosis necesaria para tenerlo a mi disposición, en pocos minutos se durmió, cambié la música a canciones contra ellos, me puse los guantes, extirpé su muela y uno por uno todos sus preciosos dientes, después le puse una venda en la mandíbula, justo cuando despertó mencioné la necesidad de quedarse así hasta el día siguiente para evitar dolor, le entregué un sobre cerrado con una receta y sin cobrarle lo despedí con un beso.








La receta decía: “Quien ríe al último, ríe mejor”. 

Días después enfrenté una acusación en mi contra, pero nadie me quitaba la dicha de saber que ella lo cortó porque no quería andar con un desdentado…


lunes, 14 de mayo de 2012

Música... mis alas

El creacionista del día. Agatha Cervantes




El que escucha música siente que su soledad, de repente, se puebla. 

Robert Browning - Poeta Ingles





La ventana seguía cerrada, el ambiente se inundo de una mezcla de ruda, chocolate y agua, una infusión un poco convencional , aquellos remedios que mi madre usaba y se usaron por generaciones en la familia, esa extraña infusión se utilizo para aumentar mi fe y matara mis sentidos, simplemente no sirvió.


Por mi cuerpo pesaba según el medico una fiebre reumática, que inundo con su hálito soplando debilidad sobre mi rostro todos mis pensamientos se sumergieron en una oscuridad, que proliferaba en la habitación, en la cual solo estaban la cama, un pequeño buró y sobre el una radio, que era la única que me acompañaba con la música que se transmitía en los años 60.


Mi mente licuaba los gritos de mi madre junto con mi padecimiento, quería morir, pero en ese momento solo quede suspendida entre las cobijas y las continuas fiebres que iban y venían al ritmo de un columpio, el dolor abdominal crujió mis huesos como las ramas de un árbol sobre una hoguera, la nausea parecía oscilar sobre el reflejo de mis ojos apagados y, con los minutos mi cielo se nubló.


Encendí la radio y la emisora soltó una canción al azar : I Want to Hold Your Hand.


Un revuelo de luz invadió mi brusco interior existencialista , la sensación de sentirme morir, quedo en palabras, la música allegro mi corazón e hizo que despertara el sintonison del alma y de la mano la tonada me llevo por senderos en los que nadie podría alcanzarme, donde podía ser yo y en ese preciso instante salí por la ventana, sintiendome libre entre alas y notas musicales.

miércoles, 2 de mayo de 2012

FRASE - CREACIÓN - FRASE

Este mes de Mayo es de frases. Se les invita a todos los creacionistas a inventar a partir de una frase celebre alguna historia, poesía, ensayo etc. O si bien tiene alguna obra escrita y quieran añadir alguna frase en especial  relacionada con la esencia de su escrito, también es bienvenida.


Esperamos sus creaciones y frases al correo de siempre : elcreacionista_@hotmail.com


Gracias


 De nueva a cuenta Grazie Mile a todos los creacionistas que se han sumado a la causa. Y a aquellos que todavía no se animan, se les invita cordialmente a que dejen la ventana abierta a la imaginación para crear con total libertad.


El creacionista ^_^ 





Aquí les dejamos un ejemplo sobre frase y narrativa.






La muerte, para llamarla por su nombre, es la real finalidad de nuestra vida. Por ello es que de unos años a esta parte he hecho relación con esta verdadera amiga del hombre. 

Mozart



Por: Alma Angelina C. Carbajal Guzmán.

Soy Andrés, tengo 23 años y toque fondo cuando una tarde de domingo a las seis con cinco minutos morí. No fue algo trágico, solo me recosté en mi cama, corrí las cortinas y encendí el reproductor de música, que tocaba compases falsos con el tic tac del reloj que se hallaba en la pared, arriba de la cabecera de mi cama. Inicio la sonata con el tranquilo acorde del piano, ahí, entre la oscuridad, las teclas sonaron armoniosamente con mi corazón a punto de nieve y el tic tac. Estaba yo deshilachándome por dentro, la tristeza iba infectando todo, como la lumbre va recorriendo por estigmas un pedazo de carbón hasta dejarlo sin calor, hecho cenizas.

El pulso ceso, la ventana se abrió de golpe por la tempestad que cantaba afuera y ella llego, saco con su huesuda mano los restos de alma que quedaban en el cascaron. La tonada siguió su marcha y yo emprendí otra a un ritmo desconocido. En este camino, ella va usando su guadaña como remo; le hablo, no contesta, voltea y me mira con ese vacío insondable, ese rostro de barranco que transmite inexistencia. Al estar en la barcaza comencé a llorar, tapándome la cara con las manos repletas de vergüenza, recordé lo que había sido mi vida, música y solo música. De pronto ella tomo mi mano en gesto de consolación, sentí una calidez conocida que me hizo abrir un poco los dedos de la mano, como un niño que teme ver una escena de terror, pero por curiosidad termina mirando. Era la mano de mi madre, la que me sostuvo hasta este momento en que narro lo ultimo y lo primero que vi en mi vida.