¿Sabes que es lo sorprendente de
esto? Que siempre creí que los cuentos de hadas no eran reales. Lo son. Al
menos la historia de ese títere que anhelaba ser un niño de verdad, es real. Quizá yo no esté hecho de madera, pero si soy un
juguete.
Ya note en tu expresión de apatía
y que consideras que te contare lo
trágica que ha sido mi vida. Que te relatare un sinfín de sucesos en los que siempre
todo mundo ha sido cruel conmigo y que
iniciaron donde entraste tu a mi vida.
Lamento sonreír con burla y sí eso te incomoda, pero he venido hasta aquí para
decirte, que no tienes la culpa de lo que me ha sucedido, sin embargo, eres
responsable de haber negado que te gustaba jugar con niños. ¿Notaste cómo te subió
el color al rostro? Fuera de eso, mis pretensiones no van más allá que el de
hacerte saber que en un momento llegara tu hijo y te preguntará ¿qué debo
hacer? Entonces tú cuéntale mi historia, no le digas como fue que lo supiste ni
de quien le estás hablando, solo di “yo tenía un amigo, que al serle todo tan indiferente
poco a poco se convirtió en un juguete”.
Sabes que estamos en la medianía
de todo, donde muy pocas cosas se toleran. También sabes que aún conservo el corazón de oro. Pero, perdona
si te digo tantas cosas en un solo golpe, tu sabias que te adoraba, aunque te preguntes
como un juguete puede tener sentimientos.
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