C

C

martes, 10 de enero de 2012

ÁMAME CON TERNURA

El creacionista del díaLupita G. Fass







Tu funeral no es uno de esos en los que la gente llora, se abraza o se desmaya. No, en tu funeral hay un silencio sombrío e impersonal. Todos se comunican con miradas, de las que se asoman signos de interrogación… ¿Qué sucedió? ¿Por qué allá?

 Tu viuda y tus hijos se ven serenos, amables, con mucha fortaleza; no lloran, no hablan, tampoco se mueven; están sentados al lado de tu madre y hermanos, quienes también se atragantan con lágrimas saladas y azules. Azul tristeza; salada tu suerte.  

 Observo tu pálido rostro, rostro prohibido que por años acaricié. El alcohol te inflamó, pareces un cuerpo celeste, hinchado de borrachera, hinchado de dinero, hinchado de amor.  

― ¿Qué hacías en esa ciudad? ― ¿Cuántas noches vagaste entre el juego y el glamour?― 

Todos se preguntaban. 


Las máquinas tragamonedas irradiaban vivos colores, te llamaban con su tintineo, gritaban: "Apuéstame aquí, un dime, un quarter, un dólar". Los días se unían con las noches, igual que las noches se unían con los días y tú sin dormir. Apuestas en una, después en otra, vas a la ruleta, luego al bingo, te sientas al póker y aquí es donde te cae el millón. 

Todos te decían: ―trabajar es el secreto. Y tú: ―cállense, pendejos.  

Afuera es verano, treinta y nueve grados centígrados; aquí en tu capilla todos me perciben, nadie dice algo. Con mi frío mortuorio a todos envuelvo. Ninguno lo sabe, pero tú y yo sí. Estamos casados, ahora nadie nos separará. 

Escuché tus ruegos, esa misma noche después del triunfo, antes del desposo me encontraste hermosa, me invitaste a tu habitación; en la soledad nos abrazamos, besamos. Susurré a tu oído: baja al banco, deposítales el cheque. Ingeriste unas gotas, esas gotas mágicas que te llevarían hasta nuestro nido. Por fin te aproximaste, fundimos nuestros cuerpos y te hice feliz.  

Eugenio, amor mío, qué guapo te ves, tu traje de madera te sienta muy bien. Al fin lo logramos. Mira las caras de tus deudos; semblantes tristes, miradas de paz, vacías y , conformes con tu decisión, tranquilos de no volver a ver tu rostro envuelto de ansia.

 ¿Ansia de qué? 

4 comentarios:

  1. Hermoso poema, triste, curiosamente coincide con que estoy releyendo "Los tontos mueren" de Mario Puzo y me figuré el ambiente de Las Vegas, el jugador compulsivo, el tintineo de las máquinas tal cual relatas Lupita, me gustó mucho.

    ResponderEliminar
  2. ¡Ésta es mi amiguita! Está muy bien. Me dejó una sensación de cierta esperanza que sólo nace con la tristeza. Muy bueno. Espero el siguiente.
    Celia

    ResponderEliminar
  3. Gracias compañerita .... Nos veremos pronto ? Bye.

    ResponderEliminar